La emisora Christian Broadcast Network afirma que “el cristianismo está creciendo más rápidamente en la República Islámica de Irán que en cualquier otro país del mundo”. 

El movimiento islamista, que aspira a aplicar leyes islámicas medievales y construir un califato mundial, ha ganado un terreno muy considerable y a escala mundial en los últimos 50 años. Sin embargo, ahora se enfrenta a un contramovimiento significativo y cada vez mayor, sobre todo en los países de mayoría musulmana. Un número cada vez más numeroso de musulmanes, impresionados por acontecimientos de la envergadura de la caída de Kabul, temen y rechazan esta versión radical del islam. Es cierto que, en gran medida, solo los directamente implicados se han percatado del movimiento anti-islamista, pero aun así, merece ser mucho más conocido. 

El anti-islamismo se compone de cuatro tendencias complementarias. Estas tendencias van de la más silenciosa a la más radical y son: el islam moderado, la irreligiosidad, la apostasía y la conversión a otras religiones. Todas tienen presencia internacional pero, para ilustrarlas, me centraré en cada caso en un país clave de Oriente Medio: islam moderado en Egipto, irreligiosidad en Turquía, ateísmo en Arabia Saudita y conversión en Irán. 

Moderación: En sus 30 años de duración, el Estado policial de Hosni Mubarak integró con tal coherencia a los islamistas que los egipcios no se atrevieron a oponerse a ellos. La caída de Mubarak en 2011 dio como resultado la libertad de opinión, que el gobierno islamista de Mohamed Mursi reforzó, aunque solo durara un año. Los resultados han sido estrepitosamente anti-islamistas, como lo demuestran los ataques callejeros contra hombres cuya apariencia coincide con los miembros de la Hermandad Musulmana, las mujeres que rechazan el hiyab y la inmensa popularidad de figuras ferozmente anti-islamistas como Islam al-Behairy, Ibrahim Issa, Mukhtar Jom’ah, Khaled Montaser y Abdallah Nasr. Incluso el presidente Abdel Fattah al-Sisi, un ex simpatizante islamista, ha abrazado este sentir moderado. 

Irreligiosidad: Recep Tayyip Erdogan, el presidente islamista de Turquía, ha dominado la política del país desde 2002 con el objetivo de educar a una “generación piadosa”. Ahora bien, los turcos más jóvenes están adoptando hábitos de vida no islámicos. Un estudio de Volkan Ertit descubrió que lo sagrado tiene menos influencia en asuntos como la creencia en seres sobrenaturales, la ropa que revela las formas del cuerpo, el flirteo prematrimonial, el sexo fuera del matrimonio y la homosexualidad. Un informe del gobierno documentó el atractivo que ejerce el deísmo entre los estudiantes de escuelas religiosas. Una encuesta de WIN/Gallup reveló que las personas “no religiosas” constituyen el 73% de la población de Turquía (el porcentaje más alto de los 57 países encuestados).

Apostasía: En Arabia Saudí, el rechazo rotundo del islam “se está extendiendo como la pólvora”, afirma un refugiado saudí. Según la encuesta de WIN/Gallup, los “ateos convencidos” constituyen el 5% de la población de Arabia Saudí, la misma cifra que en Estados Unidos. La monarquía del país ha respondido de dos formas. En primer lugar, el príncipe heredero Mohammad bin Salman consintió estas ideas al abrir el país a muy diversos estilos de vida modernos. En segundo lugar, promulgó leyes antiterroristas que castigan “la difusión del pensamiento ateo en cualquiera de sus formas, o la puesta en cuestión de los fundamentos de la religión islámica en la que se asienta el país”. Como vemos, la monarquía lucha contra el ateísmo con regulaciones antiterroristas.

Conversión: El analista Shay Khatiri, afirma que en Irán “el islam es la religión que se contrae más rápido, mientras que el cristianismo es la que crece más deprisa”. La emisora Christian Broadcast Network va más allá y afirma que “el cristianismo está creciendo más rápidamente en la República Islámica de Irán que en cualquier otro país del mundo”. David Yeghnazar, de Elam Ministries, declaró en 2018 que “los iraníes se han convertido en las personas más dispuestas a abrazar el Evangelio”. Según un ex musulmán convertido en sacerdote evangélico, “nos encontramos ante algo más que una conversión a la fe cristiana. Es un éxodo masivo de salida del islam”. Lela Gilbert y Arielle Del Turco informan que los mulás consideran al cristianismo “una amenaza existencial” para su gobierno. Reza Safa predice que Irán se convertirá en el primer país de mayoría musulmana en convertirse al cristianismo. Confirmando estas tendencias, el ministro de inteligencia iraní Mahmoud Alavi, expresó públicamente sus temores sobre la conversión de los musulmanes al cristianismo.

Seguidamente, ofrecemos algunas observaciones sobre este movimiento anti-islamista. 

Parece limitado a países de mayoría musulmana; entre las minorías musulmanas, el islamismo sigue creciendo, especialmente en Occidente. 

Son movimientos internos, que se producen dentro de grupos y sociedades musulmanes, lo que desmiente cualquier teoría de la conspiración: los no musulmanes tienen un papel de apoyo limitado. Como siempre, los musulmanes determinan su propio destino. 

Los anti-islamistas se oponen casi diametralmente a los islamistas en cuestiones de fe, familia, relaciones sociales, política y otras muchas cuestiones. Entre otras implicaciones, los librepensadores y exmusulmanes tienden a ser muy pro-occidentales, pro-Estados Unidos y pro-Israel. 

Es posible que veamos cómo estos movimientos anti-islamistas se abren paso en Nigeria, Bangladesh e Indonesia, ya que, históricamente, las tendencias islámicas hacen en Oriente Medio y se extienden desde allí hacia afuera. 

Por lo tanto, el islamismo, a pesar suyo, lleva a los musulmanes a alejarse del islam al tiempo que pone en peligro los cimientos mismos de la fe. Un periodista cristiano ha llegado a sostener que “el dominio del islam sobre el pueblo musulmán se ha desmoronado”. El utopismo radical ha empujado a la segunda comunidad religiosa más importante del mundo a una crisis oculta pero grave, de resultados impredecibles.  

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