Entre los días 3 y 23 de abril de 1945, el Ejército Rojo lanzó la ofensiva de Viena y tomó la ciudad.
Entre los días 3 y 23 de abril de 1945, Viena vivió los últimos combates de la Segunda Guerra Mundial. Pese a que la ciudad fue liberada el día 13, en una operación militar en la que participaron 600 000 soldados soviéticos, la lucha se prolongó durante 10 días más en sus alrededores. Sin embargo, el general Rudolf von Bünau, responsable de la defensa de la ciudad en los momentos postreros, viendo mermadas sus fuerzas y para evitar la cantidad de muertes que se dieron en la batalla de Budapest, acabó rindiendo los restos de sus fuerzas, compuestas en su mayoría por las últimas unidades de las Waffen-SS, los envejecidos Volkssturm y los adolescentes de las Juventudes Hitlerianas. Aún así, el número de caídos en la ofensiva sobre Viena ascendió a 25 000.
Aunque fue el Ejército Rojo quien tomó la antigua capital del Imperio Austrohúngaro, Austria no corrió la misma suerte que la Alemania dividida tras la Segunda Guerra Mundial. El 15 de mayo de 1955, diez años después de la guerra, Austria recibió de sus ocupantes (URSS, Gran Bretaña, Estados Unidos y Francia) el documento que la proclamaba soberanista e independiente. Es más, en esos años surgieron movimientos civiles, como el encabezado por el sacerdote capuchino Petrus Pavlicek y que se llamó Cruzada Reparadora del Santo Rosario, que reunió a medio millón de austriacos para rezar y rogar a la Virgen de Fátima por la liberación del país de la opresión comunista.
En el 80 aniversario de la toma de Viena por el Ejército Rojo, la Fundación Disenso presenta una nueva Nota. En ella, el profesor de Historia Contemporánea de la Universidad CEU San Pablo, José Luis Orella, narra la ofensiva llevada por la ciudad y el movimiento civil que surgió allí para obtener su independencia.