La batalla en la Iberoesfera no es de naturaleza nacional. Hablamos de un proceso regional. O avanzamos hacia la libertad y el Estado de Derecho, contribuyendo al desarrollo de una mejor democracia; o por el contrario, coadyuvaremos a un mundo autoritario y sin futuro
El pasado once de abril, tres países iberoamericanos pasaron por las urnas. En Perú, tuvieron lugar elecciones generales; en Bolivia, los comicios fueron de naturaleza regional/departamental (y en balotaje). Por último, en Ecuador se vivió la segunda vuelta de la elección presidencial. Tres procesos diferentes pero que respondían al mismo problema: el avance del Foro de Sao Paulo en la región.
Evo Morales reconocía el fracaso del movimiento la semana pasada, indicando que los resultados tanto de Bolivia (ningún candidato del MAS superó el 40% en las elecciones de La Paz, Tarija, Pando, Chuquisaca) como de Ecuador (victoria clara de Guillermo Lasso) no fueron favorables. Al mismo tiempo, señalaba que los resultados de Perú son esperanzadores, pues Pedro Castillo vencía en la primera vuelta, pasando a la segunda vuelta contra la conocida Keiko Fujimori. Nadie duda de las ideas izquierdistas de Pedro Castillo, pero la apuesta del Foro de Sao Paulo no era él, sino la política cuzqueña Verónika Mendoza, posicionada en sexto lugar.
A día de hoy, este es el dilema en la región. O se apuesta por el sentido común, o el Socialismo del Siglo XXI ocupará espacios de poder, poniendo en práctica las ideas que han destruido Venezuela o Nicaragua. En este 2021, todavía quedan seis elecciones de distinta naturaleza en el continente. Las más relevantes serán sin duda las que tengan lugar en Perú, en Nicaragua (presidenciales), en Honduras (presidenciales) y en Chile (constituyentes, gobernadores regionales y municipales).
La evolución de los sistemas políticos iberoamericanos en los últimos cuarenta años ha sido cuando menos preocupante. Los niveles de confianza interpersonal y de confianza institucional se encuentran en bajísimos. Y lo anterior, no depende de la fuente. Basta con consultar cualquier encuesta de opinión pública o cultura política para observarlo. La confianza en el Gobierno y en el poder legislativo se encuentra por los suelos en la mayoría de países. También la confianza en los partidos políticos, que obviamente son todo menos canales de representación de los intereses ciudadanos en las instituciones.
La frustración generada por la «vieja política» fue en su momento capitalizada por el Foro de Sao Paulo para tomar el poder y erosionar con ello las ya débiles democracias iberoamericanas. A día de hoy, la situación en la región es muy preocupante. Por todo lo anterior, los procesos electorales que enfrenta la Iberosfera durante este y el próximo año (Colombia, por ejemplo tendrá elecciones en el año 2022) son de gran relevancia para todos aquellos interesados en las posibilidades de desarrollo de América Latina.
El índice V-Dem producido desde la Universidad de Gotemburgo es el más prestigioso a la hora de evaluar la calidad de una democracia. Cuando observamos la situación de Iberoamérica, vemos es lo siguiente:
Autocracias Cerradas | Autocracias electorales | Democracias electorales | Democracias liberales |
Cuba | Venezuela | Chile | Costa Rica |
Nicaragua | Argentina | Uruguay | |
Bolivia | Brasil | ||
Honduras | Colombia | ||
República Dominicana | |||
Ecuador | |||
El Salvador | |||
Guatemala | |||
México | |||
Panamá | |||
Paraguay | |||
Perú | |||
Fuente: V-Dem Institute. (2021). Autocratization turns viral. Gothemburg: University of Gothenburg. P.31.
Como se puede observar, la mayoría de naciones en la Iberosfera se encuentran en riesgo. La democracia liberal debe avanzar, edificando sistemas respetuosos de la propiedad privada, de la estructura de derechos de las personas, del Estado de Derecho y de la separación de poderes; de lo contrario, los sistemas transitarán suavemente hacia el abismo, convirtiéndose en democracias de baja calidad y posteriormente en autocracias electorales. Como se puede observar, el camino por el que discurren los regímenes venezonalo, nicaraguense, boliviano y hondureño, inspirados (salvo en el caso hondureño) por la acción exterior de Cuba, solo conduce a la ruina. Es necesario apostar por otro camino. Un camino que no tenga miedo al resto del mundo y que conecte a la región con los grandes flujos comerciales a nivel mundial. Un camino que facilite el desarrollo de todos y para todos, corrigiendo progresivamente los grandes problemas que han afectado a la Iberosfera. La clara victoria de Guillermo Lasso representa un paso firme en esta dirección. El líder ecuatoriano cometerá errores e incumplirá con toda seguridad parte de su programa, pero no podemos negar que ha sido capaz de frenar el correísmo, y con ello el avance del Foro de Sao Paulo en la región. Solo con eso, el Ecuador ha sido capaz de proteger su futuro durante los próximos cuatro años.
La batalla en la Iberoesfera no es de naturaleza nacional. Hablamos de un proceso regional. O avanzamos hacia la libertad y el Estado de Derecho, contribuyendo al desarrollo de una mejor democracia; o por el contrario, coadyuvaremos a un mundo autoritario y sin futuro, marcado por las ideas del Socialismo del Siglo XXI y las recomendaciones de Foro de Sao Paulo.