El apagón ha evidenciado que la eliminación de la energía nuclear afecta a la base de la economía nacional
El mundo tiene una deuda de gratitud con España a propósito del apagón eléctrico total del pasado 28 de abril. Nuestro país, que teóricamente es la cuarta potencia europea, permaneció apagado durante casi diez horas. Una situación sin precedentes por alcance y duración en nuestro entorno internacional y en nuestra historia reciente.
«El ridículo internacional sufrido por España a causa del apagón total de su red es un ejemplo de lo que representa una política energética ideologizada, frágil y sectaria»
Sin el sacrificio y ridículo internacional sufrido por España a causa del apagón total de su red, no tendríamos un magnífico ejemplo de lo que representa una política energética ideologizada, frágil y sectaria, y finalmente revelada como lo que es: costosa y temeraria. La izquierda en el gobierno ha pretendido ir demasiado rápido en la «transición energética», descuidando imprudentemente advertencias y riesgos a la hora de acelerar el ritmo de generación solar y eólica, sin haber promovido antes una red robusta y moderna capaz de gestionar semejante carga intermitente.
Hechos incómodos
Ese día, antes del apagón que afectó a millones de personas y empresas en España, la red eléctrica funcionaba con un nivel de inercia un 30% inferior al mínimo aconsejado por ENTSO-E, la organización europea que coordina a los operadores de redes de transporte de electricidad.
La inercia es un elemento esencial del sistema eléctrico, ya que define su capacidad para absorber variaciones bruscas en la frecuencia y evitar fallos generalizados. Este parámetro indica cuánto tardaría en agotarse la energía cinética almacenada en los grandes generadores rotativos -como los de plantas térmicas o nucleares- si se interrumpiera repentinamente la generación. Cuanto mayor es ese tiempo, más margen tiene el sistema para corregir desequilibrios. Una red con poca inercia es mucho más propensa a sufrir cortes de suministro como el que efectivamente se dio aquel día.
«El día del apagón destacó la importante presencia en el sistema de energía solar fotovoltaica, superior al 60% de la producción total»
Resulta imprescindible que Red Eléctrica aclare por qué permitió que, a partir de las nueve de la mañana de ese día, el sistema operara con niveles de inercia tan bajos en un día laborable, caracterizado por una elevada demanda y una importante presencia de energía solar fotovoltaica (superior al 60% de la producción total). ¿Fue el apagón un fallo puntual de previsión de dramáticas consecuencias o un error fruto de decisiones ideológicas e irreflexivas?
Asimismo, de acuerdo con el grupo de investigación LEMUR de la Universidad de Oviedo, ese día la energía nuclear generaba la mitad de la inercia total del sistema, a pesar de que solo dos de los siete reactores estaban operando al 100%. Uno se encontraba detenido por recarga programada de combustible, y otros cuatro -dos desconectados y dos trabajando al 70%- estaban en funcionamiento limitado por motivos económicos.
«Ese día, la energía nuclear generaba la mitad de la inercia total del sistema, a pesar de que solo dos de los siete reactores estaban operando al 100%»
De haber estado todos los reactores nucleares en plena operación, se habría alcanzado el umbral mínimo de inercia requerido, reduciendo así la probabilidad del apagón eléctrico masivo. Este hecho es una advertencia clara sobre los riesgos de cerrar las centrales nucleares: una medida que puede considerarse un grave error de política energética.
Ahora también hemos conocido que en el Informe Anual de 2024 del Departamento de Seguridad Nacional de Presidencia se reconocían riesgos en el modelo eléctrico en estos términos, dentro del epígrafe de vulnerabilidad energética: «El proceso de transformación del sector energético lleva aparejado nuevos riesgos asociados a un modelo de generación verde». Este informe fue aprobado por el Consejo de Seguridad Nacional el 24 de abril de 2025, cuatro días antes del apagón.
Preguntas incómodas
¿Buscaba el gobierno marcar un récord internacional de generación solar y eólica sin calcular adecuadamente los riesgos de ese experimento? Un reciente artículo de The Telegraph apunta en ese sentido basándose en fuentes comunitarias. No es algo descabellado, habida cuenta de la temeridad y frivolidad con la que actúa este gobierno.
