Jacques Audiard y su menosprecio ignorante

Jacques Audiard y su menosprecio ignorante

Audiard ha trascendido en los últimos meses por ser el director de “Emilia Pérez”, película protagonizada por Karla Sofía Gascón.

Jacques Audiard es un cineasta bastante simplón. Su carrera está llena de baches, de subidas y bajadas, casi siempre todas hacia la esterilidad baldía. Asistí hace años al estreno de su primera película, confieso que me gustó. Sí, porque no era tan evidente como lo que ha filmado a posteriori. Existen cineastas así, son descubiertos por la crítica, y lanzados a la fama mediante una obra medianamente decente. Y luego ellos mismos se encargan en confirmar el refrán aquel que dice que «tocó la flauta por casualidad». 

La filmografía de Audiard en lugar de ir en ascendencia climática entre audacia y nobleza sólo se ha visto mermada de ambos valores, y deja bastante que desear en lo que a calidad se refiere. De ahí que me sorprendiera que algunas de mis amistades, que de verdad aman el cine, sabiendo que no veo cine español ni francés desde hace mucho, me incitaran a apreciar Emilia Pérez; frente a tanta insistencia accedí.

«La visión de España y de lo español de Jacques Audiard es sumamente limitada»

Emilia Pérez no es una película mala, cierto, vista la primera vez, pero deja algo de mal sabor, no sé si debido al gustito de oportunismo woke que destila y al que no se sabe si reafirma o rechaza. Sin embargo, si la vemos dos veces, entonces nos daremos cuenta de que no sólo es pésima, sino que sus intenciones, propuestas o no, son las de hundirnos más en el caos de la incultura y la desinformación reinantes. Los mexicanos, por cierto, detestaron la película; frente a sus críticas he sido, creo, bastante magnánima. 

Al llegar a Francia tenía la idea de que los franceses eran personas muy cultivadas, no lo son. En verdad, todo lo contrario. Además, tienen un enorme problema con el sur y con el idioma español, inclusive siendo vecinos y compartiendo historias agradables, y desagradables, aunque historia al fin y al cabo. Prefieren el norte, lo alemán, lo árido. O el árabe, que confunden con la sensualidad, la que yo no presiento ni en Las mil y una noches -por cierto, todavía un libro prohibido en algunos países del Medio Oriente-. La visión de España, de lo español, y del español de los franceses como Audiard es sumamente limitada.

«La película Emilia Pérez contiene el peor español hablado, pronunciado y leído que jamás se ha visto en el cine»

Así lo confesó él mismo cuando le preguntaron si había tenido que investigar mucho sobre México para realizar la película de marras, pues dijo que no, para nada, que no le hizo falta. De ahí que Emilia Pérez sea de las películas que, pese a las correctas actuaciones de dos de sus protagonistas, Karla Sofía Gascón, que es en realidad un hombre transformado en mujer, y de Zoe Saldaña (debe insistir en que escriban correctamente la eñe de su apellido, para que se entienda que no es Saldana, sino Saldaña) contenga el peor español hablado, pronunciado y leído, que jamás se haya visto en la historia del espectáculo. 

Conozco bien la psicología de los franceses, al sentirse descubierto por los mexicanos, que le dejaron las salas de cine desiertas tras comprobar que no sólo a Selena Gómez no se le entendía nada cuando cantaba y menos cuando articulaba. Sino además porque se sintieron estafados con esa historieta romanticona transwoke del Cartel del Narco, que semejante inmundicia tantas vidas ha costado. Jacques Audiard, desde esa presuntuosidad que creen los franceses que les engalana, atacó a lo que él creyó que sería más frágil y comunitario. El idioma español.

«Según el cineasta francés, el idioma español, hablado en la actualidad por 600 millones de personas, no le merece ningún respeto»

Según el cineasta francés, el idioma español es de pobres, de tercermundistas, no le merece ningún respeto. Se está refiriendo a un idioma en permanente enriquecimiento, según la Real Academia de la Lengua Española y de los países en los que se habla. Es el idioma de casi 600 millones hablantes, frente a los 267 millones que en el mundo parlan o chapurrean el francés. Para lo que han tenido que crear instituciones que valoren y animen a hablar esa lengua.

El francés frente al español no crece de la misma manera, a toda velocidad más bien lo contrario. Si estudiamos el argot o slam hablado por la población musulmana en Francia y por los estratos bajos, el francés no sólo ha ido en detrimento, casi no existe en la vida cotidiana, se habla más en árabe. En algunas tiendas de Villejuif en París no responden más que en árabe. Para nada el árabe culto del Líbano, no, el árabe barriobajero.

«Resulta increíble que en pleno siglo XXI un artista francés desprecie el idioma en el que escribieron Cervantes o Borges»

Resulta increíble que en pleno siglo XXI un artista francés, europeo, desprecie el idioma en el que no sólo escribieron Cervantes, Góngora, Quevedo, Lorca, sino también Guillermo Cabrera Infante, Dulce María Loynaz, Ignacio Aldecoa, Carmen Laforet, Juan Rulfo, Manuel Chaves Nogales, José Martí, Juana Borrero, Jorge Luis Borges. Por sólo mencionar a unos pocos de nuestros grandes escritores, y obviando a los lingüistas.

Da pena ajena Jacques Audiard. En francés su apellido se pronuncia «odiar». Bueno, eso, no hay más. 

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