Athletic de Bilbao, el club donde anida el cariño a ETA

Athletic de Bilbao, el club donde anida el cariño a ETA

Cánticos, comunicados y gestos cómplices confirman la sintonía de la entidad deportiva con la banda terrorista

Se publicó en prensa el 13 de agosto de 1980. El lehendakari Carlos Garaikoexea había esperado a pie de pista en el aeropuerto de Sondika (Bilbao) al ‹‹héroe›› Martín Zabaleta, primer vasco en coronar el Everest, acompañado del serpa Pasang Temba. Al llegar a la cima, plantaron bandera, pero no una ikurriña cualquiera, ya que en el lado derecho llevaba el logotipo del movimiento antinuclear y en el derecho el de la banda terrorista ETA, la famosa serpiente enroscada en el hacha. Tampoco 1980 era un año normal, ya que ETA estaba en su máximo voltaje, incluso batiría su récord de asesinatos segando 95 vidas.

El pasado sábado, antes del partido Athletic-Espanyol, el estadio de San Mamés se puso en pie para aclamar a Zabaleta cuando realizó el saque de honor del Athletic-Espanyol. El montañero había declarado estar ‹‹harto del asunto›› de la polémica del anagrama de ETA en la bandera, pero nunca se arrepintió de su apoyo al terrorismo. Movistar se negó a retransmitir este reconocimiento simbólico y la asociación civil Ego Non (‹‹Nosotros no››) agradecieron el gesto como una muestra de rechazo y dignidad, aunque es debatible si la motivación fue esa o simplemente evitar polémicas (la mayoría de periodistas deportivos evitaron este asunto). ¿No hubiera sido mejor explicar el conflicto, incluso mostrando la foto de la discordia? Medio siglo de pasividad y sintonía del club con ETA ha hecho posible que las actitudes cómplices parezcan enquistadas para siempre. 

No es solo lo que haya hecho el Athletic, sino lo que ha dejado de hacer a lo largo de estas décadas. El estadio de San Mamés, conocido como La Catedral, nunca ha guardado un minuto de silencio por las víctimas. La Liga intentó forzarlo en 2008 y la cosa no de pasó de los ocho segundos. Allí comenzaron los abucheos del Fondo Norte, que se hicieron tan incómodos que el árbitro del encuentro decidió suspender el homenaje a Isaías Carrasco, concejal del PSOE asesinado por ETA en Mondragón. La nota de prensa previa del Athletic desprendía una brutal neutralidad, destacando que el minuto de silencio se hacía ‹‹atendiendo a la petición de La Liga de Fútbol Profesional››, fórmula burocrática que marca distancia entre el Athletic y el acto, dejando claro que ellos nunca lo hubieran convocado por iniciativa propia. 

Tampoco es que el Athletic rehúya posicionamientos políticos: por ejemplo, es uno de esos clubes que disfruta iluminando su estadio con la bandera del arcoiris, en favor del lobby LGTBI+, con el eslogan ‹‹Ahora tod_s valoramos la libertad››. El agravio comparativo es evidente, como si una banda terrorista que mata y secuestra a quien no piensa como ellos no se considerase algo que afecta a la libertad y la convivencia de todos. Detrás de esta evidente alianza con la izquierda abertzale emerge la famosa ‹‹filosofía›› del club, el enfoque que les hace ‹‹diferentes›› y que consiste en alinear solamente a jugadores que tengan ‹‹raíces vascas››. Es algo de lo que los socios hablan con pompa y solemnidad, aunque desde fuera se vea de otra manera. 

El último ejemplo: hace unos días, el futbolista Marc Cucurella lo denunciaba de manera divertida en el programa La Revuelta, de David Broncano. El lateral de la selección explicó que había intentado que su hijo naciese en el País Vasco para que tuviera posibilidad de jugar en el club vizcaíno, aunque le ‹‹salió mal el timing››. Luego ‹‹Cucu››, tirando de retranca, añadió que tampoco pasaba nada porque la directiva del Athletic siempre encuentra maneras de arreglar este problema. ‹‹Si no (nacen en el País Vasco), enseguida les buscan una prima o una abuela››, soltó Cucurella, provocando una carcajada en el público. La percepción general es que esta ‹‹filosofía›› tiene mucho más que ver con una exhibición narcisista de singularidad que con un verdadero compromiso con el fútbol de base.

El cariño que siente gran parte de la afición del Athletic por la banda terrorista ETA es algo que podemos llamar cotidiano. Se refleja, sobre todo, en cánticos que resuenan en muchos partidos. ‹‹Arriba, arriba, arriba, arriba con la Goma 2/ que en Euskadi se prepara, que en Euskadi se prepara/ ¡pim, pam, pum!, la revolución››, entonan miles de aficionados desde las gradas. Goma 2 es un explosivo que la banda terrorista ETA utilizaba de manera habitual para sus crímenes. A lo largo de 2023, la Liga denunció este cántico, además de insultos como ‹‹españoles, hijos de puta›› o ‹‹Carvajal, hijo de puta›› (el capitán de la selección es especialmente odiado por su patriotismo español). Los comunicados del Athletic, como ya es tradicional, evitan los reproches a este tipo de comportamientos, limitándose a indicar a sus socios que los cánticos deben cesar por el perjuicio económico que causan al club. Por cierto, la factura no es tan grande, poco más de 6.000 euros por partido, una cifra modesta para un equipo cuyo presupuesto supera los 133 millones de euros anuales.

