España se endeuda a un ritmo frenético de 7 millones de euros por hora o, si lo prefieren, de 150.000 euros por minuto.
Con independencia de que el PIB crezca más o menos y a pesar de los récords de recaudación fiscal vía impuestos, nuestro país persiste desde hace años en una senda suicida cuyo único destino es la bancarrota y el consecuente daño para la economía y las generaciones venideras.
No es ningún secreto que las finanzas públicas de España son un absoluto desastre desde hace décadas y, no en vano, el último ejercicio en el que las cuentas del Estado tuvieron un superávit mínimo fue en 2008. Muy lejanos quedan los tiempos de la Ley de Estabilidad Presupuestaria de la época del gobierno de Aznar que, como tantas otras cosas, fue derogada por Zapatero en 2006.
Desde entonces la demagogia de las “políticas sociales” y la aberrante acción política de los principales partidos y medios de comunicación han fomentado la aparente aceptación de una visión “neokeynesianista” de la economía, en donde el exceso de gasto público se considera normal y hasta necesario. Todo ello ha llevado a que nuestro país roce unos niveles de deuda sin precedentes, que ascienden a 1,5 billones de euros, que equivalen al 110% del PIB español, y nos sitúa en el grupo de países más endeudados de la Unión Europea.
Evolución de la deuda en España
*Datos hasta octubre 2023. Fuente: Banco de España
Evolución de la deuda pública en España (2000-2022)
Elaboración propia
Aún en un contexto muy diferente, hay que mencionar que en Argentina la deuda externa por habitante es casi la cuarta parte de la española. España, en apenas 6 años, ha multiplicado la deuda por 2,5. Hasta más del billón y medio de euros, dos veces el tamaño de la economía de Bulgaria o Croacia. Haciendo un promedio, hoy en 2024, cada español debe más de 30.000 euros en un doloroso contraste con los 9.000 euros que se debían en el año 2000 o, todavía peor, con los 425 euros que correspondían a cada español de 1980. ¿Se ha incrementado la renta media de los españoles en estas proporciones? ¿Estaban justificados esos niveles de déficit? Es evidente que no. El Estado no ha financiado su gasto con recursos propios y, aprovechando unas condiciones crediticias beneficiosas por parte del Banco Central Europeo, el déficit ha servido para incrementar el clientelismo político vía subsidios y con gasto innecesario.
En la acción de gobierno, el déficit y el exceso de gasto público es lo mismo que el dopaje en los deportes de competición: una trampa con consecuencias inevitables que, tarde o temprano, se pagan. Porque, a diferencia de lo que algunos políticos parecen indicar, nada es gratis. En 2023 España tuvo que pagar más de 50.000 millones de euros en concepto de intereses y, sólo desde el año 2000, se han gastado aproximadamente 600.000 millones de euros en concepto de intereses y, de seguir igual, en la próxima década, a cada español le corresponderán 60.000 euros de deuda y los intereses supondrán más del 5% del PIB anual que, en la práctica serán más impuestos y más desempleo para la economía.
La deuda es mucho más que un problema financiero o de cómo se afronta el ejercicio de la actividad política. Disponer de aquello que no se tiene con cargo al futuro es mucho más que una irresponsabilidad y una mala gestión política; es una inmoralidad al hipotecar el futuro del país. Como sucede en el caso de Grecia, la deuda es una pesada losa que impide el desarrollo económico del país y que condena a las futuras generaciones a la precariedad.
Deuda pública en la Unión Europea (2022)
Fuente: Eurostat (de 20minutos.com)
Como indicó Thatcher en su día “el socialismo fracasa cuando se acaba el dinero de los demás” pero, por desgracia, el euro ha dado a los irresponsables políticos españoles la posibilidad de endeudarse de forma consistente desde hace muchos años. Los españoles de ahora y las futuras generaciones van a tener que hacer frente a un pasivo que supondrá un empobrecimiento generalizado y que mermará aún más los niveles de vida de España.
Asombra que este debate sea ignorado o, en el mejor de los casos, edulcorado y normalizado presentando unos niveles de endeudamiento del 200% del PIB como sostenibles y asumiendo que el escenario futuro mundial permitirá a los españoles seguir viviendo por encima de sus posibilidades y pagando una creciente cantidad de intereses anualmente a instituciones financieras extranjeras.
En este sentido se puede apreciar como el espejismo de los tipos de interés del BCE, artificialmente bajos, han favorecido que en la década pasada el Estado pudiera seguir endeudándose mientras, paradójicamente, pagaba menos intereses. Esta situación ha cambiado y los crecientes intereses sólo podrán suponer sacrificios futuros de los españoles.
Intereses a pagar por la deuda pública (2000-2024)
Fuente: Banco de España. Elaboración propia
En definitiva: deuda, déficit, presión fiscal, tipos crecientes de interés y, lo peor de todo, un gobierno sin estructuras técnicas, intelectuales ni morales que lo hagan capaz siquiera de poder ver la necesidad de cambiar el curso de este trasatlántico que va directo al iceberg.
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