Él mismo fue un gran patriota, sentimental y orgulloso a un tiempo. Ejemplo para todos, descanse en paz Fernando García de Cortázar.
Fernando García de Cortázar, jesuita, historiador y divulgador, nació en Bilbao en 1942 y acaba de fallecer prematuramente en Madrid a los 79 años. Catedrático de su disciplina en la Universidad de Deusto, en su ciudad natal, su obra y su vida, dedicadas a la labor académica y a la historia del País Vasco y la Iglesia católica, dieron un giro con la publicación en 1993 de Breve Historia de España. El editor Ricardo Artola -hijo del historiador Miguel Artola, que fue a su vez maestro de García de Cortázar- había comprendido que la sociedad española, después de la Transición, los gobiernos de UCD y la década larga del socialismo, necesitaba nuevos instrumentos para comprenderse a sí misma. Hacía falta una reflexión que articulara la consolidación de la democracia con la historia larga de la nación y que permitiera entender los elementos de ruptura y, sobre todo, de continuidad entre las dos. Fruto de aquel encargo fue la Breve Historia de España, escrita en colaboración con José Manuel González Vesga.
Gran esfuerzo de síntesis y concisión, el libro se convirtió de la noche a la mañana en un gigantesco éxito de ventas, lo que corroboraba la intuición primera del editor y abrió la puerta a una oleada de obras sobre la historia española que no se ha detenido desde entonces. Se ha manifestado tanto en estudios académicos y especializados, como en nuevos esfuerzos de divulgación y, también, en ese género más popular que es la novela histórica, que el propio García de Cortázar cultivó en alguna ocasión.
Fernando García de Cortázar fue un hombre preocupado por su circunstancia. Movido por su natural impulso de justicia, fue de los primeros en alzar la voz contra el terrorismo nacionalista. Siempre estuvo con las víctimas y siempre estaba presente en las manifestaciones y en cualquier acto en el que se defendiera y se practicara la libertad y la dignidad frente al crimen nacionalista. Se pasó buena parte de su vida amenazado, protegido por guardaespaldas y obligado a observar una siniestra rutina diaria de autoprotección. Además de la compasión cristiana ante el sufrimiento y la indignación moral ante la violencia política, el norte de este compromiso perpetuo fue su amor con España.
Ese amor le llevó a aceptar el cargo de Patrono de la Fundación DENAES (Fundación para la Defensa de la Nación Española), en unos momentos, en la primera década del siglo XXI, en que el patriotismo español parecía haber desaparecido, como inspiración política, de la vida pública española.
El mismo amor a España, impulsado por el éxito de la Breve historia…, le llevaría a profundizar en su labor divulgativa en múltiples géneros y formatos. A él le debemos un excelente Atlas de Historia de España que sigue siendo de una gran utilidad para entender con claridad aspectos difíciles de comprender de otra manera. En televisión, se encargó de series como Memoria de España, que alcanzó también un gran éxito.
En estos años iniciales del siglo XXI, la labor de García de Cortázar se centró en una serie de libros de género híbrido, a medias entre la divulgación, el relato de viaje y el periplo sentimental por la historia de su país, con una peculiar atención al arte y al paisaje. Destacan la Historia de España desde el Arte (2007), el Viaje al corazón de España (2017) y Paisajes de la Historia de España (2021). Fernando García de Cortázar Estaba convencido de que el arte y el paisaje transmiten mejor que nada la naturaleza de aquello que nos constituye como españoles. Él mismo se emocionaba, con una facilidad sorprendente para quien no lo conociera, al evocar esas formas estéticas y esas creaciones culturales y sociales que consideraba suyas porque habían formado su mirada, su concepto del mundo, su forma de ser. Y en muchas de sus páginas, las mejores, logró transmitir esa emoción a sus lectores, que veían desplegarse con una evidencia nueva un ser de español en el que se reconocían.
Es la otra cara de su aborrecimiento del terrorismo y su resistencia al nacionalismo. También era una forma de poner en práctica algo que siempre echó de menos en las organizaciones políticas desde la Transición: la presencia de un concepto vivo del propio país, más allá de las realidades jurídicas y políticas. De ahí su insistencia en el “patriotismo cultural” del que se convirtió en el principal adalid.
Él mismo fue un gran patriota, sentimental y orgulloso a un tiempo. Ejemplo para todos, descanse en paz Fernando García de Cortázar.