El foro de la muerte

El foro de la muerte

El socialismo, como es sabido, es un saqueo exitoso y el Foro de Sao Paulo lo representa a la perfección.

El Foro de Sao Paulo es el foro de la muerte. Esto no es una afirmación ligera, sino el resultado de la comprensión de un espacio tan perverso como nocivo que ha condenado a buena parte de Iberoamérica a la miseria y a la destrucción. Sus ideas de oprobio han justificado la aplicación de políticas que a lo largo de la historia de la humanidad han arrasado con millones de personas en los lugares donde se han implementado: el socialismo y el comunismo.

Ideas fracasadas, sí, en cuanto a su planteamiento, pero exitosas en afianzar en el poder a criminales que se han enriquecido gracias al hambre de los pueblos que gobiernan. El socialismo, como es sabido, es un saqueo exitoso y el Foro de Sao Paulo lo representa a la perfección. Para muchos, es una teoría conspirativa, pero la realidad demuestra que no sólo existe, sino que es capaz de reinventarse y de permanecer vivo, toda vez que nuestros países parecen no entender la lección.

Con 30 años recién cumplidos, el Foro de Sao Paulo continúa siendo el club predilecto de la izquierda continental que promueve tiranías y celebra a criminales. Tres décadas cuyo origen se remonta al mal de males de nuestra región: la Cuba castrista. La astucia y la falta de escrúpulos de Fidel Castro y sus secuaces hizo posible la consolidación de este espacio de riqueza infinita para gobernantes y de pobreza extrema para quienes los sufren. No es casual, además, que su celebración de 30 años haya sido con un evento cuyos voceros eran los tiranos criminales de Cuba, Venezuela y Nicaragua, el triángulo del mal de América Latina.

Un astuto Castrismo siempre buscando de quién vivir para mantener su régimen de oprobio, supo identificar en su momento de mayor crisis, tras la caída del Muro de Berlín y la disolución de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), la oportunidad para afianzarse en América Latina, la región que tanto le interesó infiltrar y controlar, sumada a su obsesión con la puerta de entrada a Suramérica: Venezuela. Así, y con el apoyo del entonces líder del Partido de los Trabajadores (PT), de Brasil, Luiz Inacio Lula Da Silva, ideó la estructura que 30 años después sigue en pie, con más de 100 partidos políticos y organizaciones “sociales” y más de 25 países.

El éxito del Foro de Sao Paulo radica en su informalidad, a pesar de tener una estructura de funcionamiento. Opera entre reuniones anuales y una poco auditable dinámica de funcionamiento, cuyos tentáculos no se ven, pero están en todas partes porque ese era el plan: infiltrar academias, universidades, expresiones artísticas y un sinfín de áreas en las que poco a poco iría cobrando fuerza.

Desde su nacimiento y hasta que lograron su primer gobierno, en 1998, con la llegada al poder de Hugo Chávez, el Foro de Sao Paulo se preparó silenciosamente. Chávez representaba el auxilio económico y político que tanto necesitaba Fidel Castro, algo que desde el primer día entendió, pero también era su chance de apropiarse de Venezuela sin un disparo. No obstante, la relación Chávez-Castro no empezó en el momento en que el venezolano ganó la elección. Pocos recuerdan que el primer viaje que hizo el golpista Chávez al salir de la cárcel en 1994 fue a Cuba, donde lo recibieron con honores y donde todo tomó forma, incluyendo el proyecto chavista “Una revolución democrática”. El resto es historia.

El Foro de Sao Paulo en su momento de apogeo, en 2010, llegó a tener 14 gobiernos en simultáneo en América Latina. La llegada al poder de Chávez fue sólo el comienzo de una ola de gobiernos que seguían un guion, basándose en la crisis del mal llamado “neoliberalismo” y en el desgaste propio de las democracias regionales y en el hastío con la clase política de entonces. Todo eso permitió un caldo de cultivo que, en paralelo con la infiltración de diversos sectores, terminó generando la primera gran grieta que se proponen: sociedades divididas por el resentimiento y el odio; algo que cuando comienza, no termina.

Así, Brasil, Argentina, Ecuador, Bolivia, Nicaragua y muchos más, gracias al punto de partida de la petrochequera venezolana, pasaron a formar parte de los sospechosos habituales que seguían unos pasos comunes que buscaban cambiar constituciones, desmantelar el aparato de justicia, atacar la libertad de expresión, buscar la reelección indefinida, controlar a las Fuerzas Armadas y mucho más, aunque con ritmos distintos, pero con las mismas intenciones.

Basta ver el resultado de dos décadas de socialismo del siglo XXI, el paraguas ideológico del Foro de Sao Paulo, para entender el daño que han causado. Su alineación con la corrupción y con el crimen hicieron que los gobiernos de turno se convirtieran en paraísos para el crimen internacional con la excusa de la “justicia social”. Hicieron a las sociedades más pobres y miserables, más controladas, porque así se volvían intocables. En los lugares donde perdieron, volvieron para no volver a irse. Así funcionan.

En su haber no ha habido malos gobiernos, sino gobiernos del mal. Han creado muerte y ruina por doquier, menos para ellos. Cuando ya su modelo no dio más resultado y su populismo barato se quedó sin dinero, el Foro de Sao Paulo optó por reinventarse con una cara más “millennial” y amigable al mundo bajo la bandera “progresista”: el Grupo de Puebla, nacido en 2019 y conformado por los mismos rostros corruptos y criminales del Foro de Sao Paulo junto a cara “nuevas” de la política, para desplazar a la “derecha” y para continuar con el proyecto iniciado por sus predecesores. Por España, el señor José Luis Rodríguez Zapatero, del PSOE, y la señora Irene Montero, de Podemos, son sus socios, con la intención de exportar el modelo de oprobio a España y más ahora donde gobierna la izquierda complaciente que va dando pasos firmes y acelerados, todo muy a la vista de todos.

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