Ha llegado la hora de extirpar a Hamás

Ha llegado la hora de extirpar a Hamás

El ataque sorpresa lanzado por Hamás, la organización islamista que gobierna Gaza, es una tragedia humanitaria. No obstante, representa una oportunidad estratégica para Israel, Estados Unidos y las democracias de todo el mundo.

Hamás es una rama de los Hermanos Musulmanes, una organización que Cynthia Farahat denomina “la incubadora mundial del terrorismo islámico moderno” en su reciente libro sobre este tema. Desde sus orígenes en 1987, ha practicado la violencia contra israelíes, palestinos y cualquiera que considerara enemigo suyo. En 2007, una serie de errores israelíes llevó a Hamás a alzarse con el poder en la Franja de Gaza, una zona de unos 365 km2, con dos millones de habitantes. Allí ha impuesto un régimen totalitario muy parecido al de los mulás de Irán: intenta implantar restricciones medievales, oprime a su propia población y amenaza con destruir Israel.

Son muchos los indicios que revelan la animadversión de la población de Gaza hacia Hamás. Tholfekar Swairjo, analista político local, señala la “ira desatada que cunde en las calles contra el movimiento Hamás al que se culpa del bajísimo nivel de vida en Gaza”. Una mujer de 32 años añade que “la mayoría de los habitantes de Gaza han dejado de creer en Hamás y en organizaciones como ella. ¿Saben por qué? Porque no nos alimentan, no nos proporcionan nada. Aquí siempre hay que arreglárselas por uno mismo. ¿Cómo podemos construir un futuro con este tipo de gente?”. Un afiliado a la Autoridad Palestina se quejó de los líderes de Hamás: “Profesan el islam y dicen ser religiosos, pero masacran a la gente”. Las encuestas revelan un respaldo abrumador, muy particularmente en Gaza, a la idea de que “los palestinos deberían presionar más para sustituir a sus propios dirigentes políticos por otros más eficaces y menos corruptos”.

Otra forma de rechazar a Hamás es emigrar de Gaza, sin importar los riesgos de una decisión como esa. “Hamás posee miles de millones de dólares en inversiones en muchos países diferentes, mientras que la población de Gaza pasa hambre y emigra en busca de trabajo”, afirma el activista Amer Balosha. Cuando los entrevistan haciendo largas colas para entrar en Egipto y salir al exterior, los habitantes de Gaza expresan su desesperación por la vida a la que los somete el régimen de Hamás. “Todos los que quieren emigrar aspiran a una vida digna y están dispuestos a morir”. “Sé que pongo en riesgo mi vida, pero quiero irme, vivo o muerto”. El analista político palestino Mahmoud al-Raqab considera que “a pesar de estar expuestos a peligros como perder todo lo que tienen o morir, a veces ahogados”, los habitantes de Gaza siguen huyendo de su tierra natal.

En resumen, la mayoría de la población de Gaza detesta Hamás, pero no se atreve a levantarse contra unos opresores ávidos de poder, que gozan del apoyo del gran aliado de Rusia, como es Irán. Ahora bien, ¿qué va a ocurrir por la parte israelí? Israel tiene motivos y medios para acabar con el gobierno de Hamás, pero su estamento de seguridad prefiere que Hamás, a pesar de todas sus amenazas y todas sus atrocidades, siga en el poder a que las Fuerzas de Defensa de Israel vuelvan a instalarse en Gaza (que abandonaron en 2005) y se vean obligadas de nuevo a gestionar ese territorio. Como muestra de la aquiescencia de Israel al gobierno de Hamás, cabe señalar que permite e incluso anima al gobierno de Qatar a enviar a Hamás 30 millones de dólares al mes.

 El resultado es que nada cambia nunca. Tal vez ha llegado el momento de que Estados Unidos asuma por fin el liderazgo que le corresponde. Ya en 2003, el presidente George W. Bush declaró que “el mundo libre, todos aquellos que aman la libertad y la paz, deben tratar con dureza a Hamás” y que “Hamás debe ser desmantelada”. El presidente Barack Obama, por su parte, expresó la “gran simpatía que siente por la gente corriente que lucha en Gaza” y al mismo tiempo afirmó que no siente “la menor simpatía” por Hamás.

Joe Biden debería unirse a sus filas. El hecho de que “condene inequívocamente este atroz ataque” es un buen comienzo. Ahora debería dar el siguiente paso e instar a Israel a sacar a Hamás del poder en la franja. Puede que este hecho, junto con la envergadura y la barbarie del último ataque, cambie por fin la vergonzante aceptación de Hamás por parte de la seguridad israelí y acabe por liberar al mundo de esta lacra.

¿Qué va a ocurrir ahora? Una vez asegurada Gaza, Israel hallará a un gran número de habitantes  dispuestos a colaborar para empezar de nuevo y construir vidas productivas, en lugar de empeñarse, como hasta ahora, en la destrucción de Israel con una pulsión negativa, desesperada e interminable. Gaza puede aspirar por fin a convertirse en el “Singapur de Oriente Próximo” del que se hablaba hace décadas. Pero nada de esto llegará a suceder mientras unos hombres con la mentalidad medieval propia del régimen iraní dirijan el enclave.

La Carta de Hamás de 1988 llama al Islam a “borrar” Israel. Tras el cruel ataque del sábado, ha llegado el momento de que Israel invierta la situación y aniquile a Hamás.

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