En la actualidad, el enemigo no es el soviético, sino la ideología woke, que pretende romper con la naturaleza humana, la propiedad privada, la familia y el Estado nación, utilizando para ello el ecologismo, indigenismo o feminismo. Por ello, los conservadores están volviendo a aunar esfuerzos y plantear soluciones, dando la batalla cultural para combatir esta amenaza.
TALLIN, Estonia: Los conservadores no suelen ser buenos a la hora de forjar coaliciones internacionales. Pero las cosas están cambiando -y a buen ritmo-. Es el resultado de tener un enemigo común.
La reticencia a formar redes mundiales se parece mucho a un hándicap inherente al conservadurismo, que siempre centra sus esfuerzos en lo doméstico y en la nación. Al fin y al cabo, los conservadores buscan conservar tradiciones nacionales muy diferentes y a veces contradictorias. Lo que un conservador de Kansas quiere conservar suele diferir de las aspiraciones de un conservador paquistaní o portugués.
Aun así, la semana pasada, miembros de más de 50 grupos conservadores se reunieron en Tallin, Estonia, para debatir la forma de aprovechar recursos, comparar observaciones, compartir las mejores prácticas y poner a punto estrategias para librar una batalla de ideas urgente y coherente frente a los adversarios marxistas. Una semana antes, en Miami, la Tercera Conferencia del Movimiento Conservador Nacional había reunido a un muy copioso contingente internacional.
La impresionante y sorprendente victoria electoral de una coalición conservadora italiana encabezada por Giorgia Meloni, una política que comprende bien estos desafíos y resulta ser un buen augurio para todas estas iniciativas.
Es la naturaleza del adversario lo que hace posible este tipo de coaliciones. Nos encontramos todos ante un nuevo tipo de marxista que, en su empeño por desmantelar las sociedades actuales, las ataca en sus puntos más vulnerables.
En Estados Unidos, las relaciones entre blancos y negros siguen siendo una herida abierta, por lo que los nuevos marxistas se dedican sin tregua a irritarla. En Hispanoamérica, la cuestión se centra en las relaciones entre los descendientes de los blancos europeos y los de los indígenas, por lo que el “indigenismo” es el asunto más candente. En países sin grandes mezclas de razas, confían en la teoría de género para demoler la sociedad. Como en todas las sociedades existen dos sexos, los marxistas también aprovechan la teoría de género en Estados Unidos, en México, en Estonia, etc.
Y por supuesto, en todas partes, los activistas impulsan el ecologismo radical en las empresas mediante diktats Medioambientales, Sociales y de Gobernanza (ESG de sus siglas en inglés). La mayoría de estos ataques se traducen en boicots a los combustibles fósiles, algo que provoca la paralización del capitalismo.
Ahora bien, a pesar de estas tácticas oportunistas dirigidas contra los diferentes puntos débiles de cada sociedad, la ideología a la que se enfrentan los conservadores es el colectivismo que quiere destruir la sociedad, instaurar el despotismo, decretar la censura e imponer un igualitarismo utópico y antihumano.
“Hoy tenemos menos libertad y la sociedad está más politizada”, afirmó Ryszard Legutko, filósofo polaco y miembro del Parlamento Europeo (reconocido extraoficialmente como la eminencia gris de esta nueva coalición), cuando se dirigió en Tallin a políticos, expertos, académicos y periodistas.
Los asistentes procedían de países tan lejanos como Japón, Islandia, México, Italia, Estados Unidos, Georgia y muchos otros. La reunión la propició el grupo de expertos New Direction, con sede en Bruselas, fundado en 2010 bajo el patrocinio de la baronesa Thatcher.
El parlamentario croata, Stephen Nicola Bartulica, señaló bien el punto crítico de todas esas diferentes tácticas al observar con ironía que “a las personas que han crecido en las sociedades más privilegiadas de la historia se las enseña a odiar a sus países”.
Pero también se ofrecieron soluciones. “Volver a enseñar lo básico: historia, geografía, filosofía, matemáticas”, preconizó el académico español Rodrigo Ballester. El experto estadounidense de origen latinoamericano Joseph Humire, realizó una presentación sobre cómo actores extranjeros, muchos de ellos con sede en Caracas, están desestabilizando los países latinoamericanos y propiciando la elección de presidentes marxistas.
Los conservadores lograron forjar coaliciones globales durante la Guerra Fría, una batalla heroica que personas de todo el mundo libraron contra una ideología totalitaria y deshumanizadora. Entonces fueron capaces de dejar de lado sus diferencias y concentrar su potencial intelectual en esa amenaza. No les quedaba otra opción. Era un desafío existencial, como se suele decir.
El momento actual resulta muy parecido. Hoy volvemos a enfrentarnos a los marxistas, aunque ahora presentan un sesgo propio. Ya no los manipula el Kremlin, sino que sus inspiradores están dentro de nuestras fronteras. No son soviéticos, son compatriotas.
Por tanto, las tácticas necesarias habrán de ser distintas. Pero no hay que equivocarse, debemos tomarnos la amenaza muy en serio, y parece que por fin los conservadores están empezando a hacerlo. Los nuevos marxistas, como el propio Marx y todos los que han venido después, aspiran a la revolución y destruyen todo lo que obstaculiza sus designios. Están convencidos de que pueden cambiar la naturaleza humana. También detestan la propiedad privada, la familia, Dios y el Estado nación.
En este preciso momento, no parece que sus planes consistan en emprender una revolución armada: la Historia demuestra que un programa como ese no suele ser demasiado eficiente. (Aunque, como vimos en 2020 con Black Lives Matter, creado por personas de formación marxista, la violencia y la intimidación también han formado parte del plan). Además, estos nuevos marxistas tampoco creen ya que la economía determine la totalidad del comportamiento humano.
Por el contrario, se concentran primero en adoctrinar a la población, o un segmento significativo de la misma, sirviéndose de todos los recursos disponibles. Su nuevo planteamiento les ha valido el nombre de “marxistas culturales”. En jerga norteamericana, woke.
Y, sin embargo, en todo el mundo los conservadores están empezando a darse cuenta de la gravedad de la amenaza. Ya era hora.
Artículo original:
Conservatives-Are-Forming-Global-Coalitions-Finally