Pero surgen más preguntas: ¿Por qué no se trabajó diplomáticamente lo suficiente en Bruselas para conseguir la interconexión eléctrica con Francia? ¿De qué sirve producir más energía si hay problemas para exportarla por falta de interconexión? ¿Por qué hay fondos públicos para tantas cuestiones secundarias o accesorias, pero no para financiar estas interconexiones que son estratégicamente vitales para España?
«La sociedad española debe preguntarse cuanto le va a costar la incompetencia de este gobierno y su ecofanatismo»
La sociedad española debe preguntarse cuanto le va a costar la incompetencia de este gobierno, su ecofanatismo y su pérdida de influencia internacional donde se juega la diplomacia energética. Reforzar tras el apagón la operatividad de la red para minimizar cualquier riesgo de nuevos fallos está siendo gravoso y el coste se repercutirá a clientes, consumidores y contribuyentes.
Reforzar la red implica ahora el uso más intensivo de centrales que operan con gas, las cuales son más costosas y, por tanto, están generando un aumento en la factura, especialmente para las tarifas variables. Para los que tienen contratos de precio fijo, las eléctricas ya están notificando subidas en sus tarifas.
«No hay razones sólidas para explicar el cierre de Almaraz a partir de 2027, cuando es una de las mejores centrales del mundo según la WANO»
No hay tampoco razones sólidas para explicar la decisión de cerrar los reactores de la central nuclear de Almaraz a partir de 2027, cuando precisamente es una de las centrales mejores y más seguras del mundo según las evaluaciones que en febrero de este año hizo la Asociación Mundial de Operadores de Centrales Nucleares (WANO). ¿Por qué tenemos un gobierno tan inepto como para no hacer lo posible para garantizar y prolongar el funcionamiento de una central que es un referente mundial en seguridad, avalada con cero accidentes laborales en las últimas siete recargas de combustible y con una acreditada gestión de riesgos y técnicas avanzadas de digitalización? Almaraz se encuentra en las mejores condiciones técnicas para seguir operando hasta 2063, como la central de North Anna (EE. UU.), gemela de Almaraz, que cuenta ya con licencia para operar hasta ese año.
Es necesario llegar al fondo del asunto y exigir responsabilidades
La explicación oficial del apagón se sigue esperando, pero los hechos y algunos datos que se van conociendo acorralan a quienes han pilotado una política energética orientada al monocultivo energético: en concreto, el predominio abrumador de las renovables en el mix energético español sin adecuar la infraestructura ni el propio diseño del mercado. Ni tampoco creando los incentivos suficientes que garanticen simultáneamente la estabilidad del sistema, sino todo lo contrario: pelotazo «verde», ecoblanqueo, cortoplacismo, electoralismo y oportunismo financiero de unos pocos al socaire de lo «renovable», pero sin planificación ni inversión en tecnología avanzada ni una regulación que obligue o incentive a las generadoras de energía solar y eólica a aportar inercia al sistema.
«Moncloa y Ferraz nos han conducido a esta situación y han causado que España sea el ejemplo perfecto del problema que representa la ideologización de la energía»
Moncloa y Ferraz nos han conducido a esta situación. Pero no es algo que sea solamente imputable a Sánchez y a su gobierno. Habría que remontarse a los años 80 para tener la evolución completa de este despropósito. La izquierda española, sin parangón con sus homólogas europeas, salvo la alemana, ha conseguido que seamos el ejemplo perfecto del problema que representa la ideologización de la energía, poniendo a cargo de decisiones técnicas a sujetos incompetentes. Eso no implica, por supuesto, que la energía eólica y solar no puedan representar una parte de la matriz energética. Es una aspiración que en el caso de España es más que legítima, pero como un complemento y sin menoscabar la estabilidad de la red ni crear incentivos que puedan poner en riesgo la seguridad y la autonomía energética e industrial española.
La clave de todo esto es si el sistema eléctrico español estaba preparado en ese momento para aguantar esas oscilaciones que desestabilizaban el sistema -evidentemente, no-, y cuáles son los umbrales y fuentes que no ayudaban a ello y que no se previeron. La hidroeléctrica también aporta inercia al sistema, pero España sigue sin una política hidráulica nacional eficaz para este fin, lo que entronca con la cuestión territorial y las nefastas consecuencias que algunos se niegan a ver sobre el Estado autonómico. ¿Exigirá la sociedad española responsabilidades y un cambio de rumbo?
