Los tentáculos de Irán en América Latina

Los tentáculos de Irán en América Latina

Cuando el ayatolá Jomeini ascendió al poder en 1979 introdujo a sangre y fuego su filosofía y elevó el chiísmo como un principio central de su gobierno, y a la eliminación de Israel como una condición necesaria antes de que el mundo musulmán pudiera unirse para lograr un renacimiento global.

El jomeinismo es una ideología islamista chiíta radical que funde a la religión y la política según el principio de velayat-e faqih (tutela del jurista islámico) para otorgar a un jurista islámico del papel de líder supremo del régimen que ostenta la autoridad religiosa y política final sobre todos los asuntos de Estado, basado en el derecho divino.

En este siglo el gobierno de los ayatolás ha acrecentado su poder mundial gracias a una agresiva campaña expansionista que se monta sobre cualquier causa que ataque o cuestione al sistema occidental, aun cuando los reclamos no se acerquen a los propósitos del régimen e incluso sean abiertamente contrarios. Por ejemplo, el antisionismo iraní nunca se basó en la causa palestina, durante la guerra civil siria, Irán apoyó al gobierno de Bashar al-Assad, incluso cuando las tropas de Assad asesinaron a miles de palestinos y desplazaron a cientos de miles a campos de refugiados. Las fuerzas iraníes también participaron activamente en la masacre de 2013 en el campo de refugiados de al-Yarmouk en Damasco, de nuevo provocando miles de muertos y desplazados. Irán nunca se conmovió por los palestinos y las turbas occidentales que hoy gritan “free Palestine” jamás le reclamaron a los ayatolás por los muertos palestinos ni porque la República Islámica se niegue a aceptar refugiados palestinos.

Tampoco sus proxis como Hamas, Hezbolá y los Hutíes se tienen particular aprecio y desde 1979, el conflicto entre suníes y chiítas ha causado la muerte de más de un millón de musulmanes y ha desplazado a millones más. Pero las alianzas muchas veces se conforman en base a intereses cruzados, a necesidades comerciales, logísticas o estratégicas y el gobierno iraní se ha transformado, hoy, en el principal propagandista de la “causa propalestina” para conseguir apoyo internacional, obtener apoyo interno en momentos en los que el régimen se tambalea económica y políticamente y activar todo el sistema de intromisión activista que ha desparramado por el globo. Esa penetración también le permite aumentar el apoyo a Irán en el mundo musulmán de cara a la interna que mantienen con Arabia Saudita desde hace décadas.

La narrativa antiisraelí es un aglutinante para la República Islámica y esa narrativa superficial, maniquea y sesgada, es la frivolidad que demanda el wokismo para abrazar cualquier causa liberticida y antioccidental. El wokismo demente, como evolución degenerativa de los movimientos de descolonización, le permiten a Irán sembrar sobre la causa palestina el fervor revolucionario. Hace décadas, incluso antes de hacerse con el poder, Jomeini declaraba «Exportaremos nuestra revolución a todo el mundo» y «Hasta que el grito ‘No hay más dios que Alá’ resuene en todo el mundo, habrá lucha». Al llegar al poder y posicionarse como el verdadero alma del mundo islámico y del verdadero Islam, Irán comenzó a explotar su propio modelo de ideología para socavar a sus rivales árabes y en esta cosmovisión religiosa, la exportación de la Revolución iraní es un requisito fundamental.

Fue el surgimiento paulatino del Socialismo del Siglo XXI un bálsamo para Irán cuando comenzaba este siglo. Irán padecía un aislamiento del que el chavismo lo podía rescatar y para los narcoestados en ciernes la República Islámica era un socio comercial e ideológico de lujo. Después de décadas de penetración persistente y sistemática en América Latina, Irán está alcanzando su máximo potencial geopolítico en el continente gracias al desarrollo de una red formal e informal de socios y aliados. Según la DEA, los miembros de Hezbolá han establecido relaciones comerciales con cárteles de la droga sudamericanos, proveedores de Europa y Estados Unidos. Alberto Nisman, el fiscal argentino asesinado por investigar el atentado de Hezbolá a la AMIA, acusó judicialmente al régimen iraní, con Mohsen Rabbani a la cabeza, de infiltrar países de América Latina y organizar agencias de inteligencia clandestina destinadas a fomentar el terrorismo internacional. Nisman explicó con detalle cómo Irán había utilizado actividades culturales para infiltrarse en América Latina. Las sedes diplomáticas cumplirían una función de promoción, al tiempo que brindan inmunidad diplomática a los terroristas. En tanto que las mezquitas funcionaban como centro de reclutamiento.

Irán ha emprendido una estrategia para fortalecer sus vínculos políticos, comerciales, culturales y militares con América Latina para jugar en el patio trasero de su gran enemigo, Estados Unidos, y además utilizar las zonas como la Triple Frontera entre Brasil, Argentina y Paraguay, donde puede desarrollar múltiples propósitos como los de entrenamiento, tráfico de armas y financiación narco. El papel de Hezbolá en el narcoterrorismo en América Latina se denunció a través de ex jefe de operaciones especiales de la DEA, Michael Braun, dijo al Congreso de Estados Unidos que los miembros de Hezbolá estaban asociándose con los cárteles de la droga latinoamericanos y mexicanos. El Proyecto Cassandra de la DEA ha estimado que Hezbolá gana miles de millones de dólares gracias al tráfico de drogas en la zona de la Triple Frontera.

Hezbolá mantiene vínculos con los cárteles más violentos de América Latina en México, Colombia y Brasil. La cadena de lavado de dinero, según un informe, comienza en Europa: millones de euros en ganancias que se transfieren a través de una red de empresas fantasma. El exministro de Defensa colombiano, Diego Molano, confirmó que Hezbolá también ha estado espiando a empresarios estadounidenses e israelíes en Colombia, y a diplomáticos estadounidenses en Bogotá.

