La izquierda antiliberal y el problema de la libertad

La izquierda antiliberal y el problema de la libertad

El hecho de que incluso periódicos y personalidades no adscritas al pensamiento conservador se hayan dado cuenta del peligro que representa la izquierda antiliberal, prueba que estamos ante una deriva que incluso la izquierda democrática no debería dudar en afrontar.

En los últimos años, los medios de comunicación convencionales han estado muy ocupados denunciando el peligro de la deriva antiliberal de la derecha y las amenazas autoritarias de los políticos soberanistas. En cambio, no han advertido la proliferación de un movimiento político-cultural mucho más influyente, aunque minoritario, que se ha difundido por todo Occidente y ha puesto en cuestión costumbres y estilos de vida que siempre han pertenecido a nuestra sociedad. Primero lo políticamente correcto, y luego la cultura de la cancelación han ido minando valores que hasta hace unos años considerábamos básicos para la democracia como la libertad de expresión y la oposición a la censura en el mundo universitario.

Una deriva cada vez mayor y que ya no solo se limita a un manto de conformismo en las universidades, sino que ha permeado todos los ámbitos de la sociedad hasta alcanzar un nivel que resulta alarmante incluso a los que un principio juzgaron positivos estos movimientos, caracterizados por posiciones a menudo antidemocráticas. Es el caso de la revista The Economist, que tituló su último número “La amenaza de la izquierda antiliberal” dedicando su portada al peligro que representa dicho movimiento.

¿Qué características posee esta nueva izquierda? En primer lugar, la intolerancia hacia cualquier idea o pensamiento que no sea el propio. No es casualidad que las religiones tradicionales, en particular el cristianismo, se opongan a la izquierda antiliberal, ya que ella misma se convierte en una religión y asume un carácter dogmático imposible de cuestionar. De ahí la negación de la discrepancia y el empeño en prevenirlo recurriendo a la censura y a la marginación para quien tenga ideas distintas a las que propagan los profetas de la izquierda antiliberal.

El semanario británico identifica seis grandes asuntos en los que se basa la nueva generación de progresistas antiliberales, retomando las bases de los estados confesionales: imponer la ortodoxia, hacer proselitismo, expulsar a los “herejes”, censurar libros, imponer sus creencias y condenar nuevas formas de blasfemia.

Estamos ante una ideología que quiere cambiar todos los ámbitos de la sociedad y por esa razón se ha dotado de un nuevo lenguaje caracterizado por el uso del símbolo “@” para abolir los géneros -hombre y mujer- y redefinirlos según nuevos criterios subjetivos. Es el triunfo del relativismo y la respuesta equivocada a la crisis de identidad que sufren las democracias liberales occidentales. De hecho, The Economist, aunque se atreve a plantear la cuestión refiriéndose a la amenaza real que representa la izquierda antiliberal, se equivoca en el diagnóstico al justificar Mayo del 68 y no entender que era un síntoma de la enfermedad que estamos sufriendo hoy.

No es casualidad que ambos movimientos comenzaran en las universidades y se extendieran luego a la sociedad, afectando a todo Occidente y también a Italia. Cómo olvidar que, en noviembre de 2007, el Papa Ratzinger se vio obligado a renunciar a inaugurar el año académico en la Universidad de La Sapienza de Roma a pesar de la invitación del rector porque algunos estudiantes y profesores le impidieron hablar. Fue un anticipo que se convertiría en práctica habitual en nuestros días y está alcanzando un nivel cada vez más insostenible.

El hecho de que incluso periódicos y personalidades no adscritos al pensamiento conservador se hayan dado por fin cuenta del peligro que representa la izquierda antiliberal, prueba que estamos ante una deriva que incluso la izquierda democrática no debería dudar en afrontar para no encontrarnos, en muy pocos años, con una sociedad cada vez menos libre y cada vez más intolerante.

Artículo original a continuación.

20210920-Giubilei

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