No es deseable que se desencadene una gran guerra, máxime cuando uno tiene hijos en edad militar y ha disfrutado toda su vida de tiempos de paz
Lo único que puede acabar con la globalización es una guerra. Lo único que puede fracturar este último capitalismo es una gran guerra. Aquello que puede producir un gran apagón y acabar con el consumo global es una confrontación generalizada. Lo más efectivo para frenar el crecimiento de población (que tanto teme la “agenda 2030”) es una gran guerra. Lo que puede paralizar y reubicar las grandes migraciones es una guerra. Una guerra sería el fin de esta fase de la historia que se muestra en franca decadencia y casi tocando fondo.
Una guerra es algo que parece estar cerca.
Si uno estudia con detenimiento cómo se inició la Primera Guerra Mundial, se da cuenta que los desencadenantes fueron múltiples, aciagos y de tintes trágicos. Hoy vivimos un momento mucho más inquietante y peligroso que en 1914, incluso que en 1939.
¡No! No es en absoluto deseable que se desencadene una gran guerra, máxime cuando uno tiene hijos en edad militar y ha disfrutado toda su vida de tiempos de paz. Sería sin duda, no solo indeseable, sino la peor experiencia que los humanos podemos llegar a vivir, tal como ocurrió hace un siglo. La ferocidad de las guerras mundiales ha arrastrado a la muerte a millones y millones de personas, a genocidios, a masacres de generaciones enteras de jóvenes, a matanzas masivas de población civil inocente. Una guerra hoy seria el peor de los males imaginables, teniendo en cuenta que la capacidad destructiva presente es muy superior a la del pasado y un conflicto mundial podría alcanzar una destrucción inaudita.
Sabemos, así mismo, que un curso histórico es, a través y durante una guerra, cuando se puede dislocar con consecuencias imprevisibles, como ocurría tras la Primera Guerra Mundial, con giros inesperados y siempre trágicos por esto es algo aun menos deseable, si quiera imaginarlo, dada la incapacidad e indigencia moral de nuestra cultura, la mezquindad de la políticas preponderantes, nacionales e internacionales, que de nuevo recurren a bastardas ideologías de-construidas (neo comunismo, generismo, neo ecologismo, etc.) por lo que el inicio de una gran guerra preconiza un apocalipsis inconmensurable para los mismos humanos.
Sin embargo, antes de 2025 podemos volver a un gran conflicto armado de unas dimensiones incalculables, quizás antes, con una capacidad destructiva desconocida y un grado de inhumanidad insólito hasta el momento. Estamos nuevamente ante el templo de Jano, pero: ¿se abrirán sus puertas?, ¿estamos preparados para su apertura?
Jano el dios de las dos caras, el dios de los comienzos y los finales, el dios de las puertas, el señor del Janículo (junto a la colina Vaticana) regresa y se aproxima.
Cuenta la tradición que cuando los antiguos sabinos trataron de tomar el Capitolio el dios bifronte hizo brotar agua hirviendo repeliendo a los enemigos de Roma; por este motivo el dios era invocado al comenzar una guerra y las puertas de su templo se abrían y permanecían así mientras durase el periodo bélico y solo se cerraban en tiempos de paz.
En Europa desde el 8 de mayo de 1945, cuando capituló Alemania, el templo de Jano se clausuró hasta el presente. Hubo intervalos graves y localizados, como las guerras en los Balcanes (1991-2001). Pero nuevamente Jano se acerca, se nos aproxima como una posibilidad real: ¿nos situamos ya en su umbral, otra vez en sus atrios?
Jano y sus dos caras representan exactamente la incertidumbre ante el porvenir.
Durante los años que enseño pensamiento político contemporáneo lo he repetido a mis estudiantes una y otra vez: La tercera guerra mundial comenzará en el momento en que se use un arma vírico-bacteriológica, química o nuclear en Occidente o en el territorio de Israel, siendo especialmente vulnerable el espacio de la Unión Europea, enormemente infiltrado por una migración hostil.
El arma vírica ha sido lanzada y desde más de dos años atrás vivimos bajo una pandemia provocada, pero sin ninguna prueba de quién, cómo y con qué intenciones se lanzó. Solo conocemos en dónde: Wuhan (China).
Otro factor, son los movimientos migratorios porque ahora las ocupaciones y las tensiones territoriales vienen dadas a través de estos movimientos; especialmente cuando son extremos y provocados con fines de desestabilizar una nación legítima: son llamados ataques híbridos pues instrumentaliza poblaciones desfavorecidas de terceros países que una de las partes, la nación agresora, moviliza para ocupar franjas fronterizas y hacer presión sobre un territorio o crear una situación de tensión con la nación a la que se pretende atacar. Así lo ha ejercido Marruecos con el reino de España en varias ocasiones sobre los enclaves de Ceuta y Melilla en la frontera sur de Europa.
Ahora lo esta haciendo Bielorrusia en la frontera noreste. En junio de 2021 más de 4.000 personas, iraquíes mayormente, aunque también sirios, afganos y un nutrido grupo de congoleños y cameruneses, desde África, entraron de forma irregular en Lituania por una nueva ruta creada artificialmente desde Bielorrusia. Cuando Lituania selló su frontera, la afluencia de migrantes se trasladó a Letonia, pero sobre todo a Polonia. El régimen bielorruso de Alexandr Lukashenko ha abierto este puente aéreo, hasta Minsk, que elude las peligrosas travesías por mar desde Turquía y desde el norte de África parar violentar y tensionar a la Unión Europea. Desde allí sus efectivos militares movilizan esas masas migratorias hasta la frontera polaca. Conflicto híbrido pues supone directamente un ataque que se inicia sin necesidad de movilizar efectivos directos, pero obliga a un tenso despliegue militar. Es claro que Lukashenko tiene realmente desplegadas tropas tras la barrera humana de los más de 2.000 inmigrantes desplazados hasta allí. De esta forma obliga al gobierno de Polonia a desplegar un amplio contingente militar y policial para impedir el tránsito y la ocupación de su legítimo territorio. Artificialmente se ha creado una confrontación y, a su vez, una crisis humanitaria de primer orden: Centenares de personas indefensas atrapadas entre los dos ejércitos, sin recursos y bajo un intenso desvalimiento en una geografía abrupta y bajo un clima severo, a punto de iniciarse el invierno. Así presiona y fomenta la polarización en el territorio atacado (no solo en Polonia sino en el conjunto de la Unión Europea) y evidencia sus contradicciones, sus valores e intereses encontrados: ¿Humanitarismo o integridad del territorio?
