La semana pasada, la ciudad de Kazán acogió la decimosexta cumbre de los BRICS, a la que asistieron representantes y jefes de Estado de más de una treintena de países
En la cumbre de los BRICS, los representantes de estos países alumbraron la «Declaración de Kazán» que ha hecho de la «multipolaridad» su espada para combatir el yugo occidental. La Declaración es una clara muestra de la destreza retórica de este consorcio mayoritariamente autocrático ya que los BRICS lucharían por la «democracia», los «derechos humanos», la «resolución pacífica de los conflictos», el «respeto del derecho internacional». La hipocresía de los escribas de la Declaración de Kazán delata un doble discurso que se alinea al 100% con la burocracia internacional. Las razones de esta cínica comunión posiblemente expliquen gran parte de la decadencia occidental.
La ocasión fue más que propicia para que Putin se diera un baño de legitimidad. La solidaridad que le vienen demostrando sus compañeros de alianza va mucho más allá del apoyo económico. Pero lo cierto es que su régimen ha sobrevivido gracias a que China absorbió más de la mitad de las exportaciones rusas; al tiempo que Irán o India han proporcionado mecanismos «alternativos» para la sobrevida de su economía. Paralelamente a la economía, es de destacar el crecimiento del frente antioccidental cada vez más cohesionado. Cuentan con el declive de occidente como pulsión civilizatoria. Un occidente incapaz de aceptar que es el enemigo declarado al que hay que desestabilizar mediante cualquier agenda, woke, islamista, de decrecimiento o desarme.
Vladimir Putin propuso «discutir la idea de crear una plataforma propia del BRICS que ayude a liberar el potencial de las economías en crecimiento de los estados miembros de la asociación» y agregó que «Es evidente que la próxima ola de crecimiento económico mundial está surgiendo en los países de la mayoría global. Por lo tanto, ha llegado el momento de debatir la idea de crear nuestra propia plataforma para liberar el potencial de nuestras economías en crecimiento». Putin pretende crear un gran bloque de estados con mecanismos financieros alternativos, y desarrollar nuevos corredores de transporte internacionales. El ministro de Asuntos Exteriores iraní, Abbas Araghchi, se sumó a la lista de deseos diciendo que «el sol está saliendo por el este y realmente se está poniendo por el oeste».
Rusia cuenta con enormes capacidades, y con la condescendencia o la complicidad de occidente en varios frentes. Las iliberales y suicidas políticas migratorias, energéticas, sanitarias, agroproductivas y educativas están haciendo el trabajo sucio a una velocidad pasmosa. En África la inestabilidad administrada en el Sahel le ha proporcionado a Rusia y China un dominio regional, mientras las élites occidentales se confían de estar ante movimientos decolonizadores. En América el avance y control de los regímenes orbitales de Foro de San Pablo les proporcionan mercados, capital humano, rutas y logística para una amplísima variedad de industrias delincuenciales, también sostenidos bajo la retórica anticolonial.
Kazajistán, Armenia, Azerbaiyán, Georgia y Turquía se han convertido en una vía a través de la cual el comercio prohibido puede canalizarse hacia manos rusas. En este contexto, el consorcio de las autocracias ha intentado durante los últimos años establecer sistemas de pago fuera de la influencia occidental. Los avances han sido lentos y no lograron amenazar la supremacía del sistema basado en el dólar que le garantiza a Estados Unidos su condición de superpotencia. Pero cada vez más pagos transfronterizos se realizan en otras monedas. Rusia ha logrado mantener el flujo de petróleo gracias a la próspera industria clandestina custodiada por China, Irán y Venezuela.
A medida que el BRICS amplía su membresía se debilita la estrategia de Occidente de utilizar sanciones económicas y aumenta el deseo del bloque de dejar de utilizar el dólar en el comercio internacional para reducir su vulnerabilidad.
El tema de una moneda común emitida por los BRICS y una eventual desdolarización se vuelven recurrentes en cada reunión anual, pero mucho más este año desde que entraron en una era de expansión. El bloque continuó ampliando su influencia bajo la presidencia rusa, al tiempo que el panorama geopolítico determinado por las guerras en Europa y Medio Oriente, el continuo imperialismo de China y la adhesión de Irán a la alianza, hace que la hostilidad de y hacia Washington y Bruselas esté aumentando.