Para sorpresa de nadie, una de las personas que mostraron su alegría en redes por el homenaje a Zabaleta fue Arnaldo Otegi, líder de la formación separatista Bildu. Otegi ha pasado varias veces por prisión debido a su pertenencia a ETA, la condena más sonada fue a seis años de cárcel por el secuestro en 1979 del director de la fábrica de Michelín, Luis Abaitua, que cumplió entre 1987 y 1993. El mensaje de Otegi en redes consistía en compartir el tuit de la cuenta oficial del Athletic en el que se mostraba un vídeo con el saque de honor de Zabaleta, añadiendo el comentario ‹‹Somos vascos, del País Vasco. Gracias al Athletic y a su afición››. Parece un texto banal, pero no lo es: implica que las víctimas de ETA y quienes se oponen a la banda no lo son tanto, o directamente no lo son.

¿Es el Athletic un equipo que respete el fútbol de cantera? Solo si esa cantera es la suya, la de Lezama. Cuando es la de otros, no han dudado en tirar de cartera para hacerse con jugadores destacados. El club rojiblanco pagó a la Real Sociedad 550 millones de pesetas en 1995 para llevarse al joven delantero Joseba Etxebarría, de tan solo 17 años, bota de oro en el Mundial Sub-20 de Qatar. ¿Dónde está el romanticismo en esa operación? En 2006, el Athletic destinó seis millones de euros para liquidar a cláusula de rescisión de Javi Martínez en Osasuna, que el club navarro se negaba a negociar. Martínez tenía solo 17 años y todavía no había jugado ningún partido en Primera División.

En 2006, tras fichar por el Bayern de Múnich, Javi Martínez pidió pasar por un entrenamiento para despedirse de sus compañeros, pero un directivo resentido denegó el permiso. Tuvo que acceder a las instalaciones por una puerta medio secreta para rescatar del vestuario una preciada pertenencia personal: la foto de un amigo, muerto en accidente de coche a los 19 años. Alguien del club se inventó que había saltado la valla, cometiendo allanamiento. En 2022, el Athletic hizo una oferta para su regreso, pero Martínez declinó poniendo rumbo a Qatar.

El precio de fichar por el Athletic lo conoce bien el jugador vasco-francés Bixente Lizarazu, que al principio compraba el misticismo romántico del club vasco. Fichó por el Athletic en la temporada 1996-97, con toda la ilusión, mientras excompañeros de equipo se colocaban en la Juventus (Zidane) o el AC Milan (Dugarry). Cambió el nombre de ‹‹Vicent›› por ‹‹Bixente›› y celebró victorias ondeando la ikurriña. En su biografía, cuenta cómo su presidente ─José María Arrate─ le presionó hasta el extremo de no saber ‹‹si hacía deporte o servía a una causa política››.

Lizarazu terminó fichando por el Bayern de Munich, por lo que Arrate llegó a amenazarle, ‹‹jurando que eso iba a rodar mal para él›› y tratándole de ‹‹traidor a la patria››. Las profecías de Arrate se cumplieron: poco después de vestir la camiseta francesa en la Eurocopa de 2000, Lizarazu recibió una carta de ETA. Decía lo siguiente: ‹‹Sentimos cólera porque has defendido los colores de un Estado enemigo de Euskal Herria. Has sido pagado con creces con el dinero robado al pueblo vasco. Habida cuenta de los emolumentos recibidos del enemigo, ETA se dirige a ti. Una falta de respuesta entrañaría una respuesta contra ti o contra tus bienes››, amenazaban.

Lizarazu tuvo que recurrir a los escoltas, en los aeropuertos entraba por pasos reservados a los objetivos de organizaciones criminales y en Alemania acudía a los entrenamientos del Bayern en una berlina camuflada, con armas largas al alcance de la mano. Cuando la noticia de la carta de ETA llegó al País Vasco, el diputado socialista Ramón Jáuregui y el portavoz del PNV, Iñaki Anasagasti, la calificaron de ‹‹aberración›› y reclamaron una reacción del deporte vasco. Nadie recogió el guante: ni el Athletic ni la Real Sociedad. Está claro que el club de San Mamés es pasivo en unas cosas y proactivo en otras. El año pasado, por ejemplo, solicitaron a la empresa EA Sports que liberase a sus jugadores de la obligación de posar con la bandera española para las fotos del Fifa, su famoso videojuego de fútbol. ¿Conclusiones? Una muy sencilla: así funciona este club presuntamente especial, propiciando espacios donde cualquier etarra se sentirá como en casa y donde otros vascos saben que están de sobra.

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