Gracias a la prostitución ideológica y geopolítica de los organismos internacionales que en este siglo han alcanzado un nivel de hipocresía sin precedentes, Irán se ha erigido como un defensor de los derechos humanos, la justicia social y de los oprimidos, a pesar de ser una dictadura brutal que no respeta ni un porcentaje mínimo de la Declaración de los Derechos Humanos. Este delirio narrativo sólo fue posible luego de que Naciones Unidas y sus agencias satélite fueran cooptadas por la izquierda merced a una dirección integrada por miembros de partidos comunistas, exterroristas y miembros de las élites del Partido Comunista Chino. Irán ha construido una versión “for export” de la Revolución Islámica para que sus predicadores la hicieran digerible en la región lanzando también su señal HispanTV una plataforma de mucha menos monta que la poderosa Al Jazeera, pero que le permite transmitir su mensaje a casi una veintena de países de América. Por cierto ambas cadenas montadas sobre la base de expandir el relato antioccidental al mundo, actúan coordinadamente en lo que se refiere a la difusión de la judeofobia y difunden ampulosamente bulos que sólo excepcionalmente luego desmienten.

Desde que la segunda ola de gobiernos chavistas volvió a Latinoamérica, Irán continuó introduciendo agentes en comunidades locales y partidos políticos. En Chile, donde reside la diáspora palestina más grande del mundo y el presidente socialista Boric ha abrazado muchas posiciones antiisraelíes, existe una red de instituciones culturales que difunden permanentemente propaganda antiisraelí. En Venezuela, bastión de Hezbolá en América Latina, Nicolás Maduro e Irán firmaron en 2022 un pacto de 20 años para cooperar en los sectores financiero, petrolero, petroquímico y de defensa. Desde entonces no han parado de firmar pactos de las más variadas cuestiones que demuestran la solidez de la alianza que nació cuando empezaba el siglo. Esta alianza fue fundamental para Irán porque cuando Interpol emitió las notificaciones rojas para los acusados ​​del atentado a la AMIA, Rabbani abandonó su cargo de “agregado cultural” en Buenos Aires y se refugió en Caracas y fue la presión de Venezuela sobre Argentina la que logró que la presidente Cristina Kirchner pretendiera imponer un memorándum de acuerdo con Irán que diera de baja dichas notificaciones. El funcionario un libanés naturalizado venezolano Ghazi Nasr al-Din era quien manejaba la Embajada de Venezuela en Siria que expidió decenas de miles de pasaportes y el hermano de Nasr al-Din, Abdallah Nasr al-Din fue presidente de la Federación de Entidades Árabes de América Latina. El diplomático fue incluido en la lista terrorista del FBI por pertenencia a Hezbolá y fue señalado como uno de los principales representantes de la organización chiíta libanesa en Venezuela cuya principal función era recaudar fondos.

Las incursiones de Teherán en Argentina se remontan a la llegada de Mohsen Rabbani que comenzó en el siglo pasado cuando hacía de “turista”, de labores menores o de líder de una mezquita hasta ser nombrado agregado cultural de la Embajada de Irán y desde allí organizar los atentados más sangrientos de la historia del país. Argentina estuvo fuertemente intervenida por Irán cada vez que el kirchnerismo estuvo en el poder. Pero el kirchnerismo perdió las últimas elecciones y en abril de este año un tribunal argentino culpó a Irán por el ataque de 1994 contra la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) y por un atentado dos años antes contra la Embajada de Israel. Las relaciones entre ambos países se tensaron y la República Islámica de Irán condenó la solicitud del actual gobierno de Argentina a Interpol para detener al ministro del Interior, Ahmad Vahidi, por el atentado perpetrado en 1994 contra la AMIA.

Bolivia es otro país estratégico para las actividades de Hezbolá. Recientemente el gobierno de Bolivia anunció la ruptura de relaciones diplomáticas con Israel cuando este país comenzó a defenderse de la masacre perpetrada por Hamas el 7 de octubre pasado. El presidente títere de Evo Morales, Luis Arce, destaca permanentemente la cooperación entre Irán y Bolivia, como por ejemplo un memorándum de entendimiento en materia de defensa que permite la transferencia de tecnología de “ciberseguridad” y de drones militares de Irán. Nicaragua, Cuba y Brasil también acordando la “cooperación militar” con Irán, lo que muestra que el régimen de los ayatolas está afianzándose en materia de control militar en América Latina.

Irán viene tendiendo sus tentáculos ideológicos, financieros, culturales y militares en América Latina casi sin encontrar obstáculos. En consecuencia, no es de sorprender la respuesta antiisraelí de gobiernos y movimientos militantes a la mayor masacre de judíos desde el Holocausto. La acción de Irán, directa o a través de sus proxys, sólo despertó el odio dormido que la ideología y filosofía del jomieinismo viene sembrando a sus anchas durante décadas. El proselitismo iraní ha dado resultados y cualquier explicación de lo que estamos viviendo actualmente respecto al florecimiento del antisemitismo en occidente y en el continente en particular será incompleta si no se tienen en cuenta los profundos, consolidados y generosamente financiados lazos de Irán en la región. El objetivo claramente expuesto de terminar con Israel viene acompañado del odio hacia occidente y todos los pilares de nuestra cultura, incluyendo al cristianismo que en números netos es el sector más masacrado por el islamismo en donde sea que esta ideología gobierne. El odio sembrado desde 1979 es a toda la sociedad occidental que, como declaró hace muchos años el ayatolá Jomeini, deberá ser destruida para construir el califato islámico global.

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