Riley Gaines y el juez Duncan: los estadounidenses frente al totalitarismo trans

Riley Gaines y el juez Duncan: los estadounidenses frente al totalitarismo trans

La nadadora Riley Gaines recibió insultos y agresiones a manos de activistas transgénero. Gaines contó cómo la habían obligado a competir contra Lia Thomas, un hombre que dice ser mujer, lo que le permite imponerse a las mujeres en competiciones de natación.

La nadadora Riley Gaines recibió insultos verbales y ataques físicos a manos de activistas transgénero y de sus simpatizantes después de que Gaines diera una conferencia el 6 de abril en la Universidad Estatal de San Francisco (SFSU). Este hecho nos recuerda, una vez más, que Estados Unidos ha creado una cultura tóxica donde la izquierda cree tener derecho a taparle la boca a sus oponentes, y a hacerlo recurriendo a la violencia.

Estos hechos, relacionados con lo que se puede llamar el transgenerismo, vienen ocurriendo cada vez más a menudo. Sus activistas son cada vez más audaces y violentos y exigen que todo el mundo acepte que pueden cambiar de sexo con sólo desearlo; que tengan acceso a niños pequeños para adoctrinarlos, y que los menores puedan someterse a procedimientos médicos que modifiquen sus cuerpos, como la ingesta de medicamentos tóxicos o la amputación de partes del cuerpo.

En su conferencia en la SFSU, Gaines contó cómo la habían obligado a competir contra Lia Thomas, un hombre que dice ser mujer, lo que le permite imponerse a las mujeres en competiciones de natación.

Gaines se ha convertido en algo así como un portavoz de los derechos de las mujeres que aspiran a competir sólo contra otras mujeres. Está demostrando una valentía extraordinaria allí donde muchos otros prefieren quedarse callados. Y sabemos por qué.

Un grupo de manifestantes –organizados, según el New York Post, por el Centro de Recursos Queer y Trans de la SFSU- entraron con violencia en el auditorio después de la conferencia que acababa de pronunciar Gaines y la rodearon. Los videos de la turba atacando a Gaines han proliferado por las redes sociales durante el fin de semana de Pascua. El Post citó a Gaines, quien declaró que “le tendieron una emboscada y la golpearon”. Louis Baker, su marido, declaró en Fox News que «un hombre vestido de mujer» golpeó a Gaines repetidas veces.

Los clips de las redes sociales muestran a una multitud persiguiendo a Gaines mientras los miembros del servicio  seguridad, sobrepasados, intentan protegerla. Se escuchan repetidas veces groserías como «eres una zorra transfóbica”, así como “¿Estás llorando? ¿Estás llorando, zorra asquerosa? ¡Vete a la mierda!”. La verdad es que los acosadores no poseen un vocabulario muy extenso, que digamos.

Gaines, de 23 años, 12 veces campeona de las competiciones All-American, tuvo que atrincherarse en una oficina de la universidad durante tres horas tras el ataque. Pero, a pesar de la violencia padecida, la nadadora no está dispuesta a tirar la toalla. Así lo demuestra en un tweet que publicó después del incidente:

En la SFSU, son los internos los que dirigen el manicomio… Un hombre me tendió una emboscada y me golpeó físicamente dos veces. Esto prueba la necesidad de que las mujeres tengamos espacios para protegernos de las agresiones sexuales. Pero, aun así, lo ocurrido quiere decir que estoy haciéndolo bien. Si te quieren callar la boca, habla más fuerte.

Lamentablemente, este es tan sólo el ataque más reciente de los protagonizados por estudiantes de izquierda contra un conferenciante con el que no estaban de acuerdo. El mes pasado, Stuart Kyle Duncan, juez de la Corte de Apelaciones del Quinto Circuito de Estados Unidos, acudió a dar una charla a la Facultad de Derecho de Stanford, una de las mejores facultades de derecho del país.

“Cuando llegué, las paredes estaban adornadas con carteles que me denunciaban por delitos contra mujeres, homosexuales, negros y personas trans”, escribió el Juez Duncan el 17 de mayo en The Wall Street Journal. Cerca de cien manifestantes lo estaban esperando, produciendo un ruido que se escuchaba desde lejos. “Cuando entré en la sala, un manifestante gritó: ‘¡Ojalá violen a tus hijas!’”, escribió el juez. Y otros testigos corroboran este relato.

Los manifestantes no habían acudido a la conferencia para mostrar su desacuerdo con el tema de la charla del juez Duncan, que, según él, iba a tratar sobre un asunto extremadamente técnico: cómo interactúan los tribunales de circuito con la Corte Suprema. Por el contrario, dice el juez, los manifestantes estaban allí porque en su profesión, representa a “clientes, posiciones y argumentos que los manifestantes detestan”.

“Por ejemplo”, añadió el juez, “he defendido las leyes sobre matrimonio tradicional de Luisiana”. Los manifestantes también se mostraron “especialmente molestos” porque uno de los cientos de fallos que ha emitido el juez fue en el caso Estados Unidos contra Varner.

En ese caso, “un preso federal que cumplía una condena por intento de recibir pornografía infantil (y con una condena estatal anterior por posesión de pornografía infantil) solicitó a nuestro tribunal que ordenase que para hablar con él se utilizaran pronombres femeninos. Di a conocer mi opinión, explicando que los tribunales federales no pueden controlar qué pronombres usa la gente. Pero los manifestantes de Stanford lo vieron de otra manera: mi opinión había ‘negado la existencia de una mujer trans’”.

Una vez más, el trato que recibió el juez fue despreciable. No lo golpearon, como los manifestantes hicieron con Gaines, pero tuvo que lidiar con otro tipo de insulto totalmente absurdo. Y es que un miembro del personal de Stanford se unió a una sesión similar a los juicios “populares” maoístas contra él. Tirien Steinbach, decana adjunta de diversidad, equidad e inclusión de Stanford, estaba sentada en la sala donde iba a hablar el juez Duncan. La decana pidió la palabra, y en lugar de defender al juez, cargó contra él.

El trabajo del juez Duncan, dijo, es “abominable” y “niega, literalmente, la humanidad de las personas”. Steinbach manifestó que estaba trabajando para «crear un espacio donde quepan todas las personas» y le aseguró al juez que era «bienvenido a ese espacio”.

“No me sentí precisamente bienvenido, y no conozco a nadie que se sintiera de ese modo en esas condiciones», escribió el juez en The Wall Street Journal.

Dadas las circunstancias, el juez suspendió su conferencia y, al igual que Gaines, tuvo que ser escoltado hasta la salida. Es cierto que el presidente de Stanford y el decano de la Facultad de Derecho se disculparon a posteriori (mejor de lo que ha hecho la SFSU hasta ahora, aunque sus disculpas se produjeron unas horas antes de escribir este artículo). Steinbach, por su parte, está de “baja administrativa”, según Fox News. Pero el daño ya está hecho.

La imposición, cada vez más generalizada, según la cual hay que dirigirse con pronombres de su elección a las personas que se ven a sí mismas como algo diferente a su sexo biológico, es una demostración de totalitarismo. Para seguir siendo una sociedad libre, no queda más remedio que resistirse a esta extorsión. No va a ser fácil, pero la alternativa es aún peor.

Puede descargar el artículo aquí.

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