El futuro lamento nuclear de España

El futuro lamento nuclear de España

El español de a pie sigue ignorando que la energía nuclear es la única alternativa a la descarbonización.

En el pasado COP 28 no todo fue un falso circo de ecologistas profesionales. En el medio de toda la farsa globalista que nos intenta prohibir el coche o la carne hubo un importante y esperanzador evento que pasó calculadamente desapercibido en España y a los que los agradecidos y subvencionados medios públicos y de la órbita de lo políticamente correcto no dieron relevancia: Más de 20 países incluyendo China, Estados Unidos, Reino Unido y el propio anfitrión, Emiratos Árabes Unidos, anunciaron su intención de nada más y menos que triplicar la potencia actualmente instalada de energía nuclear para 2050 y, además, por primera vez, se recoge explícitamente en las conclusiones una referencia a la energía nuclear.

Dicho compromiso adquiere en este momento una relevancia especial, ya que confirma un giro en la política energética mundial en lo que respecta a la energía nuclear. Según un reciente informe de la industria nuclear, esta fuente perdió en 2022 un 4% en la cuota mundial de producción de energía primaria y no es ningún secreto que, hasta la reciente crisis por el gas ruso, no despertaba interés en más allá de un grupo de países en proceso de industrialización y liderados por China. Los gobiernos occidentales preferían optar por la mercadotecnia política apostando por el hidrógeno verde, las renovables o fiando las políticas energéticas a una progresiva desindustrialización que reducía las necesidades energéticas.

La realidad es ahora bien distinta pues, de forma explícita y nítida, países de todos los continentes declaran que sus procesos de descarbonización se sustentarán en la única energía existente de carácter masivo y que no emite CO2. Por primera vez en muchos años no se habla de mantener el parque nuclear sino de triplicarlo y, además, con nuevos países optando por esta energía.

Y en esto, como en otras cosas, China está liderando el cambio mundial y se prevé que, antes de 2030, haya sobrepasado a los Estados Unidos como primer productor de energía nuclear con la construcción de más de 25 reactores con diferentes tecnologías y sin considerar próximos reactores modulares (SMR).

            Fuente: World Nuclear Association

Y es que a pesar del atrevido y ofensivo dogmatismo del Gobierno español, los hechos son contundentes: Cada vez más países muestran la intención de desarrollo de proyectos nucleares: Egipto, Arabia Saudí, Bangladés, Brasil, Nigeria, Turquía, Uzbekistán, Sudáfrica e incluso Marruecos, que no parece compartir la párvula visión de nuestro Gobierno.

Y no se trata sólo de los países. Recientemente Microsoft hizo pública su intención de proveerse de energía barata para poder alimentar sus crecientes necesidades de inteligencia artificial y, sorpresa, no se ha considerado ni el hidrógeno, ni la energía solar o la eólica, sino la energía nuclear y en concreto los futuros SMR.

Sería conveniente que, igual que en otros ámbitos, la opinión pública supiera con claridad lo que supone prescindir de la energía nuclear en términos de coste económico, de emisiones de CO2 y, sobre todo, de soberanía energética. En este sentido, es muy meritoria la reciente e inédita iniciativa de VOX en el Parlamento que, por primera vez, muestra una propuesta específica y clara para el aprovechamiento de los emplazamientos de las centrales nucleares y utilizarlos como ubicaciones de SMR aumentando la potencia del parque nuclear español. Por supuesto esta noticia ha tenido una mínima repercusión en el panorama informativo nacional, donde los medios siguen siendo cómplices de ese consenso negativo instaurado en torno a la energía nuclear y que es compartido por partidos de izquierda, medios de comunicación y empresas energéticas que se benefician de un mercado más precario.

El español de a pie sigue ignorando que la energía nuclear es la única alternativa a la descarbonización. Si realmente estos políticos, presuntamente ecologistas y preocupados por las emisiones de CO2, quisieran hacer algo, no tendrían nada más que ver el nivel de emisiones de CO2 de los diferentes sistemas de generación europeos, ver los costes de la electricidad, ver los factores de carga, y obrar en consecuencia. Los ejemplos y las evidencias están ahí en tiempo real y basta con comparar la situación de Alemania (que ha renunciado a la energía nuclear), Francia (que sigue apostando por ella) o España (el único país del mundo con centrales nucleares y con un plan para su cierre definitivo) en términos de tipos de generación y emisiones de CO2 por unidad de energía producida:

Fuente: Aplicación Electricity Markets

Afortunadamente los vientos para la energía nuclear están cambiando en el mundo y la razón de los hechos pesa más que los deseos y dogmas ideológicos. Posiciones anquilosadas en un tercermundismo ecologista y trasnochado vinculados a la teoría del decrecimiento económico no pueden ser las que guíen la política industrial de un país que puede y debe aspirar a una excelencia tecnológica y científica y que requiere unos niveles de bienestar y de producción industria.

Por desgracia para nuestro país, el problema no es la tecnología nuclear ni la política energética sino la falta un gobierno decente que no aspire a la precariedad energética y material, que no se nutra de un desempleo masivo y que no desee gobernar mediante el cautiverio electoral de una población subvencionada que limita su horizonte de bienestar a las dádivas de la izquierda.

El lugar de España debe estar junto a esas dos docenas de países que en el COP se comprometieron con sus economías y con la descarbonización global apostando por la única tecnología que puede garantizar una energía masiva, asequible y sin emisiones de CO2; y ello implica un giro de 180 grados en las actuales políticas energéticas y en cómo se presentan a la opinión pública. Si no actuamos pronto los españoles lamentaremos en unos pocos años haber perdido ese tren y nos costará mucho actualizarnos y ponernos a la par. Nos supondrá una alta factura en términos de industria, de capital humano, de empleos, de bienestar…. y sí, también de emisiones de CO2.

Puede descargar el artículo completo en el siguiente enlace.

20231221_Blog_01

Entradas Relacionadas