La ola de sobornos, coimas y corrupción que ha sacudido Bruselas revela una larga serie de hipocresías que han empezado a salir a la luz en los últimos días. En primer lugar, el “Qatargate” desacredita la leyenda de la superioridad moral de la izquierda.
Con el escándalo que ha tenido lugar en el Parlamento Europeo, el castillo de naipes de la izquierda europea se está desmoronando. La ola de sobornos, coimas y corrupción que ha sacudido Bruselas revela una larga serie de hipocresías que han empezado a salir a la luz en los últimos días. En primer lugar, el “Qatargate” desacredita la leyenda de la superioridad moral de la izquierda. Durante años, políticos, intelectuales y periodistas progresistas han sido los voceros de una supuesta superioridad de la izquierda sobre el conjunto de la derecha que, sin embargo, se ve desmentida por los hechos. A decir verdad, incluso antes de la caída del Muro de Berlín, los partidos comunistas de los países occidentales recibían financiación secreta de la URSS que servía para influir en las posiciones y en las tomas de decisión. El hecho de que en el corazón del Qatargate se encuentre un exeurodiputado italiano de izquierdas y sobre todo la vicepresidenta del Parlamento Europeo, la socialista griega Eva Kaili, es la prueba de que hablar de “superioridad moral” resulta cuando menos inadecuado. Por lo tanto, es la reputación de la izquierda la que ha quedado hecha añicos.
Evidentemente, esto no quiere decir que la corrupción tenga un solo color político. Por desgracia, la corrupción es transversal y en muchas ocasiones ha afectado también al espectro de la derecha. Aun así, lo cierto es que este asunto tiene implicaciones sobre las que convendría reflexionar.
De hecho, la reputación del Parlamento Europeo y de las instituciones europeas en general no es del todo positiva y también provoca un gran rechazo en la opinión pública. Mientras las instituciones europeas luchaban contra los gobiernos húngaro y polaco, acusados de “no respetar los derechos” y el “Estado de derecho”, en los pasillos del Parlamento Europeo la vicepresidenta elogiaba los avances en materia de derechos realizados por Qatar… El caso es que aquellos discursos escondían, en realidad, el cobro de sobornos.
Además, se plantea una pregunta acerca de la credibilidad de Italia, el país de quien firma este texto. Después de la campaña electoral de la izquierda italiana contra el centroderecha en la que se aireó el temor de que un ejecutivo encabezado por Giorgia Meloni pusiese en peligro la credibilidad internacional del país, resulta que quien sí ha causado un gran daño a la imagen de Italia, y quien se encuentra en el centro de este asunto tan turbio, es un exdiputado del Partido Demócrata.
Llegamos así a otro elemento relativo al papel de las ONG. Hace unas semanas, ha surgido un escándalo en Italia y se ha abierto una investigación sobre una ONG vinculada a la inmigración gestionada por la esposa y la suegra del diputado de izquierdas Soumahoro, que ha construido su carrera pública y política como sindicalista y defensor de los inmigrantes. Los sobornos del Qatargate parecen haber pasado por una ONG llamada “Fight Impunity” (“Lucha contra la impunidad”). Se trata de una circunstancia que, una vez más, debería hacernos reflexionar sobre el funcionamiento de algunas ONG (no todas, por supuesto) que se utilizan como herramienta para delinquir. Ahora bien, es todo el escándalo en la Unión Europea, y la sensación de que lo que ha surgido es solo la punta del iceberg y que hay mucho más por descubrir es patente, lo que lleva a cuestionarnos no tanto algún que otro episodio individual, sino el funcionamiento de un sistema concebido como lo está este.
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