Hace 20 años falleció Juan Pablo II, uno de los papas más influyentes de la historia cuya defensa de la libertad marcó el rumbo de Europa.
La noche del 2 de abril de 2005, monseñor Leonardo Sandri anunció a la multitud congregada en la Plaza de San Pedro del Vaticano el fallecimiento de Juan Pablo II. Su pontificado duró casi 27 años, el tercero más longevo en la historia de la Iglesia católica tras los de San Pedro y el de Pío IX. Como sumo pontífice, su impacto trascendió las fronteras de la Iglesia y jugó un papel decisivo en la liberación de los países de Europa del Este del yugo del comunismo, especialmente en Polonia, donde apoyó movimientos civiles como el del sindicato Solidaridad (Solidarność). Con una combinación de liderazgo y ejemplaridad espiritual, ayudó allí a los movimientos prodemocráticos y lanzó un claro mensaje de defensa de la libertad, de la dignidad humana y de resistencia no violenta.
En el 20.º aniversario de su fallecimiento, la figura de San Juan Pablo II Magno se erige como una de las más influyentes del siglo XX. De hecho, el propio Mijaíl Gorbachov reconoció que, sin Juan Pablo II, el colapso del comunismo no habría sucedido de la misma manera ni tan pronto. Con motivo de recordar a uno de los papas más célebres de la historia, la Fundación Disenso presenta una nueva Nota. En ella, el profesor universitario, Pablo Sanz Bayón, analiza la diplomacia de la que Juan Pablo II hizo gala, su apoyo a la democracia y el legado imperecedero que ha dejado a la humanidad.