El 5 de junio de 1625, tras diez meses de asedio, el general Ambrosio de Spínola capturó la ciudad de Breda
La mañana del 5 de junio de 1625, las puertas de la ciudad de Breda se abrieron. La guarnición, encabezada por Justino de Nassau, que había defendido la plaza durante diez meses de asedio, fue despedida con respeto por los emblemáticos Tercios de Flandes. El capitán general de los Tercios, Ambrosio Spínola, saludó cortésmente a Nassau y a los hombres que abandonaban Breda. Estos le devolvieron el gesto al pasar frente a él. De esta forma concluyó el sitio de Breda, una de las grandes victorias obtenidas por la Monarquía Hispánica durante el reinado de Felipe IV durante la Guerra de los Ochenta Años y la Guerra de los Treinta Años. Tal fue el fervor que causó la noticia del triunfo, que dicha gesta fue inmortalizada por las plumas de Calderón de la Barca y Lope de Vega y por el pincel de Diego Velázquez.
Olivares llegó a proclamar su famosa consigna «Dios es español»
Breda fue una sufrida victoria, pues la ciudad era una de las mejor defendidas de las Provincias Unidas, gobernadas por el estatúder Mauricio de Nassau. Cómo tomarla al asalto iba a suponer un alto coste, Spínola decidió asediarla, rodeando la ciudad con líneas de circunvalación y contravalación que alcanzaron 39 km de perímetro. Los 60 000 hombres que llegaron a participar en el sitio sufrieron las incursiones de los neerlandeses, frío, lluvia y severas carencias de forraje. Pero hicieron alarde de coraje y resistencia para lograr rendir Breda. Esta fue parte del «año milagroso» español, en el que se lograron otros hitos como el socorro de Génova, la recuperación de la Bahía de Brasil o la defensa de Cádiz. Tras ella, el propio Olivares llegó a proclamar su famosa consigna «Dios es español».
En el 400 aniversario de la rendición de Breda, la Fundación Disenso publica una nueva Nota. En ella, el historiador Juan Manuel Sayago Guzmán analiza el contexto en el que se produjo y la logística desplegada para poder tomar la ciudad.