Todos los hombres no son iguales: Macarena Gómez y la resistencia femenina al relato progresista

Todos los hombres no son iguales: Macarena Gómez y la resistencia femenina al relato progresista

El #MeToo español está encontrando réplica también en las mujeres

A mediados de diciembre, en la alfombra roja de los premios Forqué, el actor Aldo Comas —marido de Macarena Gómez— arremetió contra el #MeToo español, comparándolo con una nueva caza de brujas. Además, pidió algo concreto: que todas las mujeres del cine español denunciaran los abusos ante la policía en vez de en las redes sociales. Macarena Gómez se mostró de acuerdo y lamentó que ‹‹se está haciendo daño a las trayectorias profesionales de muchos hombres porque se denuncia sin pruebas. Que pare ya este movimiento››. La valiente posición de Macarena Gómez fue muy criticada por los medios hegemónicos y por activistas que no admiten opiniones distintas a las suyas. 

El rechazo en redes a la pareja ha sido tan intenso que Comas tuvo que tomar ansiolíticos. ‹‹No me imaginaba que existiera semejante nivel de odio por simplemente defender la libertad de expresión. He recibido amenazas de muerte y una gran cantidad de insultos. Pero lo más doloroso es el daño que le han hecho a mi esposa››, confesó el actor en el programa de radio de Federico Jiménez Losantos.

La factura ha sido mayor de la que esperaban: ‹‹soy una persona hipersensible, y esta semana he tenido que lidiar con ataques constantes como el de “Ojalá violen a tu mujer”. Me he tenido que tomar tranquilizantes para poder desconectar››, desveló. Aparte de la carga emocional, también está la profesional: ‹‹ha habido marcas que intentaron cancelar contratos, pero otras nos han respaldado. Yo defiendo la igualdad y el respeto. Pero este clima de odio y cancelación está perjudicando incluso a las causas que supuestamente quieren proteger››, advirtió el actor.

“Posicionarse se ha convertido en poco menos que obligatorio”

Ante la avalancha de odio, que desmiente en gran parte el espíritu de sororidad que predica el feminismo actual, Macarena Gómez tuvo que colgar un comunicado en sus redes sociales confirmando obviedades. ‹‹Como no puede ser de otro modo, estoy frontalmente en contra y condeno enérgicamente cualquier tipo de abuso o agresión, física o psicológica, que lamentablemente sufren muchas mujeres hoy en día››, escribió, entre otras cosas. También se vio obligada recordar que la democracia y la libertad de expresión deberían garantizar que cada persona pueda expresar sus convicciones sociopolíticas, sobre todo en un momento donde posicionarse con el feminismo y el #MeToo se ha convertido en poco menos que obligatorio.

Las palabras de la pareja pueden parecer el típico calentón en mitad de un acto festivo, pero en realidad reflejan situaciones límite vividas este año en el cine español. El pasado febrero, media docena de mujeres demandaron de manera anónima, en las páginas de El País, al director de cine Carlos Vermut. Le acusaron de diversas agresiones sexuales, dinamitando su prometedora carrera profesional. Ninguna de ellas formalizó acusación judicial en los siguiente seis meses. Cuando nadie lo esperaba, el director se animó a demandar al diario de Prisa, respaldado por la prestigiosa columnista y abogada Guadalupe Sánchez. Se puede dar el caso, entonces, de que los únicos que se sienten ante un juez por el caso Vermut sean los integrantes del equipo de investigación de El País, dirigido por el periodista Gregorio Belinchón.

“Feminismo macartista”

Por supuesto, en 2024 también estalló el caso Errejón, otro duro golpe para el feminismo progresista, sobre todo porque uno de sus iconos estuvo incurriendo en conductas agresivas durante años, sin que ninguna compañera de partido se atreviese a denunciarlo. El caso del líder de Más Madrid desmiente que la educación de género evite conductas abusivas. Su situación se parece a la de otros aliados feministas, por ejemplo, el periodista de izquierda Peio H. Riaño: ambos tenían actitudes personales contrarias a su discurso público, lo que no significa que deban terminar ante un tribunal. La actriz Elisa Mouliaá es la única que ha puesto una denuncia contra Errejón, aunque después de hacerlo ha ofrecido a la prensa declaraciones divagantes que siembran dudas sobre la posibilidad de una condena al expolítico.

El inminente 2025 vendrá marcado por una intensificación del feminismo macartista, como prueba el hecho de que El País acaba de montar otro #MeToo a Eduard Cortés, director de series de éxito como Ni una más y Merlí. Ahora son 27 mujeres la que le acusan de pedir favores sexuales a cambio de papeles en sus proyectos. El periodista Gregorio Belinchón parece disfrutar su rol de aliado Torquemada, así que tenemos señalamientos para rato, hasta que los detenga una condena judicial a estas prácticas. También continúa el goteo incesante de historias anónimas en las redes sociales de la activista Cristina Fallarás, que ha reunido una selección en un libro sin verificación periodística, No publiques mi nombre: testimonios de violencia sexual (2024). 

“Una ideología que no admite debate”

Contra toda la turba linchadora, deseosa de protagonismo mediático y nuevas oportunidades laborales, siguen en pie disidentes como Macarena Gómez y las autoras del libro colectivo Indomables: diez mujeres contra el feminismo hegemónico (2024). Se trata de voces de distintas generaciones, con trabajos que van desde el periodismo a la judicatura, pasando por el mundo editorial. Corto y pego un fragmento de la introducción: ‹‹España es uno de los mejores países del mundo para nacer mujer. Sin embargo, un feminismo irracional, revanchista y de trincheras, que se ha constituido en hegemónico, quiere imponer un relato tenebroso y maniqueo, de mujeres víctimas eternas, infantiloides, que necesitan ser tuteladas desde el poder››, escribe una de las coordinadoras, Berta González de Vega. 

No son diez firmas cualesquiera, sino las pioneras de una corriente que comienza a ser visible en nuestra sociedad: ‹‹se está produciendo una reacción, desvelada en cada vez más encuestas, en un sector creciente de la juventud que abomina del feminismo sin entrar en matices. Si el feminismo es esto —una ideología que no admite debate, que se impone como una religión y no como un corpus de evidencias—, me borro, nos dicen››. Se trata de lograr ser iguales ante la ley, no de que unas se presenten como víctimas de un patriarcado fantasmal y otros padezcan un implacable maoísmo digital, casi siempre estéril. Ni todos los hombres maltratan, ni todas las mujeres aceptan bajar la cabeza ante el feminismo disfuncional de nuestra época. 

Puede leer al final de esta publicación el informe completo o descargarlo en el siguiente enlace.

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