El 28 de mayo de 1785, Carlos III estableció la bandera rojigualda para la Armada y la Marina Mercante
El 28 de mayo de 1785, mediante un Real Decreto, firmado en el palacio de Aranjuez, Carlos III estableció una bandera para la Armada y la Marina Mercante, para distinguirla de las que ondeaban, por su común adscripción borbónica, en los mares y océanos. El documento decía lo siguiente:
Para evitar los inconvenientes, y perjuicios, que ha hecho ver la experiencia puede ocasionar la Bandera nacional, de que usa mi Armada naval, y demas Embarcaciones Españolas, equivocándose á largas distancias, ó con vientos calmosos con las de otras Naciones; he resuelto, que en adelante usen mis Buques de guerra de Bandera dividida á lo largo en tres listas, de las que la alta, y la baxa sean encarnadas, y del ancho cada una de la quarta parte del total, y la de en medio amarilla, colocándose en esta el Escudo de mis Reales Armas reducido á los dos quarteles de Castilla, y Leon con la Corona Real encima; y el Gallardete con las mismas tres listas, y el Escudo á lo largo, sobre quadrado amarillo en la parte superior:
Y de las demas Embarcaciones usen, sin Escudo, los mismos colores, debiendo ser la lista de en medio amarilla, y del ancho de la tercera parte de la Bandera, y cada una de las restantes partes dividida en dos listas iguales encarnada, y amarilla alternativamente, todo con arreglo al adjunto diseño. No podrá usarse de otros pavellones en los Mares del Norte por lo respectivo á Europa hasta el paralelo de Tenerife en el Océano, y en el Mediterraneo desde primero del año de mil setecientos ochenta y seis: en la América Septentrional desde principio de Julio siguiente; y en los demas Mares desde primero del año de mil setecientos ochenta y siete. Tendréislo entendido para su cumplimiento.
«Durante la Guerra de la Independencia, la rojigualda se empleó en batallas como la de Bailén. En 1812, fue el símbolo que presidió las Cortes que redactaron la famosa Pepa»
La nueva enseña se eligió entre los doce modelos, en los que el rojo y el amarillo predominaban, que Antonio Valdés, ministro de Marina, presentó al rey. De este modo, el escudo real sobre fondo blanco, que hasta la fecha identificaba, de un modo confuso, a los barcos españoles, fue relegado. Implantada en la mar, la bandera se extendió, un año más tarde, a astilleros, fortificaciones marítimas y arsenales,entre ellos, los de El Ferrol, La Habana o Cádiz.
Durante la Guerra de la Independencia, acaso porque personal de marinería se integró en las tropas combatientes en tierra, la rojigualda se empleó en batallas como la de Bailén. Un año más tarde, la bandera se izó durante el sitio de Gerona. En 1812, en las Cortes que redactaron la famosa Pepa, fue el símbolo que presidió tan trascendentales jornadas. A pesar de que muchos de los cultivadores del mito de la II República española emplean el himno de Riego como un arma arrojadiza contra los actuales símbolos españoles -el Rey, pero también la bandera-, el levantamiento de Las Cabezas de San Juan, ocurrido en 1820, se hizo bajo los colores amarillo y rojo.
«El 13 de octubre de 1843, la bandera rojigualda se oficializó como enseña para todo el territorio nacional de España»
Finalmente, el 13 de octubre de 1843, un Real Decreto ofrece las razones de la oficialización y, por ende homogeneización, de este símbolo, ya largamente empleado:
Siendo la bandera nacional el verdadero símbolo de la monarquía española, ha llamado la atención del Gobierno la diferencia que existe entre aquella, y las particulares de los cuerpos del ejército. Tan notable diferencia trae su origen del que tuvo cada uno de esos mismos cuerpos porque formados bajo la denominación é influjo de los diversos reinos, provincias o pueblos en que estaba antiguamente dividida la España; cada cual adoptó los colores ó blasones de aquel que le daba nombre. La unidad de la monarquía española y la actual organización del ejército y demas dependencias del Estado exigen imperiosamente desaparezcan todas las diferencias que hasta ahora han subsistido sin otro fundamento que el recuerdo de esa división local, perdida desde bien lejanos tiempos.
El artículo 2ª, dejaba, no obstante, la puerta abierta al mantenimiento del color morado de Castilla:
Art. 2°: Los cuerpos que por privilegio u otra circunstancia llevan hoy el pendón morado de Castilla usarán en las nuevas banderas una Corbata del mismo color morado y del ancho de las de San Fernando, única diferencia que habrá entre todas las banderas del ejército.
«Desde entonces, la rojigualda fue popularmente aceptada. De hecho, la I República, mantuvo los colores en la bandera, que también adoptaron los carlistas»
Desde entonces, esos dos colores presidieron tanto actos de la realeza como pronunciamientos. Por decirlo de otro modo, la rojigualda fue popularmente aceptada. De hecho, la I República, tan olvidada por los segundorrepublicanos actuales, mantuvo los susodichos colores, que también adoptaron los carlistas. El color morado, sin embargo, se mantuvo en algunos cenáculos, hasta su reaparición en la bandera aprobada en la Constitución de 1931.
En el Decreto de 27 de abril de 1931, podemos leer:
Hoy se pliega la bandera adoptada como nacional a mediados del siglo XIX. De ella se conservan los dos colores y se le añade un tercero, que la tradición admite por insignia de una región ilustre, nervio de la nacionalidad, con lo que el emblema de la República, así formado, resume más acertadamente la armonía de una gran España.
Como en anteriores cambios de régimen, también se modificó el escudo:
En el centro de la banda amarilla figurará el escudo de España, adoptándose por tal el que figura en el reverso de las monedas de cinco pesetas acuñadas por el Gobierno provisional en 1869 y 1870.
«La Constitución de 1978 mantuvo la bandera, con un tardío cambio del escudo, suprimiendo el águila de San Juan»
Apenas iniciada la Guerra Civil, el 29 de agosto de 1936, el bando sublevado adoptó la bandera roja y gualda. Tal adopción, que recogía la tradición ya expuesta morosamente, justifica, en gran medida, su caracterización como bando nacional, frente a otro, llamado popular, tendente al empleo de otros símbolos como el soviético. A la recuperación de estos colores se sumó la de símbolos heráldicos, ejemplo de ello es el águila de San Juan o los cuarteles clásicos de los reinos medievales, que hundían sus raíces en la Historia de España y que, incluso, como es el caso del yugo y la cuerda que le acompañaba, conectaban con el mundo clásico.
La Constitución de 1978, mantuvo la bandera, con un tardío cambio del escudo. Un año antes, Santiago Carrillo, secretario general del PCE, asumió la bandera «con los colores oficiales del Estado» y renunció a la republicana. La decisión se produjo apenas unos días antes de la legalización de su partido por parte de Adolfo Suárez.
«La bandera de España sufre constantes ofensas por parte de secesionistas y la izquierda, alineada con ideas supranacionales e independentistas»
Cuando se cumplen 240 del establecimiento de este símbolo colectivo, la bandera de España sufre constantes ofensas por parte de las sectas secesionistas y por la de numerosos miembros de la izquierda indefinida, tan alineada con ideas supranacionales como reidora de todas las gracias emanadas de aquellos terruños que abjuran de su pertenencia a España, fruto de su ignorancia y de su autodesprecio.