Los izquierdistas se frotan los ojos con incredulidad porque todas las encuestas les dicen que los votantes latinos están empezando a virar significativamente a la derecha. Y hay una encuesta que nos aclara por qué está sucediendo esto, al menos en Tejas. De hecho, la numerosa población mexicano-norteamericana de este Estado quiere a su país, es decir Estados Unidos, y no responden en modo alguno al estereotipo de víctimas enfadadas y resentidas que la izquierda se empeña en que sean.
En otras palabras, la izquierda debería comprender lo que sienten de verdad los habitantes de Tejas. Los tejanos no aducen reivindicaciones, y los intentos woke de inculcarles la idea de que se les trata injustamente no solo son desagradables e incitan al odio: también son cada vez más inútiles. Está claro que los demócratas fomentan el resentimiento.
Claro que esto no es ninguna novedad. Los mejicano-norteamericanos del suroeste de Estados Unidos llevan décadas diciendo lo mismo en las encuestas independientes. La izquierda creyó que podría desmantelar su “falsa conciencia” con costosos programas de “concienciación”.
Pero estos no están dando resultado. Los resultados de una encuesta a 608 “adultos hispanos” que viven en el estado de Tejas, realizada en febrero por la Texas Public Policy Foundation (TPPF), es la mejor prueba.
Cuando se les preguntó si estaban de acuerdo con la afirmación de que “Estados Unidos es una tierra de libertad y oportunidades”, el 83% respondió Sí, mientras que el 15% se decantó por el No.
Los encuestados también se sienten sumamente orgullosos de ser tejanos. De hecho, un 84% responde afirmativamente y un 69% afirma que se sienten “muy orgullosos”. Y se sienten aún más orgullosos de ser norteamericanos. A la pregunta “¿Está orgulloso o no está orgulloso de ser norteamericano?”, los resultados fueron aún mejores, al arrojar un 87-89% de respuestas afirmativas.
La confianza en el gobierno aumenta con la proximidad. Un total del 58% afirma que confiaba en el gobierno federal, el 62% confiaba en el gobierno estatal de Tejas y el 70% dijo que confiaba en su gobierno local.
Consideran que los republicanos son el partido de los derechos a la educación y eso es una gran noticia para ellos. Y esta convicción la respaldan más de las tres cuartas partes, con un 78% de los encuestados que apoyan un tipo de financiación individualizada según la fórmula “Money Follows the Child” en la que se financia directamente el colegio al que asiste el niño de manera apropiada, y según sus necesidades. Y esto también lo defienden los padres que envían a sus hijos a un colegio privado.
Otra mala noticia para los demócratas es que el 73% reconoce que existe una crisis de fronteras. De hecho, en la lista de asuntos que consideraban importantes y que los legisladores de Tejas deberían abordar, la seguridad en la frontera figuraba en primer puesto, empatada con la reforma migratoria, seguidas ambas, y a sólo un 1%, por el asunto de la educación.
A estos tejanos también les preocupa que cada vez resulte más difícil progresar en la vida. El 30% de los encuestados cree que el Sueño Americano es menos accesible, mientras que el 22% afirma que lo es más.
Nada de esto debería sorprender a quien se haya molestado en estudiar los patrones sociales a largo plazo de los mejicano-norteamericanos en Tejas. Aunque la encuesta de TPPF se refería a los “hispanos”, el 85% de los que viven en Texas es de origen mexicano. Entre ellos hay algunos recién llegados, y otros tienen antepasados que viven allí desde el siglo XVI.
De hecho, a nivel nacional, los mexicanos superan con creces al resto de los grupos, ya que constituyen el 61,4% de los 62,1 millones de personas que el censo de Estados Unidos considera “hispanos”. Estos norteamericanos constituyen el 19% de la población de Estados Unidos, es decir, uno de cada cinco habitantes. La cifra tiene implicaciones políticas de gran envergadura.