La economía rusa ha experimentado una rápida dependencia con China, especialmente a partir de la guerra con Ucrania. El yuan sirvió como medio incluso en transacciones entre entidades donde el yuan no es la moneda local. Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos también han comenzado a realizar pagos en yuanes en los sectores del petróleo y el gas. China se está expandiendo rápidamente también en Irán y debido a las sanciones internacionales ha estado utilizando el yuan para realizar transacciones comerciales y hay movimientos en este sentido también en Sudáfrica y Egipto. Es evidente la tendencia.
Con este panorama de creciente liderazgo de China y Rusia, los BRICS ampliaron su influencia sobre el resto del mundo. La cuestión demográfica desempeña un papel determinante en los mercados actuales y futuros. En 2023, la población del bloque superó los 3.300 millones de personas y los fundadores de la alianza pertenecen a los siete países más grandes y con las mayores economías del mundo. Pero a pesar de los rápidos logros, su exposición al dólar sigue siendo alta. Las exportaciones se facturan desproporcionadamente en dólares. Además, hacia adentro, existen rivalidades que difícilmente se vayan a zanjar, por el contrario, lo más seguro es que se detonen tarde o temprano. El conflicto entre China e India es posiblemente el debilitante de los BRICS más importante, aún más que la supremacía del dólar.
Pero las disputas territoriales y las divergencias en el ordenamiento político de los miembros impiden que la alianza se una ya sea en una moneda común o en una única postura geopolítica. La falta de homogeneidad ideológica y las ambiciones fronterizas son su talón de Aquiles. Tal vez por esto y por la perentoria necesidad es que Putin se concentra preferentemente en el deseo de derrocar al dólar de su trono global. Su objetivo es reducir progresivamente el uso del dólar aunque más allá de lo declamativo, los BRICS no han presentado una alternativa sólida a la hegemonía actual.
A pesar de los obstáculos, Putin ha salido bien parado de la cumbre. En febrero próximo se cumplirán 3 años de la invasión de Rusia sobre Ucrania y en ese marco no sólo no pareció aislado o quebrado, sino que se dio el lujo de ser anfitrión de la reunión de países que concentra semejante cantidad de población, poder y estrategias de expansión.
El éxito de Putin en Kazán es una grave advertencia a la paz mundial y al orden liberal. Occidente puede considerar pretencioso e improbable el objetivo de Putin de utilizar los BRICS para producir una desdolarización y quebrar la hegemonía financiera mundial de EEUU y la UE, pero hay muchas batallas que ya ha ganado en su guerra contra occidente. Se debería prestar atención a su consigna de «fortalecer el multilateralismo para un desarrollo y una seguridad globales justos». Porque el objetivo al que llama «multipolaridad» es la base de la propaganda con la que amplifica sus políticas antioccidentales.
La recientemente fundada TV BRICS tiene acuerdos de asociación con medios de comunicación de América Latina, Asia, África y Medio Oriente, que se suman a las vías de comunicación en ruso, inglés, chino, portugués y español. Putin está usando a los BRICS como plataforma mediática ante una audiencia de millones creando una narrativa confortable para el creciente odio antioccidental.
Es el fracaso del liderazgo occidental lo que permite el blanqueo de Putin como líder mundial legitimado, cabeza de los BRICS y la expansión de la propaganda rusa. El bloque sigue atrayendo miembros y apoyos. El más escandaloso de estos apoyos lo protagonizó el Secretario General de la ONU, Antonio Guterres. Asistió al besamanos de Putin en la cumbre del BRICS, a pesar de que existe una orden de arresto contra el autócrata ruso emitida por la Corte Penal Internacional. Su asistencia es el mayor logro de Putin y constituye una gran batalla ganada para sus ambiciones ideológicas. Demuestran hasta qué punto la institucionalidad occidental está infiltrada y desnaturalizada.
Los BRICS no pretenden la creación de organizaciones supranacionales alternativas, ya son amos y señores en las tradicionales. Los BRICS, como alianza antioccidental, sólo buscan defender su dominación sobre las instituciones de la gobernanza global. Lo que pretenden es culminar la conquista copando el Consejo de Seguridad de la ONU. Por eso, mientras Putin preside la cumbre, hablando de cómo un nuevo sistema internacional diseñado por dos tiranos como él y Xi Jinping; Guterres le hace el juego y legitima sus ambiciones. Es hora de aceptar lo obvio: la cumbre de los BRICS ya ha sumado a la ONU como nuevo miembro. El peligro es evidente.
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