El camino adoptado por las élites actuales ha demostrado ser un fracaso cuyas consecuencias sufren las clases medias y populares.
El atentado islamista en Algeciras es la continuación de una serie de ataques que lleva sufriendo Europa en los últimos años. Los yihadistas no precisan de grandes infraestructuras, de células numerosas o de una gran planificación, sus acciones se basan en las enseñanzas de Mustafá Setmarian: “Que cualquiera mate en cualquier parte del mundo”.
La expansión del islamismo ha contado con aliados muy importantes en los principales países europeos. Sin su colaboración en forma de políticas buenistas y artículos laxos la situación no alcanzaría la gravedad actual.
Gobiernos nacionales y partidos políticos que alientan la inmigración ilegal, permiten que se incumpla la ley de extranjería y no dotan de los medios necesarios a los servicios de inteligencia y los cuerpos de seguridad del estado.
Hay una gran responsabilidad por parte de distintos actores políticos, mediáticos y económicos. Han desprotegido Europa y a sus nacionales a través de la imposición del silencio y la desinformación, de la realidad que viven los europeos en sus barrios, de la nacionalidad de los homicidas, etc.; y, por otro, mediante las campañas negativas contra quienes denunciaban lo que estaba sucediendo, las ‘no-go zones’, el avance del islamismo en las escuelas o la expansión de mezquitas.
El camino adoptado por las élites actuales ha demostrado ser un fracaso cuyas consecuencias sufren las clases medias y populares. Europa, su identidad y las naciones que la conforman, desaparecerá si no se revierten las políticas y decisiones que han generado la actual situación.