La insostenible sostenibilidad

La insostenible sostenibilidad

La gran obra de ingeniería social que se ha propuesto para el 2030 erradicar la pobreza, está creando una categoría de personas calificables como “moribundas”. Hablamos de “individuos no aptos para la vida.

¿Qué pensaría usted si yo le dijera que “el tipo de vida sostenible” enarbolado como el ideal de la Agenda 2030 es absolutamente insostenible? Imagino que usted me preguntaría de inmediato qué entiendo por “insostenible”. La respuesta es bastante sencilla: una vida que no se sostiene está destinada a la muerte más temprano que tarde. Esto significa que la gran obra de ingeniería social que se ha propuesto para el 2030 erradicar la pobreza (ODS 1), el hambre (ODS 2), “poner fin a las epidemias del SIDA, la tuberculosis, la malaria y las enfermedades tropicales desatendidas” (ODS 3), garantizar la disponibilidad de la energía sostenible (ODS 7) y del agua (ODS 6), siempre “para todos”, es decir tanto para quienes viven en el desierto de Gobi (Mongolia), como para los habitantes del Sahara, lograr una industrialización “inclusiva” (ODS 9) y la igualdad de todos los países (ODS 10), por mencionar algunas de las maravillas que promete, está creando una categoría de personas calificables como “moribundas”. Hablamos de “individuos no aptos para la vida”. Hannah Arendt aborda este asunto en detalle:

“Es este movimiento el que singulariza a los enemigos de la humanidad contra los cuales se desata el terror, y no puede permitirse que ninguna acción u oposición libres puedan obstaculizar la eliminación del <<enemigo objetivo>> de la historia o de la naturaleza, de la clase o de la raza. La culpa y la inocencia se convierten en nociones sin sentido; <<culpable>> es quien se alza en el camino del proceso natural o histórico que ha formulado ya un juicio sobre las <<razas inferiores>>, sobre los <<individuos no aptos para la vida>>, sobre las <<clases moribundas y los pueblos decadentes>>. El terror ejecuta estos juicios, y ante su tribunal todos los implicados son subjetivamente inocentes; los asesinados porque nada hicieron contra el sistema, y los asesinos porque realmente no asesinan, sino que ejecutan una sentencia de muerte pronunciada por algún tribunal superior. Los mismos dominadores no afirman ser justos o sabios, sino sólo que ejecutan un movimiento conforme a su ley inherente. El terror es legalidad si la ley es la ley del movimiento de alguna fuerza supranatural, la naturaleza o la historia” (Arendt, Los orígenes del totalitarismo).

¿Quiénes componen, de modo incipiente, las clases moribundas bajo los nuevos parámetros morales inspirados en la Carta de la Tierra, la ideología de género y las energías renovables? Para saberlo necesitamos clarificar cuáles son los fundamentos de la moral ecocéntrica de los globalitaristas que han decidido destruir el carácter soberano de las naciones e imponernos una Constitución globalitaria, que lleva al paroxismo la deseabilidad de los titulares de cada ODS, mientras teje la red de control global más poderosa que haya registrado la historia de la humanidad. Dichos fundamentos surgen en el marco de la cultura de la muerte denunciada por san Juan Pablo II en su Evangelium Vitae:

“Todo lo que se opone a la vida, como los homicidios de cualquier género, los genocidios, el aborto, la eutanasia y el mismo suicidio voluntario; todo lo que viola la integridad de la persona humana, como las mutilaciones […] son totalmente contrarios al honor debido al Creador.”

Desde la perspectiva expuesta, ocho son las claves de la cultura de la muerte. La primera, y más importante, la promoción del aborto entendido como “derecho reproductivo”. La segunda es la consideración de la igualdad de género como una medida de reducción de la pobreza. Y usted se preguntará que tiene que ver lo uno con lo otro. Simple; a través de la ideología de género se destruyen las categorías hombre/mujer y, con ello, a la unión heterosexual, que se traduce en una mayor población. En síntesis, se acaba con los pobres en la medida que dejan de tener hijos.

Mientras que la “protección del planeta” es la excusa para implementar los ODS que satisfacen a los pragmáticos, la ideología de género es la clave religiosa que desmantela los fundamentos cristianos de nuestra civilización. Este es el objetivo fundamental de la Agenda 2030, dado que el cristianismo es incompatible con el proyecto globalitario. Los tipos de vida “sostenibles” serán aquellos que hagan uso de sus derechos antinatalistas, se ubiquen fuera del marco heterosexual y tengan un bajo consumo per cápita, pagando altos impuestos a los burócratas de turno por su huella de carbono. ¿Cuáles son los parámetros que regirán a las empresas? Si hasta ahora el paradigma era lograr la mejor relación costo/calidad, en adelante la consideración principal será el cumplimiento de indicadores de sostenibilidad, también ideados por la extrema izquierda ecocéntrica, que apunta al cumplimento de su utopía marxista en el ODS 10 donde establece la “igualdad de los países”. Para lograr estos objetivos tienen tres herramientas: las estadísticas -todo será medido por un aparato burocrático gigantesco, en el caso de Hispanoamérica se proyecta la creación de un “observatorio regional de planificación”-, la expoliación de la ciudadanía y las empresas pequeñas y medianas a través de impuestos calculados en base a la huella de carbono y la inmigración con la que están destruyendo la unidad nacional y, por ende, la capacidad de defensa y resistencia de los países.

En vista a los argumentos expuestos, podemos concluir que los enemigos de “la humanidad sostenible” son aquellos que tienen niños, puesto que contribuyen a aumentar el Co2 y los pobres que no tendrán cómo pagar los nuevos impuestos. También lo son quienes están en contra de la ideología de género y no aceptan el discurso anticientífico que plantea la disociación del género y el sexo biológico como una forma sana de vida. Lo dice Benedicto XVI: “El hombre niega su propia naturaleza, ahora él es solo espíritu y voluntad. La manipulación de la naturaleza que hoy deploramos por lo que se refiere al medioambiente, se convierte aquí en una opción de fondo del hombre respecto a sí mismo.” A los enemigos ya nombrados se suman libertarios y liberales, dado que la adhesión a la Carta de la Tierra con la que UNESCO espera educar a las nuevas generaciones para la “ciudadanía universal” y en “los tipos de vida sostenibles” (ODS 4), implica aceptar grados de control estatal extremos. Hablamos de un Estado con poder absoluto sobre las vidas individuales.

En suma, las nuevas <<clases moribundas>> están conformadas por quienes se identifican, con o sin sustrato religioso, con los valores del cristianismo fundado en la dignidad de cada persona, en tanto agente moral gracias al libre arbitrio. Culpables y objeto del terror serán quienes se alcen, ya no en contra de la ley de la historia (marxismo) o de la raza (nazismo), sino de la sostenibilidad planetaria. Si usted quiere una prueba de lo que estoy diciendo, permítame citarle a uno de los ecologistas más relevantes de nuestra historia reciente. En una entrevista publicada por la UNESCO (1991), Jacques- Yves Cousteau reconoció que: “Es terrible tener que decir esto. Hay que estabilizar la población mundial y para ello debemos eliminar 350.000 personas al día. Es tan horrible contemplar esto que ni siquiera deberíamos decirlo, pero la situación general en la que nos encontramos es lamentable.”

Descargue el documento en el siguiente enlace.

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