La importancia de los museos y archivos: frente a la Leyenda Negra y la descolonización

La importancia de los museos y archivos: frente a la Leyenda Negra y la descolonización

Cuando Ernest Urtasun anunció en enero la descolonización de los museos españoles, surgieron voces clamando que se había abierto un nuevo frente en la batalla cultural. Nada más lejos de la realidad.

El ministro de Cultura, bajo la premisa de superar un hipotético “marco colonial” -pese España no tuvo colonias en Hispanoamérica- o “inercias de género”, dejaba clara su postura: quería explotar a los museos nacionales como un importante medio de comunicación para imponer su discurso político.

Claro, toda “gran medida” requiere imbuirse del clamor de las trompetas de plata y una entrada triunfal. Urtasun, tuvo la suya: el anuncio de la devolución del Tesoro de los Quimbayas a Colombia. Ahí vino uno de los primeros patinazos, pues esa magnífica muestra de arte precolombino llegó a España casi siete décadas después de la independencia de Colombia en forma de presente. ¿El motivo? La conmemoración del IV Centenario del Descubrimiento de América y la muestra de gratitud del presidente colombiano Carlos Holguín con la reina regente de España, María Cristina de Austria, por haber mediado en el Laudo Arbitral que definía los límites fronterizos entre los Estados Unidos de Colombia y los Estados Unidos de Venezuela.

Es decir, no había colonias y, como España no las tenía, por lo tanto, nuestros museos no tienen piezas rapiñadas de América. La aclaración es sencilla, España e Hispanoamérica eran una, había intercambios culturales entre las regiones, lo que explica que en Cuzco tengan una catedral barroca o que en España haya cerámica nazca -ejemplo de que tanto el arte precolombino como el mestizo fue muy valorado por los españoles peninsulares de la Edad Moderna-. Incluso de esa inmensa explosión artística que fue el arte novohispano, una expresión mestiza de personalidad única y original. Por no entrar de nuevo en el manido y más que desmentido mantra de “devuélvannos el oro”.

¿Pueden decir lo mismo el British Museum, la National Gallery o el Louvre? No. Nuestros museos nacionales no han nutrido sus colecciones a través del expolio. Es más, el Museo del Prado, una de las pinacotecas más importantes del mundo, alberga una colección cuyo grueso proviene del mecenazgo que la Corona ha ejercido a lo largo de la Historia, desde los Reyes Católicos hasta la Dinastía Borbón.

La postura de las voces eruditas más autorizadas no se hizo esperar. Desde el informe del propio Museo de América desmontando las falacias proferidas sobre el Tesoro de los Quimbayas, hasta el posicionamiento en contra de la “descolonización” de importantes académicos españoles. Reputados historiadores e hispanistas como Esteban Mira Caballos, María Saavedra Inaraja o Manuel Lucena han evidenciado que ni el ministro de Cultura conoce la historia de España, los museos españoles -en especial los relacionados con Hispanoamérica-, ni a la gente que pretende contentar le interesa lo más mínimo la cultura. Además, es un nuevo ejemplo del empeño político de desprestigiar tanto a nuestro país como al importante legado que ha dejado en América -y en el mundo-.

Para colmo, el enfoque que plantea Urtasun no es ni ingenioso ni una novedad. La idea de descolonizar los museos ya llevaba asentada un tiempo en Estados Unidos. Aunque ha sucedido lo de siempre: el mundo anglosajón estornuda y España se resfría. Los culturetas woke españoles siempre, como es evidente, siempre quieren estar a la vanguardia. Sin embargo, allí la descolonización también ha encontrado oposición bajo el amparo intelectual de algo que, en muchas ocasiones, pasa desapercibido, pero que es de suma importancia: los archivos.

Un buen ejemplo de ello es el que posee la Biblioteca John Carter de la Universidad de Brown, en Estados Unidos. Dicha institución alberga un importante fondo relacionado con la llegada de los europeos a América, que cuenta con más de 75.000 documentos de entre el siglo XV y el XIX, lo que la convierte en uno de los más importantes archivos precolombinos del continente. De hecho, su directora, Karin Wulf, afirma que “la Leyenda Negra es algo ridículo que los británicos propagaron para decir que eran mucho mejores que los españoles porque ellos no esclavizaban indios y los españoles sí. Los investigadores respetables saben que la Leyenda Negra es ridícula”.

