La falacia de la Tercera España

La falacia de la Tercera España

Esta concepción sería una referencia a la asunción de una España caricaturizada en el Duelo a garrotazos de Goya, en el que se asume que hay dos Españas, una rural, de esencia castiza y con valores en común con el Ejército y la Iglesia, y otra urbana, cosmopolita, burguesa e ilustrada.

Durante el acto institucional del Dos de Mayo, Isabel Díaz Ayuso rescató para su discurso una curiosa idea cuyo trasfondo ha podido pasar desapercibido. Los méritos y la lectura que hace de lo que es Madrid para ella, con continuas referencias históricas y en el que habla de lo que entiende como nación, culminan con la asunción de un tópico histórico: la existencia de “las dos Españas”. Más allá del grave error que supone el creer que en España ha habido una continua pugna a lo largo de la Edad Contemporánea, que se extiende a la actualidad, entre dos mitades del país homogéneas, con mismos fines y objetivos, resulta tan falaz como su postulación final: el Partido Popular y ella son la Tercera España. Sin embargo, no es la primera vez que escuchamos a un político autodescribirse de esta forma, pues Francisco Igea ya utilizó este recurso en 2020.

Pero ¿qué es eso de la Tercera España? Se trata de un concepto que ha sido atribuido a figuras como Salvador de Madariaga o al historiador británico Paul Preston. Pero los primeros en utilizarlo fueron el profesor ucraniano de Estudios Internacionales Boris Mirkine-Guetzevich y su amigo Niceto Alcalá Zamora, ya como expresidente de la II República. Por lo tanto, el término se acuñaría en el año 1937, en un contexto de Guerra Civil, tras la publicación de un artículo de Mirkine en L’Europe Nouvelle (20/2/1937), en el que es utilizado.

Esta concepción sería una referencia a la asunción de una España caricaturizada en el Duelo a garrotazos de Goya, en el que se asume que hay dos Españas, una rural, de esencia castiza y con valores en común con el Ejército y la Iglesia, y otra urbana, cosmopolita, burguesa e ilustrada. La fractura social, a la que apelaron intelectuales del siglo XIX y XX, estaría relacionada con la implantación del liberalismo y la resistencia que generó en los sectores absolutistas, como los partidarios de Don Carlos o carlistas.

Sin embargo, la idea que Díaz Ayuso lanzó parecía estar más relacionada con la esencia de su surgimiento guerracivilista que con el concepto decimonónico, aun en disputa. Durante el desarrollo del conflicto, la concepción de esas “Dos Españas” estaría representa por un lado por el Bando Nacional y por otro, por los diferentes grupos que componían el Bando Republicano. La Tercera España sería entonces la alternativa propuesta por diversos políticos e intelectuales que apelaban a la recuperación de los valores democráticos mediante un acomodo ético y político, derivados de una paz negociada y asumida por el pueblo español, algo que dijo el propio Azaña. Es decir, el surgimiento de un grupo ajeno, desmarcado de la pugna, que quería aplicas las tres “p” del discurso de Azaña: paz, piedad y perdón. El mensaje principal era el de poner fin a la guerra, dar paso a la paz, el perdón y la reconciliación entre españoles. En ese famoso discurso, Azaña reflexionaría sobre el absurdo de la guerra como solución a los problemas de España.

Los intelectuales que podrían englobarse en esta corriente serían los ya mencionados Azaña y Alcalá Zamora, y otros como Clara Campoamor, Manuel Chaves Nogales y Ortega y Gasset entre otros. No obstante, la implicación política de estos nombres durante la etapa republicana y la Guerra Civil ya hace dudar de esa concepción de Tercera España, pues en sus escritos y actos terminaban posicionándose en uno de los dos bandos.

Quizá, de los mencionados, los únicos que pueden representar a esa tercera España fueron Alcalá Zamora y los grupos católicos democráticos de su entorno durante su estancia en Francia. Resulta curioso que, ya en 1937, intelectuales como Luis Legaz Lacambra negasen el sustrato ideológico del Movimiento Espirit francés de Emmanuel Mounier, Semprún Gurrea o Alfredo Mendizábal y que se lanzaba por esas rutas de pacificación cristiana que conducían a la Tercera España. Además, la actitud de Azaña parecía más bien un recurso para pactar un final de la guerra sin romper el régimen republicano, ya destruido por la propia colaboración y abusos de las autoridades de la República y los revolucionarios anarquistas, comunistas y socialistas.

Por ello, Ayuso ha identificado la situación sociopolítica actual como si España estuviera partida en dos extremos, Vox por un lado y PSOE y Unidas Podemos por otro. El PP y su persona serían esa Tercera España que se situaría al centro. No obstante, Ayuso le está dando una importancia al mito de la Tercera España que, en realidad, nunca tuvo. Por otro lado, se puede reivindicar España sin divisiones de clara tendencia política, pues nos haría renunciar a héroes o símbolos cuya importancia dependería de la inclinación o la tendencia de cada uno. Se puede reivindicar, como se intentó hacer durante la Transición, una España para todos y darle a la verdad histórica el lugar que le corresponde.

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