Blancanieves ya no es blanca como la nieve

Blancanieves ya no es blanca como la nieve

Batacazo en taquilla del remake ultrawoke de Blancanieves, con una actriz latina de piel aceitunada y siete grotescos enanitos digitales

Si Michael Jackson levantara la cabeza alucinaría en colores. Él, que fue acusado de racista por aclarar el tono de su negra piel, vería cómo la Disney ha convertido el cambalache racial en el pan nuestro de cada día. Pero, al contrario que Jackson, Disney no blanquea a sus personajes, sino que los oscurece para que encajen en el troquel woke.

Entre otras cosas, Disney nos ha colado una Campanilla afroamericana, una Sirenita negra o una princesita amarilla. Ahora, la productora añade otro color a su arcoíris multirracial con una Blancanieves latina, encarnada por la actriz de raíz colombiana Rachel Zegler.

«La elección de Rachel Zegler como Blancanieves traiciona al icónico personaje que, en el cuento, tenía la ‘piel blanca como la nieve’»

Cuando se hizo pública esta elección, fueron muchos los que pusieron el grito en el cielo. Porque la película pretende ser un remake en acción real del clásico animado Blancanieves y los siete enanitos (David Hand, 1937), pero traiciona a su referente con una Blancanieves cuya aceitunada tez no se corresponde con la del icónico personaje que, según el cuento original, tenía «la piel blanca como la nieve».

Descubierta por Steven Spielberg en su West Side Story (2021), Rachel Zegler es una actriz de 23 años que no se caracteriza precisamente por su discreción. Airada por las críticas, escribió en sus redes sociales: «Sí, soy Blancanieves y no, no voy a blanquear mi piel para el papel». En las entrevistas, Zegler intentó justificar el disparate diciendo que su personaje estaba inspirado en otra versión del cuento en la que «los reyes le llamaron a la princesa Blancanieves para recordarle su resiliencia, porque había sobrevivido a una tormenta de nieve».

«En la película se elimina al personaje del príncipe Florian, que el wokismo tacó de acosador por darle un beso ‘no consentido’ a Blancanieves»

La nueva Blancanieves es una princesa emponderada, más interesada en liderar una rebelión contra su madrastra que en encontrar el amor. Por eso en la película se elimina al personaje del príncipe Florian, que el wokismo tachó de acosador por darle un beso «no consentido» a Blancanieves. Lo sustituye un bandido interpretado por Andrew Burnap, que se enamora de Blancanieves «por su personalidad»; en una insípida canción, la joven le dice que, si le pasa algo, la salve «con un beso». O sea, que le da su consentimiento, convirtiendo el posterior ósculo en un gesto soso y melífluo.

Y luego está la polémica de los enanitos, desencadenada por el actor Peter Dinklage —el enano de Juego de Tronos— que, cuando se enteró que iban a rodar la película, acusó a la Disney de «hipócrita» por jugar al progresismo escogiendo a una Blancanieves latina, pero reafirmar los estereotipos de las personas con acondroplasia revisitando «una historia retrógrada sobre siete enanos que viven juntos en una cueva».

«Esta Blancanieves pone a los enanos a hacer las tareas domésticas cuando vuelven reventados de trabajar en la mina»

Asustada, Disney tomó una decisión arriesgada: en lugar de contratar actores bajitos, utilizó imágenes generadas por ordenador. El resultado son siete enanos digitales que asustan al miedo, y que han provocado las iras del colectivo androcoplásico. El fisioculturista Choon Tan, por ejemplo, ha dicho que «recrear así a los siete enanitos es absurdo y discriminatorio».

Para más inri, Mudito, el enano más simpático de la película original, en la nueva versión ¡habla! después de que Blancanieves le ayude a «liberar la confianza en sí mismo». Y al hablar, pierde toda la gracia. También se ha eliminado la escena de los enanos bañándose, así como una exclamación de Gruñón: «¡Bah, mujeres!». Naturalmente, esta Blancanieves no cocina, ni cose, ni barre la casa de los enanos, sino que los pone a ellos a hacer las tareas domésticas cuando vuelven reventados de trabajar en la mina.

«Las constantes declaraciones de Rachel Zegler en redes sociales contra Israel o los votantes de Trump no beneficiaron la promoción de la película»

Conscientes del engendro que habían perpetrado, los ejecutivos de Disney sintieron pánico a que se produjera una reacción antiwoke contra la película, y restringieron su presentación a la prensa. Además, ataron corto a Rachel Zegler, minimizando sus entrevistas para que no volviera a meter la pata. Pero olvidaron que la chica tiene internet.

Al filo del estreno, Zegler escribió en sus redes sociales «¡Palestina libre!», enemistándose con medio planeta y con la actriz israelí Gal Gadot, que interpreta a la madrastra de Blancanieves. Y, poco después, Zegler tuiteó: «¡A la mierda Trump y sus votantes!», faltándole a más de 77 millones de personas. Enfurecido, el productor de Blancanieves, Marc Platt, cogió un avión y visitó personalmente a la actriz para tirarle de las orejas por involucrar sus ideas políticas en la promoción de la película, poniendo en peligro su éxito.

«Blancanieves ya figura como una de las peores películas de la historia en plataformas como IMDb, Letterboxd o Rotten Tomatoes»

Pero tampoco vamos a echarle toda la culpa del desastre a la Zegler. Porque la guionista Erin Cressida Wilson, el director Marc Webb y los compositores Benj Pasek y Justin Paul también han contribuido a convertir el filme en un esperpento progre. No es raro, pues, que los espectadores se duerman en el cine y que Blancanieves ya figure como una de las peores películas de la historia en plataformas como IMDb, Letterboxd o Rotten Tomatoes.

«El pueblo necesita sentir bondad», dice la Blancanieves buenista. Pero la película ha sufrido un auténtico descalabro en taquilla: solo ha ingresado 143 millones de dólares, frente a los 270 que costó. Tamaño fracaso ha provocado que Disney haya cancelado el rodaje de Enredados, otro remake en imagen real de un clásico en el que, probablemente, la rubísima Rapunzel habría sido interpretada por una actriz más morena que la Coca-Cola.

«La película de Disney solo ha ingresado 143 millones de dólares frente a los 270 que costó»

Entretanto, Walt Disney debe estar revolviéndose en la cámara criogénica donde, según la leyenda, descansa congelado. Demócrata hasta 1940, a partir de entonces se pasó al Partido Republicano porque su única ideología era «lo que le venga bien al mercado». Si levantara la cabeza, demandaría a los responsables de esta Blancanieves cetrina, avinagrada y feminista. Una princesa que ningún príncipe en sus cabales se atrevería a besar.

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