El análisis de Wulf respecto a los archivos es acertado. Cualquier investigador que bucee en los archivos podrá comprobar y acercarse a la realidad de lo que fue el periplo español en América frente a la falacia de la Leyenda Negra, en la que hunde sus raíces la descolonización. Por ejemplo, en el Archivo General de Indias (Sevilla), se pueden encontrar las Ordenanzas para el tratamiento de los indios de 1512, conocidas como Leyes de Burgos, en las que se abolía la esclavitud indígena.

Así, la investigación de los archivos, y la realidad que sus documentos nos ofrecen, es trascendental para combatir la mentira histórica de la Leyenda Negra y de la descolonización. Iván Vélez, uno de los principales conocedores de la materia, indica la utilidad de los documentos del Archivo de Indias en este aspecto: “los documentos que se hacían no eran meramente descriptivos, sino que buscaban un fin práctico. Si alguien hacía un fraude, otra persona se encargaba de desmontarlo con su testimonio. Los documentos sirven para verificar, porque son dobles comprobaciones”. Dichos documentos registraban, por ejemplo, la mercancía que llegaba desde América, lo que contrarresta la narrativa del “expolio”.

De gran relevancia es el Archivo General de Simancas. De él, Alfonso Carlos Merchán, catedrático de Historia del Derecho de la Universidad de Valladolid, subraya “La importancia del Archivo General de Simancas es grande y, sobre todo, en fondos de dos de sus grandes áreas. En la del Registro General del Sello destaca el apartado llamado Real Cancillería de los Reyes Católicos y en Diversos de Castilla sobresale lo referente a Colón y sus viajes y la expulsión de los judíos. Relativo a América, hay documentos interesantes como la R. C. de 20 de junio de 1500 que otorga la libertad a los indios vendidos en España y su regreso a América, prohibiendo su esclavitud e incluyendo varias normas humanitarias”.

A través de la investigación de los archivos se puede desmontar toda esa narrativa que hace un malicioso símil entre los virreinatos españoles y las colonias que franceses, belgas y británicos establecieron en el siglo XIX. Para combatir la Leyenda Negra, de la que se ha valido la descolonización urtasuniana, tampoco hay que caer en relatos de leyenda rosa, pues allí también hubo excesos -como los relacionados con la institución de la mita, heredada a su vez de los incas, o con la encomienda-, pero que también motivaron importantes debates y respuestas legislativas desde la España peninsular para paliarlos o acabar con ellos.

Así, el legado español que allí se dejó, como es evidente y pese a la unidirección que ha tomado el relato, tiene más luces que sombras. Tantas que un habitante de la Mérida venezolana era tan español como uno de la Mérida augusta y extremeña. Respecto a esto, es importante destacar los documentales de López Linares, quien está ayudando a difundir a un público más amplio ese espíritu de simbiosis cultural con trabajos España, la primera globalización (2021) o Hispanoamérica (2024), que se estrenará el próximo 12 de abril.

Por otro lado, ya es hora de acabar con la intromisión política en la historia, utilizada como un Tomahawk propagandístico que distorsiona, lastra, pervierte y difumina la ciencia histórica. No hay que legislar sobre cómo se tiene que investigar o las conclusiones a las que los investigadores han de llegar, sino dejar que estos, a través del rigor, la minuciosidad y la libertad, puedan acercarse lo máximo posible a la realidad del pasado.

De hecho, puestos a abrir melones, quizá ya va siendo hora de plantear por qué nuestro país no tiene un Museo de Historia de Historia de España. O por qué no se ha retomado el proyecto de crear un museo antropológico que recorra la realidad nacional, como fue el efímero Museo del Pueblo Español. Frente a la idea destructiva y falaz que abandera la descolonización, siempre es bueno defender ideas constructivas como levantar nuevos museos, defender y ampliar nuestros archivos y restablecer la deteriorada dignidad que nuestro legado como pueblo y civilización merece.

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