«Sabemos que nos mienten. Ellos saben que mienten. Ellos saben que sabemos que nos mienten. Y, sin embargo, siguen mintiendo».
Aleksandr Solzhenitsyn
España lleva años perdiendo a su clase media. Y no, no es un tema del PSOE, ni de Pedro Sánchez o de Zapatero. Esta cuestión sobrepasa a los partidos políticos y es consecuencia de unas estructuras económicas y sociales generadas desde la Transición que, lejos de promover el trabajo y la creación de valor, los penalizan; que, en contraposición a fomentar la creación de riqueza, incentivan la mediocridad y la precariedad económica y que, finalmente, en lugar de fomentar el ahorro y la inversión, hunden cada día al país y a sus generaciones venideras en una creciente e impagable deuda.
Desde hace cuarenta años la clase dirigente española se ha enfocado en vender a la población una aparente estabilidad social y una fingida prosperidad que se ofrecen como beneficio de un gigantesco tinglado que se ha ido construyendo a partir de unos impuestos sofocantes para el que trabaja, decrecientes fondos de cohesión europeos y de una imparable y desbocada deuda pública.
España cuenta hoy con unos servicios, unas prestaciones y unas estructuras públicas que no pueden ser costeadas por su economía. Un sistema de pensiones insostenible demográficamente, una deuda pública fuera de control y, mientras tanto, asistimos al espectáculo de una clase dirigente debatiendo cuotas de género, la prohibición de los reptiles como mascota o pergeñando cómo penalizar a los que cultivan tomates sin permiso o alquilan una habitación a turistas. Esto es insostenible. Lo saben los analistas, lo saben los medios de comunicación y también lo saben los políticos.
Cabría esperar que, al menos, una parte de esa casta dirigente tuviera un cierto sentido de vergüenza o de bochorno por ver a dónde nos han llevado y dónde acabaremos. Pero sucede todo lo contrario, en el país líder absoluto en desempleo de Europa desde los años 80, el presidente del Gobierno dice que la economía va como un cohete y, mientras el ministro de turno habla de reformas y de crecer de manera equilibrada, nuestro país pierde renta en términos absolutos y relativos con respecto a Europa. De hecho, la renta española ha pasado de estar un 4,4% por encima de la media europea en 2007 a estar más de un 15% por debajo de la misma. Felicidades a esos gestores.
Fuente: Elespanol.com
El presidente del Gobierno afirma que España «crece y lo hace de forma más justa». Y, por supuesto, no dice la verdad. Quizás para él y su familia sea así, pero la realidad es que nuestro país ha superado a Grecia en precariedad y probabilidad de exclusión social. Con un 26,5%, tenemos el tercer porcentaje más alto de población en riesgo de pobreza sólo por debajo de Rumania y Bulgaria.
Fuente: Eurostat
¿Y estamos mejor que Rumania o Bulgaria? Pues no. Miremos la deuda. España lleva sin cuadrar sus presupuestos anuales desde que llegó Zapatero al poder y se eliminó la ley de estabilidad presupuestaria para poder endeudarse. Con los sucesivos déficits fiscales la deuda pública se sitúa ya por encima del 110% y es, en términos equivalentes, más del doble que la deuda de Rumanía y casi seis veces la de Bulgaria. De nuevo, felicidades a la casta.
Fuente: EOM, a partir Eurostat
La clave de todo nos la dio la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, cuando afirmó implícitamente que, para el Gobierno actual, la consideración de clase media es quien recibe el salario mínimo. Y se congratuló por haber aumentado este salario mínimo y por el hecho de que en España el 66% de la población activa reciba menos ingresos mensuales que el doble de este salario mínimo. Felicidades también.
A la vista de la divergencia entre lo que dicen los políticos y lo que muestra la tozuda realidad, cabría cuestionarse cómo es posible que se haya normalizado esta falta de objetividad y cómo nos deja indiferentes que la clase política siga mintiendo. Como hizo Solzhenitsyn, el primer paso para alcanzar la libertad es desmontar la farsa y atreverse a decir la verdad.
Y la verdad es que estos políticos no quieren una clase media independiente, capaz de prosperar por sí misma y de hacer avanzar al país. Su caldo de cultivo electoral es el de más precariedad, más deuda, más carestía y más poder que justifique su existencia. No vamos a un futuro en el que los españoles seremos más prósperos o libres. Eso quedará reservado para unas pocas élites cercanas al poder. Para la inmensa mayoría de los españoles lo que nos espera es deuda, impuestos, escasez y mayor dependencia del Estado con sus ayudas, bonos y medidas sociales y mucha menos libertad.
Habrá quien diga que esto no es legítimo, que nadie ha elegido ni ha dado su consentimiento para que vayamos en esta dirección. Pero esto no es del todo cierto. Si se ha llegado a este punto es porque la sociedad española, con su voto, ha ido refrendando desde los años 80, una y otra vez, a unos representantes políticos que han provocado esto y que, con la más absoluta impunidad, mienten y seguirán mintiendo porque siempre habrá millones de personas que votarán a sus opciones. Hagan lo que hagan y pase lo que pase. Sean corruptos o no. Mejoren o no al país.
Enhorabuena a vosotros, políticos profesionales. Gracias por todo lo que habéis creado desde la Transición: un sistema empeñado en empobrecer y extinguir a la clase media y una sociedad apesebrada que, con indiferencia y resignación, va hacía la bancarrota del país, asumiendo vuestra mentira para no tener que enfrentarse con la dura realidad.
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