La debilidad demográfica del totalitarismo chino

La debilidad demográfica del totalitarismo chino

Son muchos quienes miran hacia China con motivo del XX Congreso del Partido Comunista Chino, en el que se espera consagre a Xi Jinping como nuevo gran timonel, en la estela de Mao. Pero mientras el mundo asiste a la consolidación de un poder omnímodo, quizás venga bien fijar nuestra atención en uno de sus talones de Aquiles.

Hace sólo tres años las predicciones de la ONU apuntaban a que en una década China alcanzaría un pico de población de 1.460 millones. Ahora, según un nuevo informe de la ONU, el horizonte ya no es el mismo, y es que el crecimiento de población de China se ha desplomado, pasando de los ocho millones al año hace diez años a tan sólo 480.000 el año pasado. Es fácil imaginar el impacto que tendrá esta tendencia en la rápida reducción de la población activa. Si las anteriores proyecciones indicaban que para el año 2100 la población china de 15 a 64 años sería de 579 millones, ahora ya se ha revisado a la baja esta cifra hasta dejarla en 378 millones, lo que supone un descenso del 34%. Esto significa que China sufrirá el mayor descenso de población en edad de trabajar de todas las economías del G20. Según The Lancet, la población de China se reducirá un 45% a finales de siglo. Una población activa decreciente sumada a una población jubilada creciente dibuja un escenario económico complicado en el que la tarea de mantener el crecimiento de la economía china en estas condiciones se antoja francamente difícil.

Sigamos con algunos datos más: el número nacimientos en China descendió a 10,6 millones el año pasado, 1,4 millones menos que el año anterior. Se trata de unas cifras de nacimientos inferiores a las que se experimentaron durante la gran hambruna de la década de 1950, y eso a pesar de que la política del hijo único fue abandonada en 2015. Pero igual que destruir es mucho más fácil y sencillo que construir, limitar los nacimientos se está revelando como algo mucho más fácil y sencillo que reactivarlos (el año pasado, el Partido Comunista Chino dio permiso para tener tres hijos), algo para lo que las medidas tomadas por el Gobierno chino para fomentar más nacimientos están consiguiendo pobres resultados. Los dirigentes chinos están descubriendo ahora que una cosa es permitir tener más de un hijo, y que otra, muy diferente, es tenerlos. Un régimen como el chino puede muy bien limitar los nacimientos con recurso a multas, esterilizaciones o incluso abortos contra la voluntad de los padres, pero hasta el momento no está siendo capaz de obligar a sus ciudadanos a tener más hijos.

Estas reflexiones, que hasta el momento eran tabú en la propia China, ya no se limitan a círculos restringidos, sino que el mismo Qiushi Journal, la revista del Comité Central del Partido Comunista, ha publicado un informe de la Comisión Nacional de Salud titulado «Escribiendo un nuevo capítulo sobre la población para una nueva era«. Se trata de una gran novedad porque el propio régimen acepta ya, de forma pública e inequívoca, que la baja fertilidad es «el factor de riesgo más importante» al que se enfrenta China. De hecho el artículo del Qiushi Journal afirma que la población china ya disminuirá durante el 14º plan quinquenal (2021-25) y define cuatro grandes retos demográficos: (1) descenso de la natalidad (en algunas regiones cae un 40%); (2) aumento de la reticencia a tener hijos; (3) envejecimiento de la población (el 30% tendrá más de 60 años ya en 2035); y (4) reducción del tamaño de las familias.

El problema está claro, la solución no tanto. Especialmente cuando se apuesta por reforzar la hegemonía del Partido y su ideología en todos los ámbitos. Lo que sí sabemos es que 17 departamentos han lanzado un gigantesco plan de promoción de la fertilidad que incluye ayudas financieras, ventajas fiscales, ayudas para vivienda, educación, empleo… Medidas todas muy loables, pero que, sin un cambio cultural, un cambio de mentalidad, se antojan de alcance limitado. Eso sí, mientras tanto China continúa con la tasa de abortos más alta del mundo. Un dato nos dará una idea de la magnitud del fenómeno: el número de abortos en China desde 1979 supera a la población actual de los Estados Unidos.

Cuando acaben las ovaciones y se retire del escenario, el espectro del colapso demográfico estará esperando a Xi Jinping.

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