Violencia homicida e inestabilidad política en los Estados Unidos

Violencia homicida e inestabilidad política en los Estados Unidos

A medida que las tasas de homicidio baten récords, queda meridianamente claro que a los ruines fiscales respaldados por BLM o Soros nos les importa nada la vida de la población de color.

Los norteamericanos se enfrentan a muy malas noticias en los últimos días de 2021: mientras se preparan para reunirse con sus seres queridos alrededor del árbol de Navidad, un número cada vez mayor de sus conciudadanos caen muertos a tiros en el centro de las ciudades. Y es probable que las noticias vayan a peor.

Esto se debe a que los líderes norteamericanos y sus representantes mediáticos e intelectuales se niegan a enfrentarse con valentía al proceso, plenamente voluntario, que está enfangando el cumplimiento de la ley y todo el sistema de justicia penal. Tampoco están dispuestos a abordar la violencia política que ha conducido al meteórico incremento del número de homicidios desde el fatídico año 2020.

Y el silencio continúa a pesar de que, justo cuando los medios de comunicación informaban sobre un aumento récord de asesinatos en 12 ciudades, Black Lives Matter, la organización que lideró la violencia política, dio a conocer una nueva declaración en la que se reafirmaba en su llamamiento a “la abolición” no solo de la policía, sino también de las prisiones y el sistema judicial.

La declaración se hizo pública en un momento poco afortunado, por varias razones. Apoyaba al actor Jussie Smollett, que dos días después fue declarado culpable por escenificar su propio «ataque a manos de supremacistas blancos», en un intento de relanzar una carrera en declive. En su declaración, BLM calificó el juicio de «farsa propia de la supremacía blanca”.

Aún peor que la retórica ha sido la apuesta de BLM para la abolición de la legalidad y el imperio de la ley, y su apoyo a la “justicia rehabilitadora”, empeñada en justificar y exonerar al criminal. De hecho, la apuesta por una justicia rehabilitadora ya ha provocado un serio retroceso en la persecución del delito.

A este retroceso en la actividad policial como resultado de la violenta desestabilización de las ciudades por parte de BLM, hay que añadir un fenómeno -perfectamente documentable- conocido en términos coloquiales como “el efecto Ferguson”. Así que no resulta extraño que estemos ante un incremento extraordinario en el número de asesinatos y otros crímenes.

El 8 de diciembre, ABC News emitió un reportaje según el cual, y basándose en datos policiales, al menos 12 ciudades habían arrojado niveles récord de homicidios en 2021. Filadelfia, con la asombrosa cifra de 521 asesinatos hasta el 6 de diciembre, acumulaba más casos que las dos mayores ciudades del país por población, Nueva York y Los Ángeles.

Esta cifra representa un incremento del 13% en el número de asesinatos en 2021, lo que eclipsa las cifras de 2020, que ya había batido récords en la denominada Ciudad del Amor Fraterno.

Columbus, Ohio; Indianápolis, Indiana y Louisville, Kentucky, también batieron récords, al igual que St. Paul, Minnesota; Portland, Oregón; Tucson, Arizona; Toledo, Ohio; Baton Rouge, Luisiana; Austin, Texas; Rochester, Nueva York; y Albuquerque, Nuevo México.

Otras ciudades ya habían batido sus propios récords antes del mes de diciembre. Por ejemplo, Rochester, Nueva York, lo hizo el 11 de noviembre.

“La sociedad tiene que decir basta”, ha declarado el capitán de policía Frank Umbrino, del Departamento de Policía de Rochester, en una conferencia de prensa después de que los residentes de la ciudad rompieran su propio récord en 30 años. “Nos sentimos extremadamente frustrados. Esto tiene que parar. En los últimos tiempos, es peor que una zona de guerra”.

Estos asesinatos vienen acompañados de un preocupante incremento de «flash mob» robberies” (robos sorpresa perpetrados con violencia en tiendas y establecimientos por pandillas organizadas) que están golpeando San Francisco y otros centros urbanos de California. Y es importante tener en cuenta que la sangría de este año viene a añadirse al incremento del 30% que se produjo en 2020 en el número de asesinatos en todo el país, el más alto en la historia de Estados Unidos.

Las 12 ciudades que registraron cifras récord en 2021 están gobernadas por alcaldes demócratas, mientras que otras tienen «fiscales ruines”, funcionarios encargados de hacer cumplir la ley que se niegan a procesar a los criminales y los devuelven a las calles, incluso cuando la policía los ha arrestado.

Muy significativas son las palabras de Larry Krasner, fiscal de distrito de Filadelfia, publicadas en el Philadelphia Inquirer. A pesar de que su ciudad ha experimentado un aumento del 25% en robos con armas en 2021, insiste en que “no estamos ante una situación de anarquía, no hay una crisis de delincuencia, no hay una crisis de violencia”.

Mis colegas Zack Smith y Cully Stimson ya advirtieron sobre este extremo en junio, cuando Krasner fue elegido. «Krasner -escribieron entonces, es uno de esos fiscales ruines apoyados por George Soros en Estados Unidos. El resultado de esta filosofía es un incremento del 40% en el número de homicidios, tal y como detalla The New York Times”.

De hecho, Krasner está recibiendo críticas incluso por parte de sus compañeros demócratas. El exalcalde de Filadelfia, Michael Nutter, criticó a Krasner y ha escrito en el Inquirer que el fiscal de distrito era un político desconectado de la realidad que sufría la enfermedad propia del «progresismo blanco» y de los «privilegios blancos”.

«Se necesita la audacia del ignorante para decir lo que afirma Krasner precisamente en este momento, sobre todo viniendo de un blanco», escribió Nutter, que es negro. «Hasta el lunes por la noche, 521 personas han sido asesinados, barridos de la faz de la tierra, en nuestra Ciudad del Amor Fraternal, el número más elevado desde 1960. Me pregunto en qué confuso mundo de progre blanco vive Krasner para tener en tan poco aprecio las vidas humanas perdidas, muchas de ellas negras y mestizas, mientras va presumiendo de fiscal de distrito progresista por todo el país”.

El número cada vez mayor de fiscales ruines como Krasner ha coincidido con el ascenso de BLM y su apuesta por la “abolición”. Está claro que, en su vocabulario, la abolición no tiene nada que ver con acabar con la esclavitud. Como explicó Patrisse Cullors, fundadora de BLM en este vídeo del 22 de febrero: “La abolición, en pocas palabras, consiste en deshacerse de la policía, las prisiones y las cárceles, la vigilancia y los tribunales”.

En el vídeo, Cullors añade que aprendió en qué consistía la abolición y la justicia rehabilitadora a los 21 años en un taller organizado por Critical Resistance, fundada por Angela Davis, líder del Partido Comunista.

Cuando el movimiento BLM declara, como ha ocurrido esta misma semana, que “en una sociedad abolicionista, este juicio no se habría celebrado”, está diciendo la verdad. En un sistema de abolición, Smollett no habría sido arrestado, procesado, juzgado ni condenado. Ningún criminal lo sería. Ese, justamente, es el problema.

Nadie puede reprochar a Nutter que descargue su cólera y su frustración como lo ha hecho. Las estadísticas muestran que más de la mitad de las víctimas de homicidio son negros, negros norteamericanos. Por lo tanto, la mayoría de las víctimas que estamos viendo lo son también. ¿Acaso no importan nada estas vidas?

Puede descargar el artículo en el siguiente enlace.

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