Los inmigrantes no pueden regresar ni avanzar; la violencia y presión a Polonia, miembro de la Unión Europea es máxima, de hecho, Charles Michel, actual presidente del Consejo Europeo, ha pedido “actuar con rapidez y decisión” ante lo que describe como “ataque híbrido, brutal, violento e indigno”.
El primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki, aclaraba que no se trata “de una crisis migratoria, sino una crisis política desencadenada con el propósito especial de desestabilizar la situación en la Unión Europea”. El alto representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, el socialdemócrata español, J. Borrell determina también que se trata de una “virulenta agresión híbrida de Bielorrusia contra Polonia” y advierte: “Europa está en peligro y los europeos no siempre son conscientes de ello”. Ahora estamos en “un mundo mucho más hostil, en el que se nos disputa nuestro espacio económico y nuestro espacio estratégico, y en el que nuestro espacio político está cada vez más degradado”. Por esto el alto comisionado urgía a la creación de un contingente militar de intervención rápida de al menos 5.000 efectivos para antes de 2025. Algunos analistas destacan que en este caso se ha fracasado en los objetivos pues Polonia y la UE se han mantenido unidas sin lograr el buscado debilitamiento en la cohesión dentro de la OTAN.
Aun así, Rusia se ha apresurado a apoyar a Bielorrusia con dos bombarderos estratégicos Tu-22M3 de sus Fuerzas Aeroespaciales para patrullar de forma indefinida los bordes del territorio bielorruso que limitan con los países de la UE. Están realizando maniobras militares conjuntas efectivos de la federación rusa y confederados bielorrusos. Putin ha afirmado su apoyo al gobierno de Lukashenko, advirtiendo que cualquier incidente se podría interpretar como agresión de Polonia a Bielorrusia.
¿Estamos en el umbral del templo de Jano?
La tensión en la zona facilita que se pueda producir cualquier escaramuza, malentendido o agresión que detone un conflicto.
Polonia tiene muy presente, todos lo debemos tener, que a comienzos de 1939 las fuerzas armadas alemanas ya habían ocupado la totalidad de Checoslovaquia, se habían anexionado Austria y contaban en secreto con un plan de invasión sobre Polonia denominado “Fall Weiss” (el ‘Plan Blanco’). El 3 de abril de 1939, el alto mando alemán recibió una directiva, la “1939/40”, que contenía la orden de Hitler para iniciar esta operación “Fall Weiss”. El 11 de abril, Hitler firmó otra directriz donde mencionaba la urgencia de «llevar a cabo una guerra contra Polonia» con el objetivo de anexionar la Ciudad Libre de Dánzig. El 28 de abril, Hitler conminó al gobierno polaco para la restitución de Danzig a través de un memorándum que exigía un corredor para Danzig (uniendo Prusia occidental y oriental) mediante una carretera y una línea de ferrocarril. Los dirigentes polacos aceptaron la construcción de la carretera, pero no la vía férrea. Esto incrementó la escalada de tensión. El 23 de agosto, tras el pacto de germano soviético de no agresión, entre von Ribbentrop (Alemania) y Molotov (Unión Soviética), Hitler ordenó que Polonia fuese atacada. En pocos días el aparato de propaganda de los nacionalsocialistas alemanes difundió la versión de unas escaramuzas fronterizas en Gleiwitz y para escenificarlo en la tarde del 31 de agosto miembros de las SS disfrazados con uniformes polacos, asaltaron una emisora de radio dispararon contra las personas que allí estaban y emitieron un llamamiento a la minoría polaca residente en la parte oriental para que se alzasen contra la Alemania nazi. Para dar más credibilidad dejaron material polaco y los cuerpos uniformados de presos de un campo de concentración para simular una agresión de tropas polacas. Inmediatamente, ese mismo día Hitler firmó la “Directiva de Guerra 1” para iniciar una “blitzkrieg” o guerra relámpago. Con la invasión de Polonia el mismo 1 de septiembre de 1939 comenzaba la Segunda Guerra Mundial.
Polonia y su pueblo no lo han olvidado. ¿Estamos ahora lejos de algo parecido?
La tensión en la frontera con Bielorrusia puede fácilmente desatar un conflicto en cadena, máxime cuando el Kremlin y Bielorrusia realizan estos días vistosas maniobras militares.
Mis estudiantes me preguntan: ¿Por qué a Putin le va a interesar una guerra? Mi respuesta es con otras preguntas: ¿Por qué al Káiser Guillermo II le interesaba entonces poner en marcha el “Plan Schleiffen” desencadenando de modo irreversible la Primera Gran Guerra? O ¿Por qué Hitler orquestó la invasión de Polonia como hemos detallado?
Estamos nuevamente ante el templo de Jano, pero: ¿se abrirán sus puertas? ¿Estamos preparados para su apertura? ¿Será en esta ocasión o la próxima vez?
¡Quiera Dios que no sea nunca!