En este momento se están escribiendo muchas inconsistencias sobre el voto “hispano”. Los norteamericanos, como individuos, tienen sus razones para hacer lo que hacen. Ahora bien, si generalizamos, resulta poco adecuado hacerlo sin tener en cuenta el origen nacional y aun así debería hacerse practicando referencias cruzadas por región.
Por ejemplo, los cubano-norteamericanos del Condado de Dade en Florida siempre se han decantado por el voto republicano, y el giro a la extrema izquierda del Partido Demócrata ha acentuado esta tendencia previa. Sin embargo, los cubano-norteamericanos de Nueva Jersey han votado tradicionalmente de forma parecida a sus vecinos de su mismo Estado, eligiendo a demócratas como el senador Robert Menéndez y al representante Albio Sires.
Los mejicano-norteamericanos de Tejas presentan sus propias peculiaridades. Una realidad que se intensifica para los que viven al sur del Valle de Río Grande, el corazón de la cultura tejana. Ellos son Tejas: su impronta cultural es visible en todas partes, desde el idioma hasta la vestimenta, sin olvidar la gastronomía Tex-Mex.
Y esto viene produciéndose desde hace décadas, por no decir siglo y medio. A finales de la década de los sesenta, la Fundación Ford financió a los investigadores de UCLA Leo Grebler, Joan Moore y Ralph Guzmán para que realizaran un estudio basado en entrevistas a 1.550 residentes en Los Ángeles y San Antonio.
Los investigadores regresaron a la Fundación Ford con malas noticias. El informe indicaba, en parte, que “el prejuicio ha sido un tema de conversación habitual en todas las comunidades mejicano-norteamericanas. De hecho, decir que los mejicano-norteamericanos son una ‘minoría’ e insinuar que la población es víctima de prejuicios y de discriminación ha molestado a muchos, que prefieren que no se los distinga de los norteamericanos blancos”.
Como escribí en mi libro, The Plot to Change America, “esa encuesta había descubierto que las experiencias vividas por los mejicano-norteamericanos demostraban que no eran víctimas pasivas de una discriminación estructural, mucho menos de odio racial. Sentían que eran dueños de su destino y que también eran responsables de sus propios fracasos algo que, según su propia experiencia vital, se podían subsanar con acciones individuales (como vestirse y hablar bien) y no mediante una movilización de grupo”.
Para cualquiera que se acerque a ellos, resulta evidente que los mejicano-norteamericanos están profundamente orgullosos de su patrimonio cultural. Así lo deja bien claro la encuesta de TPPF. La gente que se siente orgullosa de su legado tiende a querer conservarlo, no a transformarlo, y las personas que quieren conservar, no destruir, son naturalmente conservadoras.
Es decir, pueden votar a los demócratas a nivel local porque la maquinaria demócrata es muy fuerte, pero como vimos en las elecciones de 2020, hay quien vota de forma masiva a Trump, como los condados del RGV (Valle del Río Grande).
Es muy posible que estos votantes crean que el wokismo destruye el patrimonio cultural, en vez de conservarlo, como cuando intentan imponer el término absurdo de “latinx”, destinada a borrar cualquier distinción de género, cuando en inglés el término “latin” carece, justamente, de género. El trabajo de las organizaciones woke no es promover el orgullo de sentirse latinos. Lo que quieren es que se sientan agraviados. En realidad, se trata de una incitación al odio.
¿No acaban ustedes de creerlo? Escuchen cómo la líder de Voto Latino describió su trabajo: “La dificultad de mi trabajo en Voto Latino es que no consigo agitar a la gente porque muchas veces no tienen conciencia de los enormes daños que nos han infligido las estructuras en las que hemos crecido. Pero una vez que empiezan a entenderlo y reconocerlo, actúan y reaccionan, luchan y se postulan para el cargo”.
Para ellos, la encuesta TPPF es un auténtico desastre. Para nosotros, confirma lo que ya sabíamos.
Puede descargar el documento original en el siguiente enlace.
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