Cánovas señaló también el problema que había en el XIX de la existencia de desigualdades regionales por los privilegios de algunas provincias. Por ello, la centralización aseguraba “la unidad del poder político”, aunque rechazaba el modelo francés de concentración de poderes.

Antonio Cánovas del Castillo fue uno de los más importantes intelectuales del siglo XIX español y una figura política de la talla de Bismarck, Disraeli o Cavour. Su interés y vocación por la Historia causaron que buscara en ella la razón y la defensa de las naciones, en especial la de España. Cánovas concluyó que la nación era la realidad política de una nación soberana con un gobierno y territorio propios y exclusivos. Además, los rasgos distintivos, la razón de ser y su continuidad se explicaban gracias a la Historia, por lo que, como sucede con la religión, las libertades individuales o la familia, la voluntad de una generación concreta, aunque sume mayoría coyuntural, no puede deshacer la unidad nacional.

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