Cerrazón y apagón
Si bien el apagón y los riesgos de apagones que se están sucediendo han puesto finalmente de manifiesto la grave vulnerabilidad del sistema energético español, el gobierno socialista y en general la izquierda española, siguen obsesionados intentando eliminar la energía nuclear de la matriz energética, que precisamente contribuye a estabilizar la red. La ola antinuclear, que alcanzó su punto álgido en Europa durante el apogeo de Angela Merkel, parece persistir en Madrid.
«En el mundo está teniendo lugar un renacimiento nuclear y países como Francia, Bélgica, Reino Unido, Turquía y China están buscando potencial dicha energía»
Alemania está lamentando ahora la eliminación gradual de la energía nuclear, hasta el punto de que diputados de la Unión Demócrata Cristiana publicaron un estudio que demuestra la viabilidad de reiniciar los seis reactores desmantelados, zanjando así el debate que se ha prolongado desde el inicio de la guerra en Ucrania. Otro estudio concluyó que si Alemania hubiera rechazado la Energiewende (la transición energética que se convirtió en un modelo para muchos países de la UE y excluyó la energía nuclear) y, en cambio, hubiera mantenido su parque de reactores e invertido más en el sector, el país habría producido un 73 % menos de emisiones de CO₂, gastando solo la mitad del coste final del programa.
El llamado «renacimiento nuclear» no se limita a Alemania. También está ocurriendo en Francia, donde Macron ha anunciado inversiones en nuevos reactores. En el país galo cerca del 70% de la electricidad producida procede de la energía nuclear. También está el Reino Unido, donde el gobierno busca crear un entorno regulatorio más favorable, y Bélgica, donde se ha revertido la decisión de 2003 de eliminar gradualmente la energía nuclear. Turquía está construyendo sus primeras centrales nucleares, y se espera que parte de la instalación de Akkuyu comience a generar electricidad este mismo año. Mientras tanto, China -la mayor potencia industrial del mundo- se perfila como una superpotencia de la energía nuclear: se proyecta que para 2030 habrá construido más centrales que el resto del mundo en conjunto durante todo el siglo XXI.
Un martillazo de realismo
Como consecuencia del apagón, el gobierno español -aunque no lo diga abiertamente- ha acabado entendiendo que un suministro energético estable no puede depender únicamente de las energías renovables. Ha incrementado urgentemente las compras y la quema de gas para evitar el bochorno internacional que le causaría un segundo apagón total del país. Reconocer ahora su actuación hipócrita y su desesperación significaría contradecir el imperativo de la autonomía estratégica y aumentar la dependencia de las importaciones de gas de Estados Unidos, Argelia y Rusia.
No olvidemos tampoco, por cierto, que el principal productor mundial de paneles solares es China, lo que significa que los cientos de millones que España ha invertido en energía solar no han beneficiado, en última instancia, a los fabricantes nacionales, sino a sus rivales asiáticos. Es la enésima contradicción de una clase dirigente incompetente y demasiado ideologizada con filias y fobias infundadas que impiden diseñar y regular un mercado que contribuya a un mix energético soberano, seguro, estable y estratégico.
«La política energética de Pedro Sánchez y de la izquierda española es incompresible, costosa y contraproducente y cerrar las nucleares afectará gravemente a toda la economía nacional»
La política energética de Pedro Sánchez, y en general la que propone el conjunto de la izquierda española, parece no solo incomprensible, sino también costosa y contraproducente. Finalmente, el apagón ha supuesto un martillazo de realismo. La eliminación gradual de la energía nuclear, que proporcionó, por ejemplo, el año pasado el 59% de la electricidad de una región tan industrial como Cataluña (gracias a Ascó I y II y Vandellós II), puede afectar gravemente a la base industrial de toda la economía nacional, algo que no podemos permitirnos, salvo que lo que realmente pretenda la izquierda sea sabotear y debilitar la soberanía económica y la seguridad industrial de nuestra nación, algo no descartable a la vista de los hechos.
No podemos permitirnos ni un minuto más un gobierno tan inepto. Una economía como la española necesita políticas energéticas e industriales realistas, fiables, pragmáticas y seguras.