Cada 23 de abril se celebra en Cataluña el Día de San Jorge, en el que se regalan rosas y libros.
Poco podía imaginar aquel oficial romano llamado Jorge que muchos siglos después su memoria sería celebrada con libros y rosas. Aquel lejano Jorge era un romano que, tras la muerte de su padre, se instaló con su madre Policronia en Lydda, la actual Lod, en Israel, en cuyo término municipal se sitúa actualmente el aeropuerto Ben Gurión. Allí, Jorge fue educado en la fe cristiana. Enrolado en el ejército romano, Jorge ascendió rápidamente y fue destinado a Nicomedia como guardia personal del emperador Diocleciano, quien había convertido la antigua capital del reino de Bitinia en la principal ciudad del Imperio romano de Oriente.
«San Jorge fue ejecutado el 23 de abril de 303 por mantenerse fiel a su fe cristiana y fue incluido en el número de los santos en el 494»
Esta fulgurante carrera se vio frenada cuando Diocleciano desató la persecución a los cristianos en 303. Jorge se niega a obedecer el edicto, confiesa que es cristiano y, a pesar de las torturas para que apostate, se mantiene fiel a su fe y es decapitado frente a las murallas de Nicomedia el 23 de abril de 303. Una vez muerto, el cuerpo de Jorge fue enviado a Lydda para recibir sepultura. Allí se le empieza a venerar pronto como mártir y se tienen noticias a través de relatos de peregrinos de una iglesia construida en su honor durante el reinado de Constantino. Durante el siglo IV la veneración a san Jorge se extendió por el Imperio Romano de Oriente y en el siglo V ésta llegó a la parte occidental del Imperio. Fue en el 494 cuando el papa Gelasio I incluye a Jorge en el número de los santos.
«El rey Pedro I lo nombró patrón de la Corona de Aragón en el siglo XI y en Cataluña se oficializa ese patronazgo en 1456 al declarar las Cortes el 23 de abril como festivo»
La veneración a san Jorge se extiende durante la Edad Media, de forma especialmente intensa cuando se convierte en protector de los cruzados durante la conquista de Jerusalén. Modelo de miles Christi (soldado de Cristo), se convierte en patrón de caballeros y en protector de órdenes religiosas militares como la Orden Teutónica o los Templarios. El patronazgo de san Jorge sobre la Corona de Aragón se remonta a la ayuda que prestó el santo al rey Pedro I de Aragón en la batalla del Alcoraz, en Huesca, en el año 1096 contra los musulmanes. El Costumari Català de Joan Amades recoge el hecho de que el rey lo nombró patrón de la nobleza del Reino de Aragón y posteriormente de toda la Corona de Aragón.
En Cataluña se oficializa en 1456 este patronazgo al declarar las Cortes el día 23 de abril como festivo. Es en esta época en la que la figura del santo mártir se mezcla con la leyenda del caballero que salva a la princesa de las garras del dragón, que algunos relatos sitúan en la localidad de Montblanc. De la sangre derramada del dragón crecerá un rosal de rosas rojas que está en el origen de la tradición medieval de regalar una rosa a la amada el Día de San Jorge.
«La idea de vincular el libro con san Jorge surgió en el siglo XX de la mano del editor Vicente Clavel. Sin embargo, el día del libro se estableció el 7 de octubre, fecha del nacimiento de Cervantes»
La tradición medieval de regalar rosas perduró, mal que bien, hasta el siglo XIX, cuando el movimiento de la Renaixença la recuperó con fuerza. En cambio, la vinculación del libro con san Jorge surge en pleno siglo XX. La idea inicial fue del escritor y editor valenciano Vicente Clavel, director de la editorial Cervantes, que propuso a la Cámara del Libro y al Gremio de Editores que se hiciera una fiesta para promover el libro. No es casualidad que la iniciativa partiera de Barcelona, pues ha sido siempre la ciudad condal epicentro del sector editorial en España, una posición que se ha ido debilitando en las últimas décadas como consecuencia de las políticas nacionalistas implantadas en Cataluña.
El caso es que tras años de insistencia, Clavel consiguió que su idea fuera aceptada, siendo elegido el 7 de octubre como fecha de celebración de ese primer día del libro, al considerarse entonces aquella fecha como la del nacimiento de Miguel de Cervantes. La iniciativa fue respaldada por Alfonso XIII y su ministro de Trabajo, Comercio e Industria, el catalán Eduardo Aunós y se plasmó en un real decreto fechado el 6 de febrero de 1926.
«Alfonso XIII instauró el día del libro mediante real decreto y se celebró por primera vez el 7 de octubre de 1926»
El real decreto no tiene desperdicio. En la exposición de motivos, el ministro Aunós explica que: «Es el libro español sagrario imperecedero que difunde y expresa el pensamiento, la tradición y la vida de los gloriosos pueblos hispanoamericanos y plasma o perpetúa las concepciones del genio de la raza, vigorizando sus energías espirituales y abriendo cauces de expansión al vínculo más indestructible de muchas generaciones hermanas. Y para enaltecerlo como guardador de las esencias, de las virtudes y de la cultura hispana… propone se instaure en España la fiesta anual del libro español en la perdurable fecha del natalicio del inmortal Cervantes».
El Rey, en el decreto, establece que «El día 7 de Octubre de todos los años se conmemorará la fecha del natalicio del Príncipe de las letras españolas Miguel de Cervantes Saavedra, celebrando una fiesta dedicada al libro español», ordenando que se ensalce y divulgue el libro en las Reales Academias y en los Paraninfos de las Universidades, en las escuelas («sin excepción alguna, incluso las militares y de la Armada»), establecimientos de beneficencia, bibliotecas, ayuntamientos… La fiesta se celebró por primera vez el 7 de octubre de 1926.
«En su quinta edición y, a petición de los libreros, el evento se trasladó al 23 de abril para que coincidieran con el aniversario de la muerte de Shakespeare y del entierro de Cervantes»
En su segunda edición, La Vanguardia publicaba que «Barcelona celebró ayer el Día del Libro con auténtico fervor. Un festival de civismo e inteligencia se ha arraigado rápidamente en el alma de la ciudad. Desde el año pasado, cuando se celebró por primera vez, hasta este año, el progreso es extraordinario». Tanto que, en su quinta edición y a petición de los libreros, el evento se trasladó al 23 de abril para que coincidiera con el aniversario de la muerte de Shakespeare y del entierro de Cervantes (que falleció un 22 de abril).
Con el correr del tiempo se ha añadido otra efeméride a ese día, pues el 23 de abril de 1981 fallecía el mayor escritor en lengua catalana del siglo XX, Josep Pla, a quien el nacionalista Jordi Pujol le negó el reconocimiento de la Creu de Sant Jordi. Eso de que el mejor escritor en catalán fuera abiertamente contrario a las tesis nacionalistas es algo que nunca han podido digerir.
«Durante el franquismo siguió celebrándose el Día de Sant Jordi y se otorgaron premios a obras literarias en catalán»
En cualquier caso, la fusión de la fiesta de la Rosa medieval con esta nueva fiesta del Libro cuajó con fuerza y así ha llegado hasta nuestros días. Por cierto, corre por internet el bulo de que en el franquismo se prohibieron las celebraciones del Día de Sant Jordi. Es falso, durante ese periodo se siguió editando en catalán, se otorgaron premios a obras literarias en catalán y se celebró el día del Libro y la Rosa con total normalidad.