La inteligencia artificial y la energía nuclear

La inteligencia artificial y la energía nuclear

Microsoft, Amazon, Google han firmado acuerdos de más de 5.000 millones de euros para desarrollar reactores para sus centros de computación.

Nos hemos de preguntar como sociedad por qué, mientras las grandes empresas tecnológicas optan por la energía nuclear para sus necesidades presentes y futuras, gobiernos como el español niegan a sus ciudadanos esa fuente de generación condenándonos a la precariedad energética y a los altos precios.

Una de las causas preferidas de los agoreros climáticos, de los partidarios del decrecimiento, y de algunas consultoras estratégicas muy caras y elitistas y también muy erradas, es la llamada ‹‹teoría del desacoplamiento››. Esta teoría viene a decir que es posible mantener un cierto crecimiento económico (moderado, siempre moderado para estos agoreros) sin que exista una correlación en el aumento del consumo energético y de este modo se contradice una de las constantes empíricas más evidentes y obvias en la historia humana.

Como en otros ámbitos algunos se obstinan en negar la tozuda realidad. La prosperidad conlleva un consumo energético mayor y, por si fuera poco, éste se hace cada vez más intenso; y esto no es algo malo. Al contrario, es algo muy provechoso. Más consumo energético significa mayor prosperidad, mayor nivel de vida y nadie, salvo aquellos que no saben valorar lo que tienen y que por tanto no lo merecen, puede pretender revertir el crecimiento humano o reducir su consumo de energía.

“Este campo que será sin duda uno de los sectores con mayor desarrollo en los próximos años”

A lo largo de la historia han existido momentos de revoluciones tecnológicas que han cambiado el curso de la humanidad. La imprenta, la máquina a vapor y la revolución industrial, la electricidad… Qué duda cabe que el desarrollo de las tecnologías de la información es uno de ellos y en concreto el desarrollo y la extensión de internet como medio de comunicación. Ahora llega una consecuencia de todo esto: la inteligencia artificial y la capacidad de generar contenido y de procesar ingentes cantidades de datos de forma automatizada con una mínima intervención humana. 

Empresas tecnológicas como Google, Microsoft, Apple o Facebook se han lanzado a invertir cifras millonarias en este campo que será sin duda uno de los sectores con mayor desarrollo en los próximos años. Para todas ellas existen dos limitaciones físicas: la primera, una disponibilidad energética suficiente para suministrar una potencia de computación adecuada para alimentar estos servidores y, después, unos suministros de agua para poder refrigerarlos. 

“Acuerdos que ascienden a más de 5.000 millones de euros”

Hace unos años las grandes empresas llegaban a acuerdos de ‹‹suministro verde›› que eran ampliamente publicitados y que, en realidad, fueron y son más bien de tipo cosmético y para relaciones públicas, lo que se denomina en la industria como ‹‹greenwashing›› o en español, ecoimpostura. La realidad es que desde hace unos meses las grandes tecnológicas en Estados Unidos se han lanzado a asegurarse la provisión de recursos energéticos a precio asequible y, claro, lo hacen buscando fuentes de energía seguras, económicas y también limpias que no emiten CO2. Y, oh sorpresa, no lo hacen considerando ni la energía eólica ni la solar. Tampoco el hidrógeno.

Lo hacen considerando la energía nuclear. Microsoft, Amazon, Google han firmado acuerdos que ascienden a más de 5.000 millones de euros para desarrollar reactores específicamente dedicados a sus centros de computación. Y es más que comprensible. Se espera que el uso generalizado de la inteligencia artificial suponga más de un 33% del incremento de consumo energético en los próximos dos años. Es evidente que esta tendencia, a pesar de las regulaciones y el intervencionismo que se propone por la izquierda, ha venido pero no para quedarse sino para seguir creciendo. Es en este contexto donde las empresas tecnológicas tienen tres problemas. El primero es la seguridad de suministro energético que, con unos consumos ingentes puede no estar garantizada. La segunda es el coste al que se puede asegurar dicho suministro. Y el tercero es cómo poder minimizar las emisiones de CO2.

“La rentabilidad empresarial se rinde ante la evidencia de las ventajas de la energía nuclear”

La energía nuclear se revela como la mejor de las opciones proporcionando una estabilidad de suministro a largo plazo (se estima en más de 40 años para los reactores modulares en desarrollo), costes reducidos y sin emisiones a la atmósfera. Parece bastante lógico y es que lo es. De hecho, Bill Gates, fundador de Microsoft, se ha unido a la fiebre inversora en empresas de innovación y desarrollo de nuevas tecnologías en el ámbito de la generación nuclear.

De nuevo los agoreros de siempre, la izquierda política y mediática, se han apresurado a hacer lo que mejor saben: intentar parar el progreso y la actividad humana; como antes con el transporte, con los alimentos, con cualquier actividad. Sus recetas son las de siempre:  limitar, regular y constreñir un sector. Por desgracia en la Unión Europea lo están consiguiendo y van a hacer que toda la innovación y el desarrollo tecnológica se produzca en Asia o en América. 

Lo cierto es que, mientras las grandes tecnológicas mundiales se preparan para las necesidades de potencia adicional que van a suponer los centros de datos, los ciudadanos de a pie no tenemos ese privilegio y tenemos que depender de las decisiones de políticos de turno cuya obstinación, vanidad y orgullo es sólo comparable a su ignorancia. 

Mientras el pragmatismo y la rentabilidad empresarial se rinde ante la evidencia de las ventajas de la energía nuclear, en algunos países seguimos escuchando entelequias del hidrógeno, de la solar o de la eólica que, ni sirven ni van a poder suplir las necesidades futuras de la sociedad. 

¿Por qué las empresas tecnológicas de Estados Unidos eligen la energía nuclear?”

Una sociedad que, muy a pesar de la izquierda, seguirá siempre creciendo, innovando y consumiendo más energía como lo han hecho a lo largo de la humanidad. Ahora la pregunta que toca es si en Europa, si en España, vamos a tener la capacidad de desmontar el despropósito del relato antinuclear y de optar por el mismo pragmatismo que han adoptado las grandes tecnológicas estadounidenses. Estaría bien que en nuestro país el doctor en economía que preside gobierno o cualquiera de su tan cualificado gobierno preguntase esto a ChatGPT: ¿por qué las empresas tecnológicas de Estados Unidos eligen la energía nuclear? Y estaría muy bien que lo tuvieran en consideración ahora que pomposamente y como si fueran héroes anuncian el cierre de centrales nucleares.

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