La influencia de López Obrador en la política interna de Estados Unidos

La influencia de López Obrador en la política interna de Estados Unidos

López Obrador está realizando una “campaña de información” para conseguir que los hispanos no voten a los Republicanos. Y señala a Ron DeSantis, gobernador de Florida y candidato a la Presidencia, como el principal objetivo.

China no es el único país que presiona a Estados Unidos y ante el que la administración Biden responde humillándose con políticas de apaciguamiento. Mucho más cerca de Estados Unidos, el presidente de México, siempre arrogante, se muestra cada vez más estrafalario en sus declaraciones y en sus actos.

No importa. La administración Biden sigue empeñada en que el presidente Andrés Manuel López Obrador (conocido por todos como AMLO) se comporte con normalidad y que la relación entre Estados Unidos y México, que nunca ha sido fácil, se base en “el respeto mutuo y los intereses comunes”.

Repasemos algunos ejemplos de “respeto” e “intereses comunes”.

  • AMLO se ha acostumbrado a decir que está realizando una “campaña de información” para conseguir que los hispanos, y en particular los mexicano-estadounidenses, no voten a los Republicanos. Y señala a Ron DeSantis, gobernador de Florida y candidato a la Presidencia, como el principal objetivo. Esta flagrante intromisión en la política de otro país se ve reforzada por los activos de México en Estados Unidos, como se explica más adelante.
  • El presidente de México también afirma que quiere hacer un trato con los poderosos cárteles de su país, que ya controlan partes de México donde supuestamente gobierna AMLO. Estos cárteles son responsables de la producción de drogas letales que llevan causadas más de 100.000 muertes por sobredosis en Estados Unidos.
  • Sin embargo, AMLO niega la participación de México en el narcotráfico: “Nosotros ni producimos ni consumimos fentanilo”.
  • Por el contrario, AMLO prefiere dar lecciones a Estados Unidos sobre su pérdida de valores y la “decadencia” del país. En este punto, sentimos cierta simpatía por AMLO. A diferencia de otras declaraciones suyas, tan extravagantes como belicosas, lo cierto es que ha identificado un problema real. Sin embargo, resulta un poco extraño escuchar reprimendas morales de un hombre que quiere hacer un trato con los narcotraficantes.
  • Por último, AMLO ha dejado de colaborar incluso en asuntos rutinarios como, por ejemplo, rechazar una solicitud del Pentágono para abrir el espacio aéreo mexicano a aviones y drones de la Fuerza Aérea de Estados Unidos que estaban investigando un globo chino.

Todos estos comentarios y posiciones excéntricas son suficientes para empezar a preguntarse si México, que tiene una frontera de casi 3.200 kilómetros con Estados Unidos -abierta bajo el mandato de Biden-, puede seguir siendo considerado un amigo de Estados Unidos.

El Departamento de Estado y la Casa Blanca optan por esconder la cabeza al estilo de los avestruces, tal y como lo hicieron recientemente con respecto a China cuando Beijing envió sus aviones de combate y barcos de guerra a las proximidades de los de Estados Unidos en el Estrecho de Taiwán.

Un funcionario del Departamento de Estado declaró en Fox News: “Seguimos trabajando conjuntamente con el Gobierno de México para promover una relación basada en el respeto mutuo y los intereses comunes”. El portavoz dijo que la relación México-Estados Unidos “es una de las alianzas más importantes, dinámicas e impactantes del mundo. Ambos países somos democracias fuertes comprometidas con el objetivo de garantizar que nuestras democracias estén al servicio de nuestros ciudadanos”.

Es difícil poner en práctica estos objetivos, sobre todo cuando se trata del respeto mutuo y del servicio de AMLO a sus ciudadanos. Este mapa de Global Guardian muestra que grandes franjas de México están controladas o seriamente afectadas por los cárteles de la droga de Jalisco o Sinaloa. Según Global Guardian, “en agosto de 2022, se produjo un incremento significativo en la violencia relacionada con los cárteles en numerosas zonas de México”.

La administración Biden podría pensar que AMLO pretende debilitar a los Republicanos y en especial a Ron DeSantis, que en este momento disfruta de una ligera ventaja sobre Biden en una hipotética carrera por la Presidencia. Y es cierto que AMLO muestra un grado de hostilidad importante hacia el gobernador de Florida. “Ojalá los hispanos de Florida despierten y no le den ni un solo voto, ha dicho AMLO. De lo contrario, estarían votando a los que persiguen a los migrantes, a los que no los respetan”.

Ahora bien, esa actitud equivaldría a una negligencia grave, y al uso del Gobierno para beneficiar a una de las partes. AMLO está interfiriendo en la política interna de Estados Unidos y el Gobierno estadounidense debería pararle los pies.

México tiene una larga historia en su intento de ejercer influencia en los asuntos internos de Estados Unidos y de utilizar su extensa red de 53 consulados en Estados Unidos que es, con mucha diferencia, la más nutrida de todos los países con representación diplomática. Esta red se utiliza para llegar a los más de 36 millones norteamericanos de ascendencia mexicana (el 62% de la población “hispana”) y conseguir así los objetivos políticos deseados.

Por ejemplo, en la década de 2010, la red de consulados mexicanos proporcionó apoyo sobre el terreno a dos de las prioridades políticas más controvertidas de Barack Obama, la Acción Diferida para los que han llegado en la Infancia (DACA) y la Acción Diferida para la Responsabilidad de los Padres (DAPA), pagando las tasas de tramitación, ofreciendo ayuda para cursar las solicitudes y proporcionando asesoramiento jurídico personalizado. En 2020, el embajador de AMLO en Estados Unidos instó a los mexicano-estadounidenses a inscribirse en el censo de Estados Unidos.

Y varios presidentes mexicanos se han comportado como si estos norteamericanos siguieran siendo súbditos suyos. En 1997, el presidente Ernesto Zedillo dijo que quería tener una relación más estrecha con los mexicano-estadounidenses, para que “pudieran presionar a los legisladores norteamericanos”. Su sucesor Vicente Fox dijo en 2000 que “México es una nación de 123 millones de ciudadanos: 100 millones viven en México y 23 en Estados Unidos”.

Pero Zedillo y Fox eran individuos racionales, no un marxista errático obsesionado con las supuestas humillaciones que sufrió México en el pasado.

Ha llegado la hora de poner un límite a este estado de cosas.

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